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Lucha y muerte de la Kriegsmarine

Un informe documental

Cajus Bekker

Lucha y muerte de la Kriegsmarine - Un informe documental - Cajus Bekker

242 páginas
104 fotografías b/n de la Kriegsmarine
medidas: 14,5 x 21 cm.
Ediciones Sieghels
2013
, Argentina
tapa: blanda, color, plastificado,
 Precio para Argentina: 100 pesos
 Precio internacional: 20 euros

Todo un clásico sobre la marina de guerra alemana, fue el primer libro dedicado a narrar la guerra naval desde la óptica alemana.
Cajus Bekker, cuyo nombre real era Hans Dieter Berenbrok, fue él mismo un marino alemán que se desempeñó como oficial de inteligencia naval durante la contienda y tras la guerra, ejerciendo su profesión de periodista, se dedica a recopilar todos los relatos de primera mano, desde simples marinos hasta altos rangos, reuniendo una gran cantidad de documentos con los que escribe este apasionante relato sobre las operaciones más importantes de la Kriegsmarine.
El Bismarck y su odisea, la Operación Cerbero, el final del Graf Spee, las peripecias del Scharnhost y el Gneisenau, la vida del Tirpitz, el incidente del Laconia, la única salida operacional de un submarino del Tipo XXI: el U-2511, el intento de salida de un mercante corsario armado, los submarinos enanos y torpedos humanos, hasta la labor de evacuación realizada por la Kriegsmarine en los últimos meses de la guerra. Todos ellos relatados con la pericia del especialista, el alma del novelista y la rigurosidad del investigador histórico.

 

 

ÍNDICE

Prefacio 9
I.- Adiós al Nürnberg11
Centinelas soviéticos ante el crucero «Nürnberg». — La palabra de honor del almirante rojo. — ¿Es un sabotaje emplear el radiotelémetro? — El último disparo alemán contra los rusos fue hecho el 6 de enero de 1946. 11
II.- La Batalla del Atlántico 19
Aunque Hitler no lo crea: Inglaterra declara la guerra. — Dönitz: «¡Tenía que ser a mí a quien le sucediera eso!» — La leyenda del submarino cuya tripulación se bañaba. — Aun americano se le ocurre una idea fantástica. — La muerte llega desde el cielo. 19
III.- El drama del Laconia 29
S. O. S. «Laconia» torpedeado. S. O. S. — Dönitz en el banquillo de los acusados en Nuremberg. — Los considerandos del veredicto. — El «Laconia» tenía 14 cañones... y llevaba a bordo 1.800 prisioneros de guerra italianos. — Un submarino iza la bandera de la Cruz Roja. «No efectúen más salvamentos.» 29
IV.- El Bismarck39
Los «navíos fantasmas» de Raeder. — Aparece el acorazado «Bismarck». — El «Hood» explota al cabo de seis minutos. — Sir John Tovey da caza durante nueve horas en dirección equivocada. — Un golpe de fortuna sella la suerte del «Bismarck». 39
V.- Desfile naval en el paso de Calais 49
Acto de audacia frente a la costa inglesa. — El misterio de los buques fantasmas. — Cruceros de batalla alemanes frente al Cabo Gris-Nez. — ¿Está adormecido el león británico? — El «Scharnhorst», tocado por una mina. — «Es la más grave ofensa desde el siglo XVII», escribe el «Times». 49
VI.- El fin del Graf Spee 59
Hitler y sus grandes buques de combate. — Destrucción del acorazado «Admiral Graf Spee». — Sorprendidos por los ingleses después de quince semanas de hacer la guerra en corso. — ¿Desobedeció las órdenes el capitán de navío Langsdorff? — Hábil táctica del comodoro Harwood. — El «Exeter» está gravemente averiado, pero los cruceros ligeros «Ajax» y «Achilles» atacan animosamente. — El «Spee» no puede reparar sus averías en alta mar. — Penetra en la «trampa» de Montevideo. — El almirante mayor deja en completa libertad de acción al comandante. — La torpe decisión del comandante Langsdorff. Se suicida dos días después del hundimiento de su navío. — Su carta de despedida.
VII.- Los «grandes barreños» a la chatarra 75
Hitler, víctima de los nervios ante cada acción naval. — Un día de Año Nuevo dramático. — Un submarino comunica: «Lo veo todo rojo». — Júbilo en el Cuartel General. — Un comunicado especial que cae al agua. — Los grandes buques a la chatarra. — «La más económica de las victorias navales inglesas...» — El duelo Hitler-Raeder. — El almirante mayor no quiere colaborar. — Dönitz le substituye. 75
VIII.- El buque catorce91
El Togo tiene una probabilidad contra cien. — Uno de los últimos cruceros auxiliares alemanes. — Un armamento ultramoderno. —Los bancos y las bombas. — Antes del comienzo, el fin. 91
IX.- La traición del Metox 99
Mayo de 1943, mes de luto. — Los submarinos son atacados incluso de noche y en la bruma. — Salvados otra vez por la «Cruz de Gascuña».— ¿Resulta ser el salvador un traidor? — El «Metox» ¡irradia energía! — Dönitz: «Acudid en mi ayuda, de lo contrario, éste es el fin de la guerra submarina». 99
X.- El radar 111
La guerra tiene un ojo verdoso. — La solución del enigma del radar. Nueve centímetros: una onda increíblemente corta. — Es preciso pulsar el teclado de las ondas. 111
XI.- La última travesía del Scharnhorst117
A ciegas contra un enemigo nictálope. — Ataque a un convoy cargado en extremo. — Primer disparo sobre el objetivo: el radiotelémetro queda destruido.—El jefe del servicio de reconocimiento no formula suposiciones. — El almirante Fraser cierra la tenaza. —1.900 marinos se hunden con su buque. 117
XII.- Retirada de la marina a través del continente127
La guerra de los buques de pequeño porte. — Flotillas alemanas en todas las costas de Europa. — Dragaminas sobre las autopistas. — En el mar Negro, frente a una superioridad soviética aplastante. — «Combates callejeros» sobre el mar. — «¡Mira! ¡La Marina desfila!». — Un jefe de flotilla hace desaparecer a sus dotaciones de contrabando. — ¡Entregados a los soviets! 127
XIII.- El desembarco137
Los detectores alemanes señalan «numerosos rayados». — ¿Se trata de un defecto de funcionamiento o de la flota enemiga de desembarco? Los «trabajadores del Canal de la Mancha» intervienen. — Tapiz de bombas sobre El Havre. — El fin de los últimos importunos. 137
XIV.- Submarinos enanos y tormpedos humanos 147
David contra Goliat. — Los «Neger», «Biber» y «Seehunde» intervienen. — Combatientes aislados, abandonados enteramente a su suerte. Los ingleses persiguen ardorosamente las cúpulas de plexiglás. — Submarinos en las carreteras. — ¿Va a explotar el puente de Nimega? — Los «Biber» infestan la desembocadura del Escalda. — Un puño gigante sujeta a un «Seehund». — Hacia Dunkerque con los «torpedos de manteca». 147
XV.- El Tirpitz 165
Unos submarinos enanos británicos llegan hasta el «Tirpitz»- — El acorazado alemán esquiva más de veinte torpedos. — Inglaterra anuncia que el «Tirpitz» ha sido hundido. — Ciento sesenta y ocho muertos y trescientos veinte heridos después de un ataque aéreo de once minutos.— «Reunión de todos los ciclistas sobre el césped». — Las bombas de seis toneladas completan la destrucción. — La tumba de la «reina solitaria» en el fiordo de Tromsoe. 165
XVI.- La tragedia del Báltico 175
En el ala izquierda del frente oriental. — La artillería pesada de los buques interviene en los combates terrestres. — La catástrofe de Hela: el «Prinz Eugen» aborda al «Leipzig». — El «grupo de combate Thiele» en Sworbe. — La última misión del crucero «Emden» en Koenigsberg. El fin del «Admira! Scheer» sepultado bajo los escombros. — El «Lützow», hundido, continúa tirando sobre los rusos. 175
XVII.- El gran éxodo del Este 191
Salvar lo que pueda ser salvado. — Más de 250.000 alemanes esperan en Hela. — La palabra convencional «Regenbogen» es anulada. — Las unidades blindadas del mariscal Govorod en el puerto de Libau. — Brusca partida de Copenhague. — El almirante «Curry». — ¿Adonde conducir los refugiados? — Dramático encuentro en medio del Báltico. Bravo combate, al día siguiente de la capitulación, entre una embarcación veraniega y tres buques de vigilancia soviéticos. 191
XVIII.- El Tipo XXI 209
Los nuevos submarinos alemanes. — Revolución en la guerra naval. — Del sumergible al verdadero submarino. — El radar, tenido en jaque. El tipo hidrodinámico XXI posee unos ojos eléctricos y divisa al enemigo a doscientos metros de profundidad. — Ocho días antes de la capitulación. — Unos torpedos que buscan automáticamente su objetivo.— ¿Por qué no ataca el «U-2511»? — El fin de las hostilidades salva a un crucero inglés. — Un encuentro en el puerto. — Las sorpresas de la comisión británica encargada de los submarinos. 209
Ilustraciones originales223

PREFACIO

 

Una escuadra de cruceros marchando a gran velocidad dobla la punta superior de Jutlandia para entrar en el mar del Norte. ¡Qué magnífico espectáculo ofrecen esos cuatro potentes buques con la lámina blanca que ribetea su roda! Pero no por ser magnífico ese espectáculo es menos entristecedor, pues entre esos navíos se encuentra todo lo que resta de la flota alemana después de cinco años y medio de lucha contra un adversario superior: el crucero pesado Prinz Eugen y el crucero ligero Nürnberg. Estamos en mayo de 1945, unos días después de la capitulación de Alemania; esos dos supervivientes vuelven de Copenhague a Wilhelmshaven bajo la «escolta» de dos buques semejantes británicos. Apenas entrada la escuadra en el mar del Norte asciende una señal en las drizas del Dido, buque insignia inglés. El Prinz Eugen y el Nürnberg deben proseguir solos su travesía hacia Wilhelmshaven, hacia la cautividad. El Dido se detiene y deja desfilar ante él, por última vez, a los dos navíos alemanes.
De repente, como pasan a muy poca distancia, un timonel británico inicia unas señales de banderas desde el ángulo del puente. De comandante a comandante, transmite al comenzar. Docenas, ¡qué digo!, centenares de ojos alemanes siguen atentamente el ágil juego de sus brazos y en más de una garganta, seguramente, se forma un nudo a medida que son descifradas las sílabas que envuelven el último saludo del adversario, el último deseo del vencedor al vencido:
«¡Hasta... la vista... en... tiempos... mejores...!»
Los marinos, que en este instante aprietan espasmódicamente los dientes, saben perfectamente que aquello no constituye un simple gesto de cortesía. Es una postrera manifestación de ese espíritu que el enemigo, implacable pero caballeresco, no ha cesado de mostrar sobre el mar, incluso en esta época despiadada de «guerra totalitaria».
Cuando el oficial alemán a quien iba dirigido ese mensaje británico me relató el episodio, yo apenas había comenzado a reunir los materiales para escribir la historia de nuestra Marina de Guerra. No tenía dudas acerca de lo difícil y prolongada que resultaría esa tarea. En 1945 quedaban en Alemania muy pocos documentos oficiales relacionados con los acontecimientos de los cinco años y medio de lucha. Los ingleses han publicado entretanto una serie completa de obras importantes basadas en los archivos que habían ido a parar a sus manos. Estos documentos y otros de que yo disponía habrían podido bastar para una narración descarnadamente histórica, pero como me proponía aportar testimonios más gráficos, aquéllos constituían para mí solamente el armazón que era preciso reforzar con carne y sangre.
En el intervalo me entrevisté con centenares de antiguos marinos de la Kriegsmarine, desde el almirante al simple marinero, con todos aquellos que vivieron una de las horas decisivas de esta Marina. En todos encontré la mejor voluntad para ayudarme. Pero también he oído muchas voces escépticas, pues la forma en que habían sido referidos numerosos acontecimientos capitales de la guerra naval, en el curso de los últimos años, a causa seguramente de su sensacionalismo, no respondía en nada a la verdad.
Sin embargo, la publicación de ciertos capítulos del presente libro en el Illustrierte Woche ha hecho ceder hasta esos escepticismos. Además, esto me ha valido una oleada de cartas que confirmaban, completaban o rectificaban mi relato, dándome la posibilidad de mejorar y desarrollar él mismo.
Tengo la obligación de dar las gracias desde aquí a todos aquellos que me han ayudado a precisar los innumerables detalles que contiene mi obra. Son tan numerosos que no podría nombrarlos totalmente. Deseo, no obstante, rendir particular homenaje al almirante Theodor Krancke y al contraalmirante Gerhard Wagner, quienes, gracias a su amplio conocimiento de los sucesos, me han permitido garantizar la verdad histórica de este libro.
El mejor final de este prefacio será sin duda el facilitado por las siguientes líneas, que me escribía uno de nuestros más gloriosos comandantes de submarinos: «...Me alegro particularmente de que usted haya escogido los hechos decisivos y dado al lector, gracias a ellos, una excelente vista de conjunto. Es muy deseable, a mi parecer, que muy amplios círculos que no han tenido jamás relaciones con la Marina, sepan lo que ella hizo».

CAJUS BEKKER
Dusseldorf, verano de 1953