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Las organizaciones juveniles en la Italia Fascista

 

Renato Marzolo

Las organizaciones juveniles en la Italia Fascista - Renato Marzolo


112 páginas
medidas: 14,5 x 20 cm.
Ediciones Sieghels
2017
, Argentina
tapa: blanda, color, plastificado,
 Precio para Argentina: 190 pesos
 Precio internacional: 14 euros

Dado que uno de los cometidos fundamentales del Fascismo consistió en la educación espiritual, moral y física de las nuevas generaciones, de sus premisas revolucionarias se desprende la imprescindible necesidad de preparar a los jóvenes, desde su más tierna edad, para que sepan acoger y desarrollar los motivos predominantes del Fascismo.
Consecuentemente, se crearon una gran cantidad de organizaciones y actividades con el fin de impregnar a la juventud de valores e ideales, junto con proveerles una preparación que incremente su fuerza y su formación.
Siendo el Fascismo un movimiento cargado tanto de doctrina como de acción revolucionaria, generó en el espíritu de los jóvenes una inmediata atracción que hizo se ubicaran a la vanguardia de su acción.
En el presenta trabajo se presentan suscintamente dichas organizacione, tanto como su estructura y actividad, que incluía la preparación cultural, espiritual, deportiva y pre-militar; la enseñanza de la educación física en las escuelas primarias y secundarias; la institución y funcionamiento de cursos, escuelas, colegios, academias, la asistencia a las necesidades de los jóvenes tanto como las actividades recreativas.

 

 

 

ÍNDICE

Premisa9
La estructura de las organizaciones juveniles15
La Obra Balilla.15
La Juventud Italiana del Lictorio.16
Las categorías.17
Cometidos.22
Organización financiera.23
Organización central y periférica - La leva fascista25
Organización central.25
Organización periférica.25
La inscripción.27
La leva fascista.27
Formación de los cuadros -Academias, colegios y cursos para dirigentes31
El problema de los cuadros.31
La Academia de la G.I.L.32
Para ingresar en la Academia.33
Los programas de estudio.34
La educación física.35
El Centro de preparación política.37
El Colegio “Littorio”.38
El Colegio de maestros de Udine.39
Cursos para oficiales y suboficiales.39
Adiestramiento premilitar47
Comandos y centros premilitares.48
Instrucción general y instrucción especializada.49
Como se desenvuelven los cursos.50
La escuela de perfeccionamiento para instructores de la G.I.L.52
El Campamento «Roma»52
Asistencia sanitaria55
Características de la asistencia.55
Seguro mutuo.56
La «befana fascista».59
Las colonias climatoterápicas.59
Actividad deportiva61
Características generales.61
El personal docente y los alumnos.62
Criterios de la reforma.68
Campeonatos nacionales.69
Actividad cultural73
La educación del espíritu.73
Periódicos para niños.74
Bibliotecas.74
Cinematógrafo.75
Cursos de cultura política.76
Cursos elementales.76
Cursos femeniles.77
Teatro de aficionados.77
Educación musical.78
Cruceros.78
Los Agonales.79
Los «Ludi Juveniles».80
Organizaciones femeniles81
Principios generales.81
«Jóvenes italianas» y «Pequeñas italianas».82
Organización jerárquica.83
Educación física.83
Cursos de economía doméstica.84
Cursos de puericultura.85
Otras actividades.86
Gasas de la G.I.L.89
Criterios constructivos.89
El Foro Mussolini.96
Apéndice101
Fuentes legislativas101
Bibliografía107
Índice de ilustraciones108

Premisa

 

Uno de los cometidos fundamentales del Fascismo consiste en la educación espiritual, moral y física de las nuevas generaciones. De las mismas premisas revolucionarias del Fascismo se desprende la imprescindible necesidad de preparar a los jóvenes, desde su más tierna edad, para que sepan acoger y desarrollar los motivos predominantes del Fascismo.
La misma naturaleza del Fascismo, como contenido de doctrina y de acción, es tal que ejerce una inmediata atracción sobre los espíritus de los jóvenes; por ello, fueron innumerables los adolescentes que dieron en las primeras vanguardias la contribución de su acción y aún de su sangre.
Cuando la Revolución fascista aún estaba en sus albores, en los años 1919 y 1920, las primeras patrullas juveniles, las “vanguardias estudiantiles», escribieron páginas inolvidables en la historia del Fascismo.
Acomunados en la misma fe y en el mismo entusiasmo, estudiantes y jóvenes obreros dieron su adhesión a la nueva organización; por esto, a fines de 1921, el secretario general del Partido, Miguel Bianchi, determinó mudar nombre y estructura de la misma, denominándola «A-vanguardia giovanile fascista» — A.G.F. — (Vanguardia juvenil fascista).
Del 1920 a 1924, no fueron pocos los tributos de sangre que la vanguardia juvenil ofreciera a la causa de la Revolución : tributos de valor espiritual inmenso, si se considera que los mártires fueron jovencitos de quince a diez y ocho años de edad, adolescentes enjundiosos que habían abandonado las aulas para combatir, al lado de los veteranos de las «escuadras de acción», en una batalla cuya importancia y significación apenas lograban comprender.
El entusiasmo y la pasión propios de la primera juventud, una innata necesidad de combatir y de triunfar, el oscuro sentimiento de tener que contribuir a la grandeza de la patria, mucho más que una convicción adquirida mediante el estudio de los programas políticos, era lo que impulsaba a aquellos jóvenes a arrostrar el sacrificio glorioso. Su ejemplo no es de los que pueden olvidarse, e ilumina con su luz todo el camino recorrido por el vanguardismo. Aún a la distancia de siglos, servirán de admonición a las nuevas generaciones los nombres de Pierino Delpiano, Ferruccio Barletta, Giacomo Schiró, Gino Bolaffi, Natalino Magnani, Giovanni Berta, Aldo Sette, Gigino Gattuso, Amos Maramotti, Pierino Fantini, Gian Vittore Mezzomo, Domenico Mastronuzzi, Emilio Ingravalle, Arrigo Apollonio, Mario Toniolo, Aldo Mazzei, ítalo Gambacciani, Ercole Mainardi, Pió Costa, Walter Branchi, Ugo Pepe, Cario Grella, Cario Amato, Gino Tabaroni, Edmondo Squarzanti, Vittorio Benetazzo, Arrigo Galeffi, ítalo Spaggiari, Duilio Guardabassi.
Algunos años más tarde, y bajo auspicios menos cruentos, se fundaron las primeras agrupaciones de «balillas», que tomaron no sólo el nombre, sino también y sobre todo el espíritu y el ardimiento del heroico rapaz genovés. Es sabido que «Balilla» era el apodo de Gian Battista Perasso, el chico genovés que con un gesto audaz de rebelión dio la señal de la lucha que arrojó a los Austríacos de Genova, aliada, ésta, de los Franceses y de los Españoles en la guerra de sucesión al trono de Austria.
Por esto todos los niños de Italia, encuadrados en la gran organización juvenil, celebran con entusiastas manifestaciones el aniversario tradicional del gesto de aquel a quien llamó el poeta «divino rapazuelo» (5 de diciembre de 1746).
La ola de cálido entusiasmo que arrastró al pueblo italiano en ocasión de la Marcha sobre Roma engrosó considerablemente las filas de los «balillas» y «vanguardistas», a quienes el Partido no dejó de dar un principio de encuadramiento y organización, ampliados y perfeccionados en los años sucesivos.
En esa época ya se comenzaban a ver, acá y allá, junto a los Fascios femeninos, los primeros grupos de jovencitas con blusa negra, embrión de la vasta y poderosa organización actual, que abarca a más de tres millones de inscriptas.
El viático de la nueva juventud de Italia, encuadrada tras los negros lábaros de la Revolución, lo dio el Duce, en un escrito profético aparecido en el primer número de Giovinezza («Juventud»), el batallador periódico de las organizaciones juveniles fascistas:
«Lorenzo de Médicis escribió en sus tiempos los versos famosos :
Com’é bella giovinezza
che si fugge tuttavia;
chi vuol esser lieto, sia:
del doman non v’é certezza.
«Hay en estos versos un eco del horaciano Carpe diem. La juventud es hermosa, porque tiene ojos límpidos, y con ellos se asoma a mirar el vasto y tumultuoso panorama del mundo; es hermosa, porque tiene corazón intrépido que no teme a la muerte. Es extraño, pero verdadero : solamente la juventud sabe morir. La vejez se agarra a la vida con desesperada tenacidad.
«No es ésta la época de la alegría. En tiempos de Lorenzo de Médicis, cuando con la revolución del Renacimiento se ensanchaban los horizontes del espíritu, era posible la espontánea alegría que no se preocupa del mañana. Era la época de los juegos y de las chanzas. Hoy ya no.
La alegría ya no es sino una pausa en la batalla. El mundo no está aún curado. La juventud se ve arrebatada en el fragor de las pasiones y a los veinte años ya hemos vivido tanto como en un tiempo a los cuarenta. No importa. La juventud consiste en aceptar y en violar el destino.
«¡Juventud italiana! Sé digna de tu pasado y de tu porvenir. Que los libros sean las armas de tu inteligencia, y no el veneno que la mata. Tus santos son Balilla y Mameli, los adolescentes de Curtatone y Montanara, Oberdan y Rismondo, y los innumerables que desde 1915 a 1918 dejaron las aulas por las trincheras, marcharon al asalto gritando : ¡Viva Italia! y hoy duermen en pequeños cementerios olvidados.
«Juventud italiana de todas las escuelas y de todos los campos de obras, haz que la Patria no falte a su radioso porvenir; haz que el siglo xx vea a Roma, centro de la civilización latina, dominadora del Mediterráneo, faro de luz para todas las gentes».