Libreria Argentina Libreria Argentina Libreria Argentina

 

Dos movimientos nacionales

José Antonio Primo de Rivera y Corneliu Zelea Codreanu

Horia Sima

Dos movimientos nacionales - José Antonio Primo de Rivera y Corneliu Zelea Codreanu - Horia Sima

116 páginas
medidas: 14,5 x 20 cm.
Ediciones Sieghels
2015
, Argentina
tapa: blanda, color, plastificado,
 Precio para Argentina: 180 pesos
 Precio internacional: 11 euros

 

 

 

 

 

 

 

 

 

A pesar de haber desarrollado en ambientes independientes y sin posibilidad de influirse recíprocamente, entre los pensamietos de José Antonio y Codreanu existen coincidencias extraordinarias. Ambos, al igual que muchos de los fascismos de la época, están compenetrados tanto por la lucha en defensa de los valores patrióticos y la resolución de los problemas sociales, como por la primacía dada a los valores trascendentes.
En pocas personalidades la vida llega a ser tan fiel testigo de su pensamiento. José Antonio y Codreanu hacen de su sacrificio su mejor discurso y con él llegan a las masas. No sólo convencen por la solidez de su razonamiento, sino por la tensión de su vida. Su doctrina es afirmación directa, verdad de buena ley, oro nativo. Brotando de la plenitud de sus almas, su doctrina y su acción política están compenetradas en un inquebrantable bloque de verdades. No son de los que piensan de una manera y obran de otra.
Para José Antonio y Corneliu Codreanu los verdaderos gozos de su vida son los de la lucha, y su única satisfacción es ver al propio sacrificio servir a la nación.
De aquí resulta también su inmenso respeto para las dos categorías nacionales que a lo largo de toda su vida persiguen un ideal: los sacerdotes y los militares. Solamente en ellos la idea de servir, la aceptación previa del sacrificio, constituye una permanente razón de su vida. Solamente ellos tienen el privilegio de ejercitar una profesión que les mantiene en contacto con las realidades mayores de la Patria y con el mundo de las supremas verdades.
Aunque sus contemporáneos no llegaron a comprenderlos plenamente, sus enemigos se dieron plena cuenta de lo que representaban, por lo que ambos terminaron siendo asesinados. Sin embargo, su gloria de mártires de la fe cristiana y nacionalista perdurará por siglos en la conciencia de los pueblos.
Horia Sima es por su posición una de las personas más capacitadas para reseñar la vida y doctrina de estos dos hombres. Graduado en Filosofía y Filología románica, militó desde jóven en el Movimiento legionario rumano, al que llegó a liderar luego de la muerte de Codreanu. Cuando Rumania cae en las garras del comunismo forma un gobierno de resistencia en el exilio en Alemania. Terminada la Segunda Guerra Mundial huye a España, desde donde preside el movimiento legionario hasta su muerte en 1993.

 

ÍNDICE

 

El autor 7
Introducción 11
I.- Aspectos generales 15
II.- La influencia del fascismo y del nacionalsocialismo 19
III.- La nación 25
IV.- El Estado 39
V.- Las clases sociales 61
VI.- El individuo 79
VII.- La política nacional 89
El destino nacional 93
El objetivo histórico 94
La justicia social 97
El frente económico de la nación 98
La revolución nacional 98
El Ejército en el Estado nacional 100
La política exterior 101
El fondo y la forma 102
VIII.- El sentido del nacionalismo 105
IX.- Religión y Nación 109
X.- La nación y el porvenir de la humanidad 113

EL AUTOR

 

La vida de Horia Sima aparece, desde su más temprana juventud, entregada a la Guardia de Hierro, que representó una lucha altiva y generosa por el honor y la grandeza de la patria rumana frente a la decadencia interior y las presiones exteriores. Nació en Bucarest el 3 de julio de 1906, donde estudió Filosofía y Filología románica, y siendo estudiante ingresa en las filas del Movimiento, que capitanea Codreanu. En 1935 es nombrado jefe de Región en el Movimiento y dos años después es elegido diputado en el Parlamento. Asesinado Corneliu Codreanu el 30 de noviembre de 1938, Horia Sima prosigue la lucha contra el Régimen. En el Gobierno Tatarescu –1940 – es ministro subsecretario de Estado. La Guardia de Hierro crece en influencia e importancia en el país. Pasa Horia Sima a ocupar otro ministerio en el Gobierno Gigurtu. Por fin en septiembre de 1940, estalla la revolución legionaria. El rey Carol abdica, haciéndose cargo del Poder el general Antonescu; Horia Sima es nombrado Vicepresidente del Consejo de Ministros. Cuando en el año 1941 el general Ion Ionescu realiza el golpe de Estado y, con el apoyo de las tropas alemanas, expulsa del Poder a los ministros legionarios -«esas cabezas locas», que dijo Hitler- los jefes de la legión, refugiados en Alemania, son internados por el Gobierno alemán, de acuerdo con Antonescu, en los campos de concentración de Buchenwald, Dachau y Sacsenhausen. Entre ellos figura Horia Sima. Primero con domicilio forzoso, después internado en Buchenwald y Sacsenhausen. Cuando en 1944 capitula Rumania, Horia Sima es puesto en libertad y llevado al Gran Cuartel Alemán para formar un gobierno rumano de resistencia. Vencida Alemania, sobrevenida la ola roja sobre Rumania, Horia Sima – 1944-1945- en Viena constituye y preside un Gobierno rumano en exilio. Sin posibilidad de actuación directa sobre su país, Horia Sima viene en exilio hasta hoy, preocupado por todos los problemas que afectan a su pueblo, sometido al dominio de Moscú. En estos años ha publicado diversos trabajos para dar a conocer al mundo el significado de la revolución legionaria y su visión de la Europa de hoy, entre los que figuran los siguientes: «La Destinée du Nationalisme» (París, 1951), «Europe at the Crossroad» (Muenchen, 1955) y «La crisis del mundo libre», aparecido en Madrid en 1958.

INTRODUCCIÓN

 

Desde el primer contacto con las obras de José Antonio y Corneliu Codreanu tendremos la sorpresa de descubrir coincidencias extraordinarias en su pensamiento. Frente a los problemas fundamentales de la Historia, José Antonio y Corneliu Codreanu adoptan parecida actitud.
Las diferencias entre sus ideas pierden importancia ante la frecuencia y calidad de los elementos comunes de su doctrina.
El hecho es tanto más significativo cuanto que José Antonio y Corneliu Codreanu se han desarrollado en ambientes completamente independientes. Hasta la presencia legionaria rumana en el frente nacional español, en el otoño de 1936, pocas noticias de lo que ocurría en España penetraban en los medios rumanos. Por otro lado, para los españoles, Rumania presentaba una imagen muy vaga, un país cuya fisonomía se diferenciaba apenas de los demás países del Este de Europa. Corneliu Codreanu y José Antonio ni se han conocido ni han tenido la ocasión de influirse recíprocamente.
Ambos han enfocado los problemas de sus naciones independientemente uno del otro, y, a pesar del aislamiento en que han vivido y se han manifestado públicamente, han llegado a conclusiones muy parecidas.
No pertenece al objeto de este estudio explicar el origen del parentesco en el pensamiento de los dos fundadores de movimiento. Hay, empero, un aspecto que tiene que ser aclarado. La doctrina de José Antonio y la de Corneliu Codreanu, antes de ser expresada por un acto intelectual, apareció en sus almas por intuición. No se trata de una construcción lógica. Su doctrina no es una creación de la sola razón, una nueva presentación de un material perteneciente al pensamiento ajeno. Con un sistema de proposiciones frías, no hubieran sido nunca capaces de concentrar en torno a sí a las nuevas generaciones. Empleando el lenguaje especifico de la razón, ambos desarrollan un conjunto de verdades que había germinado previamente en su ser intimo, como experiencia interior, como estado de espíritu. Nunca utilizan los métodos de los hombres de ciencia y de los filósofos. No hacen demostraciones, sino emplean la verdad como arma para atacar y arrebatar las posiciones ideológicas del adversario.
No dejan nunca el campo de la lucha. La verdad grita por ellos con una energía elemental, estalla como una fuerza de la Naturaleza. No sólo convencen por la solidez de su razonamiento, sino por la tensión de su vida. Su doctrina es afirmación directa, verdad de buena ley, oro nativo.
Brotando de la plenitud de sus almas, su doctrina y su acción política están compenetradas en un inquebrantable bloque de verdades. No son de los que piensan de una manera y obran de otra. Su personalidad no es desarticulada por contradicciones. Su vida se desarrolla con un tremendo rigor, siempre de acuerdo con sus principios, hasta el último sacrificio.
El heroísmo es una virtud muy difundida cuando se trata de hechos aislados, de estallidos ocasionales; pero es muy rara cuando se trata del «heroísmo duradero», del heroísmo continuo de toda una vida. Para José Antonio y Corneliu Codreanu los verdaderos gozos de su vida son los de la lucha, y su única satisfacción es ver al propio sacrificio servir a la nación.
De aquí resulta también su inmenso respeto para las dos categorías nacionales que a lo largo de toda su vida persiguen un ideal: los sacerdotes y los militares. Solamente en ellos la idea de servir, la aceptación previa del sacrificio, constituye una permanente razón de su vida. Solamente ellos tienen el privilegio de ejercitar una profesión que les mantiene en contacto con las realidades mayores de la Patria y con el mundo de las supremas verdades.
Corneliu Codreanu y José Antonio han sido demasiado grandes para su época. Sus contemporáneos no les han entendido por completo. Los que sí han entendido perfectamente lo que los dos representaban para el destino de sus naciones y de todo el mundo han sido las fuerzas del mal. Frente a ellas se habían alzado unos hombres para los cuales el plan diabólico de estas fuerzas no tenía ningún secreto.
Mientras provocaban las fuerzas del mal, José Antonio y Corneliu Codreanu no han tenido apoyo suficiente para su lucha en sus propias naciones, y tampoco en el mundo que se decía nacionalista. Los enemigos han llegado a aislarlos, a encerrarlos, y, en breve, bajo un pretexto cualquiera, a matarlos. De nada les ha servido ser inocentes. Los que les han condenado y matado no hacían más que ejecutar una sentencia previa de las fuerzas mundiales del mal.
Corneliu Codreanu había previsto su fin ya desde los primeros años de su lucha: «Mandarán capturarnos y matarnos. Escaparemos, nos ocultaremos, combatiremos; pero al final seremos muertos. Entonces aceptaremos la muerte. Correrá la sangre de todos nosotros. Este instante será el más grande discurso nuestro dirigido al pueblo rumano, y el Último.»
El «último discurso» de José Antonio y Corneliu Codreanu es la garantía del carácter duradero de su obra.
Las fuerzas del mal no han llegado a matarlos.
Su gloria de mártires de la fe cristiana y nacionalista perdurará por siglos en la conciencia de sus pueblos y de las otras naciones.
Madrid, junio de 1959.