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Interpretación Europea de Donoso Cortés

 

Carl Schmitt

 

Interpretación Europea de Donoso Cortés - Carl Schmitt

101 págs.,
Medidas: 14 x 20 cm.
Encuadernación: Rústica
Editorial Struhart & Cia., 2006
 Precio para Argentina: 35 pesos
 Precio internacional: 12 euros

 

La actualidad europea de Donoso Cortés estriba en que asestó el golpe de muerte a la filosofía progresista de la Historia con la fuerza emanada de una vigorosa imagen propia de la Historia.
En ningún momento le abandonó la clara apreciación de las realidades políticas del día. Nunca dejó de ser un certero diagnosticador, y sus predicciones son producto de un conocimiento perfectamente racional de la situación.
Donoso nos recuerda, sin embargo, a la sibila: en que, a pesar de haberse rechazado sus predicciones una y otra vez, el valor de las mismas, inesperadamente, ha ido aumentando de modo continuo.
Con cada intensificación del acontecer histórico universal su importancia ha ido creciendo al mismo ritmo, del modo que, con el peligro, aumentan también las posibilidades de salvación. Hacerlo comprender así es el propósito de este trabajo nuestro. ¡Ojalá contribuya a que ahora, en la tercera encrucijada, el nombre de Donoso no vuelva a perderse de nuevo en el vacío y a que su discurso despliegue todo su vigor!

 

ÍNDICE

Introducción 7
Interpretación europea de Donoso Cortés
Donoso Cortés y las revoluciones de 1848        .. 13
Para la Filosofía Política de la Contrarrevolución       45
Donoso Cortés. Su posición en la Historia de la Filosofía del Estado Europeo
Donoso Cortés en Alemania         65
El Infortunio de Donoso Cortés   89

INTRODUCCIÓN

 

Tres rudos golpes han herido la raíz de Europa: la guerra civil europea de 1848, el desenlace de la primera contienda mundial, de 1918, y la actual guerra civil universal, que abarca todo el planeta. Cada uno de estos acontecimientos de alcance histórico mundial ha conducido a que de repente se hablase en toda Europa de Donoso Cortés. Una y otra vez su nombre resuena entre los ecos de la catástrofe; pero siempre sólo por un instante, en los momentos de pánico del peligro, cuando el sigilo se rompía y se revelaba el sentido del misterio. En cuanto había pasado ese instante, con el pánico momentáneo se desvanecía también aquel nombre. Tan pronto como quedaba restablecida la acostumbrada normalidad, resultaba fácil demostrar que, en rigor, Donoso Cortés no fue sino un típico liberal-conservador del siglo XIX, que a menudo cambiaba de opinión.
Pero Donoso es mucho más que eso. Su actualidad europea estriba en que asestó el golpe de muerte a la filosofía progresista de la Historia con la fuerza emanada de una vigorosa imagen propia de la Historia. Sólo en apariencia, Donoso es un hombre de principios reaccionarios y de una retórica que discurre entre generalidades. En realidad, todo lo que dice en sus grandes momentos es una apelación a la Historia: «a la Historia apelo». Nada le fascina más que el arcano de la historia de pueblos e imperios, civilizaciones y continentes. Su asombro ante ese misterio es insaciable y más fuerte que todo doctrinarismo y toda retórica. Incluso los grandes pronósticos que hicieron célebre a Donoso no son sino extremas y lógicas intensificaciones de este asombro ante el enigma de la Historia. Pero, a la vez, son otros tantos testimonios de las inauditas posibilidades de una visión cristiana de la Historia si esta visión, en lucha con otras interpretaciones, supera la mera «filosofía» de la Historia. Donoso produce escasa impresión cuando se adentra en los ámbitos de la filosofía moral o de la teología. Pero resulta arrebatador y grandioso cuando se abre paso hacia la visión histórica, describiendo épocas, civilizaciones, pueblos e imperios. Entonces impresiona, en sus pasajes más intensos, incluso más fuertemente que Bossuet. Ello se explica por una tensión específicamente dialéctica. Bossuet es todavía «teólogo» de la Historia. Donoso, en cambio, ha pasado por la «filosofía» propiamente dicha de la Historia, que comienza con la Ilustración en el siglo XVIII. Durante el período liberal de su juventud se había apropiado también la construcción filosófico-histórica de progreso, inteligencia y libertad, inherente al liberalismo. Al superar en sí esta construcción filosófico-histórica, comunicó a su propia imagen cristiana de la Historia una inesperada tensión. Sólo en este hecho cabe buscar la clave de su actualidad incomparable.
Hasta 1848, Donoso se movió por entero entre las situaciones de una guerra civil intestina de España, sobre la cual proyectaban, ciertamente, sus sombras antagonismos de política exterior, sobre todo entre Francia, Inglaterra y las potencias nórdicas. Sólo el terror del 48 le reveló que la guerra civil española por fuerza tenía que convertirse en una cuestión europea, y, finalmente, de todo el planeta, y que acabaría en guerra civil mundial. Esta intuición hizo que el solitario personaje se encontrara en un aislamiento cada vez más profundo. Se convirtió en figura de Casandra. Pero esta suerte cupo a muchos europeos del siglo XIX, sin que por ello fuesen profetas apocalípticos. El propio Goethe escribía pocos años después de la revolución francesa — en 1794— textualmente: «Por desgracia en la mayoría de los casos hay que endurecer, para no ser tenido por el loco, como Casandra, cuando uno dice lo que se avecina.» Ni siquiera un sociólogo tan conscientemente científico como Max Weber, que formuló pronósticos sorprendentes, pudo escapar a ese destino. Ni la teoría del conocimiento ni la metodología pudieron evitarle el papel de Casandra.
A pesar de sus asombrosos pronósticos y de su grandiosa oratoria, yo no considero a Donoso como profeta; al menos, no más que cualquier místico y teólogo de la historia, e incluso cualquier eminente filósofo historiador pueden, de uno u otro modo, calificarse de profetas. Tampoco le tengo por mero visionario ni sibilino. En ningún momento le abandonó la clara apreciación de las realidades políticas del día. Nunca dejó de ser un certero diagnosticador, y sus predicciones son producto de un conocimiento perfectamente racional de la situación.
¿Cuál es, pues, la razón del odio terrible, a menudo diabólico, que se dirige contra ese hombre bondadoso y delicado, un odio del que encontraremos numerosas muestras en lo que sigue? No se trata de la hostilidad normal, propia de la lucha política. Ese odio guarda relación precisamente con la racionalidad de la idiosincrasia donosiana y tiene evidentemente motivos más profundos, metafísicos. Sin duda habría sido más conforme al gusto de la época el que las trágicas afirmaciones que ese español se consideraba obligado a proclamar hubiesen venido de labios de un romántico o de un primitivo. Sus enemigos habrían preferido que sus propias pretensiones de poseer el monopolio de la inteligencia no hubiesen sido desafiadas por un político de sangre fría. A pesar de su retórica arrebatadora, se advierte la seguridad racional de un espíritu que basa su visión de la historia en observaciones certeras y no se deja engañar en cuanto a la realidad política.
En un único aspecto, Donoso nos recuerda, sin embargo, a la sibila: en que, a pesar de haberse rechazado sus predicciones una y otra vez, el valor de las mismas, inesperadamente, ha ido aumentando de modo continuo. Acude a nuestra memoria la vieja leyenda de la sibila que se presentó ante el rey romano, ofreciéndole a elevado precio el libro de sus augurios. El rey rechazó la oferta, calificándola de fantástica. Entonces la sibila quemó la mitad de las hojas y exigió por el resto el mismo elevado precio que pidiera por el libro entero. Volvió a repetirse la escena, y sólo a la tercera vez el rey comenzó a presentir lo extraordinario y se declaró dispuesto a pagar el precio para salvar siquiera lo que quedaba del singular mensaje.
Del mismo modo, Donoso se halla situado ante nuestro tiempo. Con cada intensificación del acontecer histórico universal —desde 1848 y 1918 hasta la guerra civil actual que envuelve a todo el planeta— su importancia ha ido creciendo al mismo ritmo, del modo que, con el peligro, aumentan también las posibilidades de salvación. Hacerlo comprender así es el propósito de este trabajo nuestro. ¡Ojalá contribuya a que ahora, en la tercera encrucijada, el nombre de Donoso no vuelva a perderse de nuevo en el vacío y a que su discurso despliegue todo su vigor!
C.S.
1950

NOTA BIBLIOGRÁFICA

 

El trabajo titulado Interpretación europea de Donoso Cortés fue leído como conferencia el 31 de mayo de 1944 en la Academia de Jurisprudencia y Legislación, de Madrid. El ensayo Para la filosofía política de la Contrarrevolución se publicó en 1922, en unión de un artículo, como homenaje a la memoria del sociólogo alemán Max Weber. Los dos trabajos siguientes —Donoso Cortés en Berlín y El ignorado Donoso Cortés—- fueron escritos en 1927 y 1929, respectivamente, para Karl Muth, director de la revista «Hochland». Un resumen de los mismos fue leído como conferencia el 23 de octubre de 1929 en el Centro de Intercambio intelectual Germano- Español, de Madrid, y se publicó en español, también en Madrid, en 1930.

 (*) Le interesa hacer constar al traductor que, a excepción de la traducción española del trabajo titulado Donoso Cortés en Berlín no le fue accesible ninguna anterior versión castellana de los ensayos reunidos en el presente volumen. Todos ellos han sido vertidos íntegramente de nuevo al español, sobre el texto alemán de la obra Donoso Cortés in gesaniteuropäischer interpretation, editorial Greven, Colonia, 1950.