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El Antisemitismo

Su historia y sus causas

Bernard Lazare

El Antisemitismo - Su historia y sus causas - Bernard Lazare

344 páginas
medidas: 14,5 x 20 cm.
Ediciones Sieghels
2015
, Argentina
tapa: blanda, color, plastificado,
 Precio para Argentina: 340 pesos
 Precio internacional: 21 euros

 

 

 

 

 

 

Bernard Lazare (1865-1903) fue un escritor, crítico literairo y periodista político francés de tendencias anarquistas y sionistas. Nacido en el seno de una familia de la burguesía judía, aunque alejada de la tradición mosaica, no toma conciencia de su judaísmo hasta que este le abre las puertas del mundo periodístico mediante una solidaridad judía que no buscaba.
Con su encendida defensa de Dreyfuss, que revolucionó toda Francia, toma parte también de la defensa de los judíos y comienza luego a militar en el sionismo, sin embargo sus fuertes tendencias anarquistas lo hacen disociarse de él.
En "El Antisemitismo. Su historia y sus causas", escrito en 1894, estudia la cuestión judía desde la antigüedad hasta los tiempos modernos. Su dureza en general cuando se trata de exclusivismo judío y lo que él vio como el papel de los propios judíos en la promoción del antisemitismo le valió incluso el respeto de la extrema derecha, anque su libro fuera criticado en su época tanto por filosemitas como por antisemitas, por causas totalmente opuestas. Sin embargo, según el propio Lazare: "Se han equivocado, pues no soy ni antisemita ni filosemita; por eso no he querido escribir ni una apología ni una diatriba sino un estudio imparcial: un estudio de historia y de sociología". "Me ha parecido que una opinión tan universal como el antisemitismo, que ha florecido en todos los lugares y en todos los tiempos, antes de la era cristiana y después, en Alejandría, en Roma y en Antioquía, en Arabia y en Persia, en la Europa de la Edad Media y en la Europa moderna, en una palabra, en todas las partes del mundo donde hubo y donde hay judíos, me ha parecido que tal opinión no podía ser el resultado de una fantasía y de un capricho perpetuo y que, para su nacimiento y su permanencia, debía de haber razones profundas y serias. Por ello he querido trazar un cuadro de conjunto del antisemitismo, de su historia y de sus causas. Por ello he querido seguir sus modalidades sucesivas, sus transformaciones y sus cambios".
La posteridad lo ha reivindicado y su obra constituye, hoy en día, un libro clave para quien quiera entender el antisemitismo, uno de los problemas más discutidos de nuestro tiempo.

 

ÍNDICE

 

Semblanza de Bernard Lazare 7
Prefacio 11
I.- Las causas generales del antisemitismo 13
II.- El antijudaismo en la antigüedad 31
III.- El antijudaísmo en la antigüedad cristiana, desde la fundación de la Iglesia hasta Constantino 45
IV.- El antisemitismo después de Constantino hasta el siglo viii 63
V.- El antijudaísmo del siglo viii hasta la reforma 89
VI.- El antijudaísmo desde la reforma hasta la revolución francesa 117
VII.- La literatura antijudaica y los prejuicios 139
VIII.- El antijudaísmo legal moderno 167
IX.- El antisemitismo moderno y su literatura 191
X.- La raza 211
XI.- Nacionalismo y antisemitismo 233
XII.- El espíritu revolucionario en el judaísmo 257
XIII.- Los judíos y las transformaciones de la sociedad. Las causas políticas y religiosas del antisemitismo 277
XIV.- Las causas económicas del antisemitismo 305
XV.- El futuro del antisemitismo 327

 

Semblanza de Bernard Lazare

Hasta muy entrado en la adolescencia, Bernard Lazare no tomó conciencia de ser judío. Habiendo nacido en 1865, su ciudad natal, Nimes, estaba ásperamente dividida entre católicos y protestantes y había en ella muy pocos israelitas. En el secular conflicto religioso del Languedoc, los padres del joven Bernard, de origen sefardí, permanecieron neutrales y, más aún, indiferentes, pues eran ateos y totalmente alejados de la tradición mosaica. Ambos habían nacido en Carpentrás, cerca de Aviñón, y descendían de “judíos del Papa”, como se llamaban en el mediodía de Francia a los israelitas del Condado de Venaissin, tierra pontificia hasta 1789.
A los 21 años, Bernard Lazare fue a radicarse en París, donde empezó una carrera literaria que no le trajo mayores éxitos. Su idioma materno, en efecto, era el provenzal y su francés, aprendido en la escuela, nunca llegó a ser muy natural. Sin embargo, su nombre le abrió las puertas de diarios y revistas y se dio cuenta de que no era “un francés como los demás”, sino un judío que se beneficiaba con una solidaridad que ni buscaba.
El hecho le llamó poderosamente la atención. Pasando los años, se vinculó con los Cahiers de la Quinzaine que dirigía Charles Péguy y, en la pequeña librería de este último, conversaba largamente con Georges Sorel y Daniel Halévy.
En Péguy ya estaba empezando la evolución que debía conducirlo del socialismo comunero al catolicismo y al patriotismo más exacerbado. Sorel, teórico del anarcosindicalismo, aún no se había acercado al nacionalismo, pero ya no disimulaba su inquietud ante el poderío financiero de los judíos. Halévy solía decir, medio en broma: “si no tuviera sangre judía en las venas, yo sería antisemita”. Sin embargo, cuando estalló “l’affaire Dreyfus”, todos se solidarizaron de inmediato con este capitán judío del ejército francés, condenado por traición por dos tribunales militares, y Bernard Lazare sintió despertar en su alma el espíritu de sus antepasados. Fue uno de los más combativos defensores del que consideraba una víctima del militarismo y la reacción. Apenas exagerado sería decir que fue él, y no Zola, quien desencadenó la violenta campaña que los progresistas lanzaron entonces contra el ejército y su justicia.
La desilusión fue tremenda cuando Dreyfus aceptó el indulto presidencial que excluía toda posibilidad de revisión del proceso. No fue éste sino el golpe final para un hombre ya profundamente herido. En 1894, en efecto, Bernard Lazare había publicado L’antisémtitisme, son histoire et ses causes, obra ésta que suscitó violentas reacciones, tanto entre los antisemitas como entre los judíos talmudistas. Lo que más lo amargó, sin embargo, fueron las críticas de la Revue Intemationale d’Anthropologie. Lazare, que no tenía conocimiento alguno de antropología, en su obra negaba, en efecto, la existencia actual de las razas. Para él, como para Gobineau, los conjuntos humanos, primitivamente puros, se habían ido mezclando a lo largo de los milenios, lo que bastaba para quitar toda validez al concepto de raza, aplicado a los pueblos contemporáneos. El error no pasó desapercibido y antropólogos, franceses y judíos, no tuvieron la menor dificultad en demostrar que la raza se define, no por la existencia de una pareja única en el origen de una colectividad humana, sino por la presencia de caracteres hereditarios comunes estadísticamente relevantes en los individuos actuales de esa colectividad.
A estos sinsabores se agregó la ola de antisemitismo que había suscitado, en Francia, el “affaire Dreyfus”, que arrastraba hasta a sus amigos de los Cahiers. Lazare comprendió que el optimismo del último capítulo de su El Antisemitismo no descansaba sobre bases muy firmes.
En consecuencia, después de haber sido recibido de modo triunfal por el Primer Congreso Sionista de 1897, formó por un tiempo, junto con Herzl, parte del comité ejecutivo de la Organización Sionista y editó la publicación sionista Le Flambeau. Pero, anarquista en el fondo, sus convicciones clasistas y revolucionarias lo llevaron pronto a romper con Herzl. Para Herzl, Lazare era demasiado anarquista. Para Lazare, Herzl era demasiado burgués. Después de haber puesto a Herzl en contacto con el Barón Edmond de Rothschild – lo que le aseguró al sionismo un apoyo financiero significativo1 – en 1899 Lazare le escribiría a Herzl – y por extensión a todo el Comité de Acción Sionista – “Usted es un burgués en su forma de pensar, un burgués en sus sentimientos, un burgués en sus ideas, un burgués en su concepción de la sociedad.”2 Tal como lo explica Jesse Cohn: “Una de las notas al pie olvidadas de la Historia es que, a pesar de todo el éxito que tuvo como organizador, la visión estatista/capitalista de Herzl no entusiasmó a tantos de los primeros colonos judíos de Palestina como lo hizo la visión de Lazare. “Debemos volver a vivir como una nación,” – afirmaba Lazare – “o más bien como una colectividad libre, pero sólo bajo la condición de que la colectividad no esté modelada según los Estados capitalistas y opresores en los cuales vivimos.”3 También Hannah Ahrend señala esta misma divergencia: “La solución de Herzl al problema judío implicaba, en resumidas cuentas, la huida o liberación hacia una patria. (. . . ) Para él era indiferente el grado de hostilidad que pudiera tener un gentil; de hecho, pensaba, cuanto más antisemita fuera un individuo, más apreciaría las ventajas de un éxodo judío de Europa. Para Lazare, en cambio, la cuestión territorial era secundaria, una mera consecuencia de la exigencia primaria de que »los judíos se emanciparan como pueblo para constituir una nación«”4
Agotado y ya enfermo de cáncer, publicó todavía, en la revista de Péguy, los resultados de una gran encuesta sobre los judíos de Rumania, Rusia y el Oriente, los que conmovieron a la opinión pública. Pero los golpes sucesivos habían sido demasiado fuertes y, en 1903, Lazare falleció prematuramente, con apenas 38 años de edad. Dejaba una obra fundamental que recién entre las dos guerras mundiales, con el auge internacional del antisemitismo que exigía una explicación, se apreciaría debidamente.
Durante su vida, Lazare recibió críticas, agravios y hasta insultos. La posteridad lo ha reivindicado y su obra constituye, hoy en día, un libro clave para quien quiera entender el antisemitismo, uno de los problemas cruciales de nuestro tiempo.
MARCOS MORENO

 

notas:

1 Cf. Baruch Cohen, Bernard Lazare (1865-1903) : A forgotten Jewish Prophet, en The Canadian Jewish News, 22 de Noviembre 2001, pág B20, disponible en www.uqtr.ca/~bougaief/Son/Image/Lazare.doc consultado el 21/01/2011

2 Bernard Lazare, Reference, http://www.thefullwiki.org/Bernard_Lazare Consultado el 21/01/2011

3 Jesse Cohn, Messianic Troublemakers: The Past and Present Jewish Anarchism, en http://www.zeek.net/politics_0504.shtml Consultado el 21/01/2011.

4 Hannah Ahrend, Una Revisión de la Historia judía y otros ensayos, Ed. Paidos, Barcelona, 2005, Cap. 6 Herzl y Lazare.

PREFACIO

Algunos fragmentos de este libro fueron publicados, con largos intervalos, en diarios y revistas. Se les ha hecho el gran honor de discutirlos y es porque se los ha discutido que escribo aquí estas pocas líneas. Se me ha reprochado a la vez haber sido antisemita y haber defendido excesivamente a los judíos, y para juzgar lo que yo había escrito, los críticos me han ubicado desde el punto de vista del antisemitismo o del filosemitismo. Se han equivocado, pues no soy ni antisemita ni filosemita; por eso no he querido escribir ni una apología ni una diatriba sino un estudio imparcial: un estudio de historia y de sociología.
No apruebo el antisemitismo; es una concepción estrecha, mediocre e incompleta; pero he intentado explicarlo. No había nacido sin causas; he buscado estas causas. Si he logrado determinarlas, los que lean las presentes páginas lo decidirán. Me ha parecido que una opinión tan universal como el antisemitismo, que ha florecido en todos los lugares y en todos los tiempos, antes de la era cristiana y después, en Alejandría, en Roma y en Antioquía, en Arabia y en Persia, en la Europa de la Edad Media y en la Europa moderna, en una palabra, en todas las partes del mundo donde hubo y donde hay judíos, me ha parecido que tal opinión no podía ser el resultado de una fantasía y de un capricho perpetuo y que, para su nacimiento y su permanencia, debía de haber razones profundas y serias.
Por ello he querido trazar un cuadro de conjunto del antisemitismo, de su historia y de sus causas. Por ello he querido seguir sus modalidades sucesivas, sus transformaciones y sus cambios. En semejante estudio habría habido material para varios libros. He sido obligado, por lo tanto, a apretar el tema, definiendo sus grandes líneas y dejando a un lado los pormenores. Espero retomar algunas de sus partes y, algún día que deseo próximo, intentaré mostrar cuál ha sido en el mundo el papel intelectual, moral, económico y revolucionario del judío, papel éste que sólo he indicado aquí.
Bernard Lazare
París, 25 de abril de 1894