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Comenzó en el Vístula...
... y terminó en el Elba

2 Tomos

El hundimiento del III Reich

Jürgen Thorwald

Comenzó en el Vístula... ... y terminó en el Elba - El hundimiento del III Reich - Jürgen Thorwald

635 páginas (2tomos)
Tomo I: 306 páginas
Tomo II: 329 páginas
medidas: 14,5 x 20 cm.
Ediciones Sieghels
2014
, Argentina
tapa: blanda, color, plastificado,
 Precio para Argentina: 600 pesos
 Precio internacional: 40 euros
(sólo se venden los dos tomos juntos)

 

 

 

 

 

Un libro ya clásico sobre la tragedia del hundimiento del Tercer Reich, desde la retirada del Frente del Este hasta los últimos momentos de la guerra, utilizando una gran cantidad de testimonios de participantes y ateniéndose sólo a la verdad histórica.
La tragedia comenzó en el Vístula con el hundimientos de los ejércitos alemanes en el frente del Este y terminó con la invasión de Alemania por los ejércitos soviéticos.
En la primera parte del drama, testigos y víctimas del aniquilamiento de todo un ejército desfilan por las páginas de este libro, consultados e interrogados por el autor. Todos nos ofrecen su humanidad, su verismo, su tragedia. De tales investigaciones ha resultado una colección de fuentes únicas en su género, a pesar del torrente literario inspirado por las gestas de aquellos años terribles. Jürgen Thorwald ha compuesto el primer ensayo logrado sobre el gigantesco panorama de la gran catástrofe, parcialmente desconocida en sus detalles.
En la segunda parte, el incontenible avance de la marea roja, el progresivo hundimiento de los restos de la Wehrmacht que un día fuera dueña de Europa, la atmósfera de irrealidad que envolvía el Gran Cuartel General del Führer, el terrible asedio de Berlín, los últimos momentos de los jefes nazis en el bunker de la Cancillería del Reich, las intrigas de Himmler, la incomprensión de los aliados occidentales, están narrados de manera seria y objetiva, y lo circunstancial de la anécdota no entorpece la visión histórica.
Y como apocalíptica musica de fondo a la catástrofe, una serie de atrocidades fábulosas que hacen enrojecer de vergüenza. Es un libro sin odio, un libro sensato y fidedigno que puede rendir grandes servicios en el futuro. Rompe el silencio sobre los últimos capítulos del destino de la guerra y facilita los conocimientos en el mundo necesita si quiere comprender los problemas que entonces se engendraron.

 

ÍNDICE

COMENZÓ EN EL VÍSTULA...

ZIEGENBERG9
Guderian. — Verano y otoño de 1944. — La rueda de la fortuna. — Entre el frente oriental y las Ardenas. — El comisario de defensa del Reich. — Erich Koch. — La fortificación del Este. — Trincheras vacías. — Nace la «leva popular». — Guderian y Gehlen. — Nochebuena y Año Nuevo en Ziegenberg. — El mayor bluff desde Gengis Kan. — Lucha inútil y el refuerzo del frente oriental. — El cuartel del Führer en Ziegenberg en 9 de enero de 1945. — Cinco minutos antes de las doce. — «El Führer no cree en la ofensiva rusa».

COMENZÓ EN EL VÍSTULA29
La noche de Baranow (12 enero). — Mariensee o la certidumbre de la victoria. — Arthur Greiser y el distrito del Wartha. — Los pecados, la culpa y la pregunta: ¿qué es lo justo? — Los tanques de Koniev ante Cracovia. — También ataca el grupo de ejércitos de Zhukow (1 de enero). — La tormenta irreparable. — Hitler en Berlín. — La caída de Varsovia y la caída de Bonin. — «Matad, matad, matad». — La huída ante el terror. — Nehring y von Saucken o la bolsa ambulante. — El diario del general Petzel. — Lucha en torno al mando de la reata. — Demasiado tarde. — El derrumbamiento de Greiser. — La huida del gauleiter de Posen y el fin de Greiser. — La suerte de los desamparados. — Fortificación y caída de Posen. — Reatas sin fin. — Schoerner en Oppeln. — La desbandada de Silesia. Koniev en Brieg. — El gauleiter Hanke y Breslau. — El éxodo de las mujeres. — El cerco de Breslau. — En el 63.° ejército soviético. — «Lo más horrible que he visto». — Ataque aéreo de Dresde. — La huida por el Niesse. — Nieboff. — Asedio de Breslau.

TORMENTA SOBRE PRUSIA ORIENTAL87
Comienza la catástrofe. — Salida tardía. — Reinhardt y Hitler. — Hossbach toma una decisión. — La esperanza de millones: irrupción en el Vístula. — Caída de Hossbach. — De Reinhardt a Rendulic. El general Mueller y el «amo del Este». 7- Sobre el hielo de la laguna. — La huida de Koenigsberg. — El último socorro. — Ante la tormenta. — El ataque a Koenigsberg. — El general Lasch capitula. — El final en Samland. — La fuga de Erich Koch.

LA HUIDA SOBRE EL BÁLTICO137
Gotenhafen. — El hundimiento del Wilhelm Gustloff. — Tormenta en Pillau. -El General von Steuben. — Los 7.000 del Goya.

ENTRE EL VÍSTULA Y EL ODER155
La retirada del Segundo Ejército. — El gran boquete. El gauleiter Forster y la evacuación de Prusia Oriental. — Reatas en el Nogat. — Sangre en la nieve. — Todavía Curlandia. — Himmler, comandante supremo del Grupo de ejércitos «Vístula». — Ballauf, las SS y los tanques de Zhukov en el Oder. — Temor de Himmler por su prestigio. — El drama del heroísmo y la realidad. — Desde Deutsch-Krone en el Croessinsee a Prenzlau. — Ataque de flanco contra Zhukow. — Wenck y Himmler — El gran problema de conciencia. — El gauleiter Schwede-Coburg.— El estudiante Paul Scholtis o el continente de las bestias. — El derrumbamiento de Pomerania. — En el tren hospital de las SS. — Los supervivientes de Graudenz.— «Ciudadanos de Danzig». — El destino de Forster. — Kolberg. — Cartas de los rezagados.

EPÍLOGO207
FUENTES211

… Y TERMINÓ EN EL ELBA

HEINRICI O LA ÚLTIMA ESPERANZA219
Heinrici. — Guderian y el relevo de Himmler. — El frente del Grupo de ejércitos «Vístula». — Entre el Este y el Oeste. — Heinrici y Himmler. — «Mis agentes han establecido comunicación.» — En el Oder. — La realidad del frente del Oder. — Kuestrin. — La caída de Guderian. — El general Krebs. — En la Cancillería del Reich. — Sobre Francfort. — Fuga en ilusiones. — «Le ofrezco cien mil hombres de la aviación.» — «En el Oder se decidirá la suerte de Europa.» — «Treinta mil hombres y mil fusiles.» — La suerte de Berlín. — «Tierra muerta.» — Speer y Reimann. — La señal de fuego.

LA BATALLA DE BERLÍN257
El 16 de abril. — La ofensiva soviética en el Oder y el Neisse. — «Berlín sigue alemán y Viena lo volverá a ser.» — La irrupción de Konjew. — El destino del IX Ejército. — El cerco del IX Ejército. — El 20 de abril. — Odio. — La última conferencia de Goebbels a las 11. — Tres millones de berlineses. — El Grupo de combate de Steiner y el socorro de Berlín. — El 22 de abril. — Primer desfallecimiento de Hitler. — Ilusiones que engendran ilusiones. — La esperanza de una reversión de ingleses y americanos. — Defendemos a Europa. — Historia del ejército de Wenck. — Jodl en Krampnitz. — Otra vez el grupo de combate de Steiner. — De Baerenfaenger a Wedling. — ¿Dónde están los ejércitos de socorro? — La batalla de Berlín. — De batalla en batalla. Discrepancias entre Keitel, Jodl y Heinrici. — La manía de Jodl: «Hay que liberar al, Führer». — El destino del III Ejército acorazado. — El destino de la ciudad de Nuebrandenburg. — La caída de Heinrici. — En el refugio de la Cancillería del Reich. — Las últimas peticiones de auxilio. — Resignación de Hitler. — El testamento político. — Nombramiento de Doenitz para sucesor. — Krebs trata con el general Tschuikow. — Fritzsche. — El intento de salida de los supervivientes del refugio. — La capitulación de Berlín. — Los combates del ejército de Wenck. — Los últimos del IX Ejército. — Wenck capitula en el Elba. — Doenitz en Ploen. — Los últimos combates en Mecklenburgo. — Von Tippelskirch y Student. — Schwerin von Krosigk. — Paz en el Oeste. — Lucha contra el bolchevismo. — Von Friedeburg en el Cuartel General de Montgomery. — Jodl en Reims. — Se hunden las ilusiones en Flensburgo. — El final de Himmler. — El 8 de mayo o la capitulación definitiva.

LA ISLA DE LOS CONDENADOS O LA TORMENTA SOBRE PRAGA377
La estación de Josephstadt. — Schoerner en Berlín — Desde Moscú a Guben. El encuentro de Torgau. — La última orden de Hitler. — Mutschmann. — La batalla de Breslau. — La isla de los bienaventurados. — Bohemia y Moravia. — La huída de los malos. — Las últimas semanas. — Entre el temor y la ilusión. — Antonow y Eisenhower. — Karl Hermann Frank y el «mar de sangre». — Antes de la tormenta. — Insurrección en Praga. — Islas en la tormenta. — El último juego de Wlassow. — Schluesselburg. — El sanatorio Wolchow. — Los últimos días de Schoerner. — La huída del gigante de barro. — El final del I Ejército. — «Dentro de dos años pensarán en mí.» — El desencadenamiento de las bestias. — Ante el presidio Ruzyn. — No había más gente. — «Que Dios se apiade de sus pobres almas.»

LOS PERDIDOS DE CURLANDIA423
El 8 de mayo de 1945. — Esperanzas y desengaños. — De la primera a la sexta batalla de Curlandia. — Schoerner, Rendulic, Vitinghoff, Scheel y Hilpert. — El traslado del ejército de Curlandia. — Entre Pelci y Flensburgo. — El final en Libau. — La ilusión del general Foertsch. — Woina kaputt. — La marcha de los 180.000. — ¿Con qué propósito? — Final en Flensburgo.

EPÍLOGO435
FUENTES437

EPÍLOGO I

 

Este libro no es una novela, sino una información de hechos acaecidos incluso en donde adopta la forma de narración. Es verdad histórica, tal como hoy puede deducirse semejante verdad por un hombre imparcial que la busque.
El libro se basa en unos dos mil documentos que han sido utilizados como fuentes. Se trata de fuentes impresas o manuscritas, libros, folletos, periódicos y hojas sueltas, cartas, diarios, declaraciones juradas, finalmente informaciones prolijas sobre los recuerdos de personalidades que tuvieron puestos directivos, así como notas estenográficas de entrevistas llevadas a cabo por el autor o sus colaboradores con otras personalidades.
El libro, así como la colección de fuentes en que se basa, proceden de una serie de artículos aparecidos en el semanario de Stuttgart Christ und Welt; con ella se intentó describir a grandes rasgos esquemáticos la horrible historia de Alemania Oriental en la primavera de 1945. Estos esquemas estaban muy lejos de alcanzar una imagen definitiva; querían y pudieron ser una sugerencia, pero nada más.
Las fuentes que existían al principio eran provisionales y no muy dignas de crédito, y así eran inevitables los errores. De todos modos los artículos llenaban su cometido de sugerencia de manera sorprendente; se recibieron numerosas comunicaciones de amplios círculos que habían leído tales artículos y surgió una abultada colección de materiales sobre la que se basa este libro. Se trata de un estudio innovador de las fuentes, muy distinto a la pretensión habitual de los trabajos históricos, cosa imposible y desusada en épocas caóticas, pues se trata en gran parte de estudios sobre «seres vivos», es decir, sobre testimonios de hombres que como militares, funcionarios y mandos del partido, tuvieron influencia en los acontecimientos de entonces o conocieron su desarrollo. Únase a todo esto el número muy considerable de testimonios epistolares incidentales de los que vivieron y padecieron aquella tragedia de la primavera de 1945. En la tormenta final de la guerra se destruyeron, con consentimiento de Hitler o sin él, muchos documentos sobre el Tercer Reich; lo conservado lo embargaron las potencias vencedoras, así que no queda otro camino que el de interrogar directamente a los testigos todavía vivos de aquellos días.
Siempre ha sido requisito para la investigación histórica encontrarse a distancia de las cosas que se han de tratar. Pero cuanto más tiempo transcurre hoy, los recuerdos de los supervivientes se llenan de lagunas e inseguridad; por eso se da la paradoja de que precisamente a medida que crece la distancia más se confunde el cuadro de la realidad, en vez de aclararse. Sobre fechas y particularidades se observan hoy ya las consecuencias de una inseguridad creciente ante los recuerdos. El fenómeno se ha comprobado muchas veces en el presente trabajo y ha exigido fatigosas valoraciones comparativas de diferentes informes orales, hasta llenar lagunas y aclarar contradicciones, como en el caso de intento de ruptura del cerco del 4.° ejército en Prusia Oriental.
En la presentación de una materia tan amplia en el espacio y en el tema, sería temeridad del autor la pretensión de ofrecer una imagen inatacable, libre de todo error. Pero en su conjunto el número de errores creemos es escaso y en definitiva sin importancia, considerado el volumen total de la empresa. No alteran lo que en conjunto quiere decir el libro, que no es una obra de historia definitiva, sino un llamamiento a ulteriores investigaciones de un tema que ya se ha hecho histórico, pero que todavía sigue velado; hay hombres y potencias que desean la oscuridad sobre estas cosas y es tarea de los supervivientes colaborar en la aclaración de lo confuso y en la eliminación de los errores. Tales colaboraciones serán más importantes cuanto que no faltarán intentos para poner en duda la verdad del conjunto, aprovechándose de errores de detalle.
El libro hallará amigos entre todos aquellos que vean el retrato de su propia desgracia y la iluminación de los trasfondos que entonces desconocían y que hasta hoy han permanecido ignorados; hallará amigos también entre todos aquellos que saben que los hechos históricos no se pueden ocultar sustituyéndolos por una pintura simplificada a base de blanco y negro, o una clasificación cómoda de los pueblos en morales e inmorales, o para mantener enhiestos resentimientos y doctrinas y evadir el reconocimiento de una responsabilidad que no sólo hay que buscarla en uno de los campos; encontrará amigos, finalmente, entre aquellos que hayan reconocido que las verdades sofocadas son peores que si se manifiestan públicamente, por que siguen actuando ocultamente y provocan aquella amargura que prepara los nuevos eslabones en la cadena de las desgracias.
El libro también encontrará enemigos: no sólo en la Unión Soviética y en los propagandistas comunistas de todo el mundo que quisieran pasar rápidamente por encima y relegar para siempre al pasado el capítulo sombrío que ofrece la historia de la conquista soviética, que fomentó el desarrollo sobre territorio europeo de los peores instintos entre los más primitivos de sus pueblos, con lo que se hirió a sí misma y malogró la posición moral que había logrado crear, parte con razón y parte sin ella, desde 1941 en todo el mundo. No tendrán reparo en señalar este libro como antisoviético, antidemocrático y como perjudicial para la paz. En este libro se ha expuesto la realidad histórica, y la Unión Soviética serviría mejor a la paz y a sí misma y a sus pueblos, si no negase la verdad y reconociera este horrible extravío, igual que Alemania ha de reconocer sus terribles equivocaciones. Hay muchos caminos sin venganza y sin odio para conseguir una reparación que por lo menos aproxime a los pueblos; se conseguirían en una hora de conversación entre hombres independientes, pero en verdad no se hallarán en una atmósfera de imperialismos o de nacionalismos.
Probablemente también surgirán reservas contra este libro entre aquellos que participaron en los acuerdos de Casablanca, de Teherán, de Yalta o de Potsdam, aun cuando la mayoría de ellos hoy ya hayan reconocido que entonces se encontraban presos de las ilusiones y en un fanatismo de cruzada, que sabían poco de los trasfondos de la tragedia de Alemania Oriental y además estaban predispuestos a un juicio frívolo sobre ellos. También tienen límites su razón, sus sentimientos jurídicos y su conciencia, porque también son hombres.
E igual que entre ellos, también este libro tropezará quizá entre nosotros, los alemanes, con la reserva que ensombrece las desgracias del nacionalsocialismo, que aun hoy, prevenciones e ideologías impiden examinar con sobriedad, ya que los colores de la realidad no son sólo colores agradables a la vista.
Finalmente, habrá lector de este libro que le defraudará no hallar lo que esperaba encontrar, después de haber contribuido en la medida de sus fuerzas a la recolección de sus fuentes. Comprendan éstos que un libro que trata de unos sucesos tan grandes y tan amplios, no puede detallar demasiado ni puede citar todas y cada una de las ciudades y aldeas en las que se ahorcaron, vejaron y asesinaron personas. Muchos creerán que lo insertado no guarda proporción con lo que padecieron y muchos esperarán hallar una condena o una completa justificación de grupos concretos de los protagonistas alemanes o de la generalidad quizá, o de los dirigentes del partido o de la administración; y otros se enfadarán porque se critica a personalidades que ellos aprecian y sobre las que nos dieron datos. En verdad algunos encontrarán poco elegante que no se les dispense de la crítica.
Pero este libro busca un cuadro de conjunto. No es un libro sobre la responsabilidad de los demás y la disculpa personal. No fué escrito para enaltecer a los generales o para condenar o trastocar sin excepción a los hombres del partido. No fué escrito para demostrar la propia inocencia y marcar al fuego la responsabilidad de los otros en descargo propio; tampoco fué escrito para suscitar nuevos odios, sino que se escribió para buscar en todas partes la verdad, en la medida que es esto posible hoy día y a un hombre imperfecto. La enseñanza que este libro pueda transmitir a los alemanes y también a los demás pueblos, se apoya sólo en la verdad

EPÍLOGO II

 

Este libro es la continuación del volumen COMENZÓ EN EL VÍSTULA, en donde se expuso la tragedia del derrumbamiento de Alemania Oriental desde enero de 1945 a marzo del mismo año. Es un relato histórico en la medida que la verdad puede hoy descubrirla un hombre aislado que la busque. También es un libro que se apoya en un gran número de documentos que han sido elaborados como fuentes del relato. Son más de un millar, son también fuentes impresas o manuscritas, folletos, libros, periódicos, hojas sueltas, cartas, diarios, declaraciones juradas y recuerdos comunicados expresamente por personalidades militares y políticas que entonces tenían un papel directivo, así como notas taquigráficas de conversaciones sostenidas del autor o sus colaboradores con dichas personalidades.
También este nuevo volumen se apoya como el precedente en un estudio de las fuentes esencialmente nuevo y que hasta el día no responde a los postulados corrientes del trabajo histórico, pues se trata en gran parte de estudios realizados sobre «seres vivientes», es decir, respuestas de gentes que como administradores, soldados, funcionarios o miembros del partido, influyeron en los sucesos de la primavera de 1945 o tuvieron acceso a los mismos.
En la tormenta del final de la guerra fueron destruidos con o contra la voluntad de Hitler, numerosos documentos sobre la historia y las postrimerías del III Reich alemán y lo que se salvó fué incautado por las potencias ocupantes del país. Muchos documentos desaparecieron en los archivos de Nuremberg, otros muchos fueron enviados al otro lado del Atlántico. Por ello no quedaba otro remedio que interrogar directamente a los testigos que aún viven de aquellos días.
Siempre fué principio de la investigación histórica lograr distanciamiento respecto de los sucesos que se van a estudiar, pero el tiempo pasa y cada vez aumentan las lagunas y pierde confianza el recuerdo de los supervivientes. De ello resulta la paradoja de que progresivamente un alejamiento creciente respecto de los sucesos enturbia más la claridad de la realidad, en vez de purificarla. Hoy mismo se nota ya sobre fechas y detalles un evidente desfallecimiento de la capacidad retentiva de la gente. Esto se ha comprobado en muchos puntos de este estudio y para citar sólo uno entre muchos, hay contradicciones manifiestas por ejemplo sobre el relevo de Guderian, y lo mismo cabría señalar para otros temas. Por ello ha sido necesario la trabajosa valoración comparativa de distintas noticias relativas a un mismo asunto, para tratar de cerrar lagunas y de aclarar contradicciones. Muchos supervivientes de los acontecimientos de entonces se decidieron a dar testimonio al cabo de muchas insistencias, en especial los soldados, pues como consecuencia del trato que recibieron en 1945 estaban llenos de amargura y durante mucho tiempo se negaban a hacer declaraciones, convencidos de que toda declaración sólo serviría para seguir difamando a sus camaradas.
Vale también para este libro cuanto se dijo en el epílogo de COMENZÓ EN EL VÍSTULA. En la exposición de materia tan amplia y dilatada era necesario evitar que el autor quisiera ofrecer para cada punto una exposición libre de errores e inatacable. En su conjunto el número de tales errores será minúsculo y dada la complejidad de la materia, despreciable, pues en nada alteran lo que el libro pretende decir. Pese a lo cual es tarea de los supervivientes que lleguen a leer este libro colaborar en la aclaración de confusiones y en la eliminación de los errores.
Este libro, igual que el primero, encontrará amigos entre todos los que vean en él la representación de sus propias desdichas y la aclaración de los trasfondos que entonces desconocían y que han permanecido hasta la fecha ignorados. Hallará también amigos entre todos los que saben que en los hechos históricos no cabe simplificar la pintura hasta el punto de reducir la paleta a tonos blancos y negros y clasificar inflexiblemente a los pueblos en morales e inmorales, ni sostener doctrinas o resentimientos que a fin de cuentas son insostenibles, o que comprenden que no cabe reconocer la culpabilidad de los acontecimientos achacándola sólo a una de las partes.
También encontrará amigos entre los que han reconocido que las verdades ocultas son peores que las públicas, pues actúan subterráneamente y crean amarguras que forjan nuevos eslabones en la cadena de la desgracia. Pero el libro encontrará también sus enemigos, no sólo en la Unión Soviética, sino también entre los que participaron en los acuerdos de Casablanca, Teherán, Yalta y Potsdam y que crearon los cimientos reales, ideológicos y propagandísticos de la actitud de los aliados occidentales antes y durante la capitulación alemana. La mayoría de ellos ya han reconocido hoy que entonces se hallaban llenos de ilusiones o dominados por un parcialista fanatismo de cruzada y que muchos no sabían o no quisieron saber los trasfondos de los sucesos del Este y mucho menos de la nueva potencia de la Unión Soviética. También hay que conceder limitaciones a sus conocimientos, a su sabiduría politica y a sus sentimientos jurídicos. También este libro encontrará reservas entre alemanes amargados por los abusos, errores y luchas del nacionalsocialismo, o por su suerte personal mientras gobernó Hitler; y en general en los que todavía hoy rehuyen llenos de prevenciones ideológicas examinar y admitir que los colores de la realidad no son sólo el blanco y el negro.
Por último habrá lectores que se sentirán defraudados al no hallar nada de lo que esperaban encontrar después de haber colaborado en la reunión de fuentes para el trabajo; pero han de comprender que un libro que trata de tan magnos sucesos, de tanta amplitud, no puede descender a detalles, no puede nombrar toda ciudad y aldea en la que ahorcaron a la gente, la saquearon, la mancillaron. Muchos creerán que no son suficientes las descripciones de los horrores que soportaron en Berlín, en Mecklenburgo y sobre todo en Praga y Checoeslovaquia. Muchos observarán que faltan tanto del lado alemán como del otro opiniones condenatorias de tales o cuales dirigentes; otros no gustarán que personalidades apreciadas por ellos y en cuyo favor depusieron, sean criticadas en estas páginas.
Pero en este nuevo libro sólo cabe reiterar lo que ya se dijo en el de COMENZÓ EN EL VÍSTULA: no se ha escrito para demostrar la falta de responsabilidad propia y señalar la culpa de otros en descargo de uno, ni tampoco para provocar nuevos odios. Igual que el primer libro se ha escrito para hallar la verdad en todas partes, en la medida que hoy y con hombres imperfectos, es posible lograrlo, pues sólo en la verdad radican las enseñanzas que este libro quiso comunicar tanto a los alemanes como a los demás pueblos.