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La mentira de Auschwitz

 

Thies Christophersen

La mentira de Auschwitz - Thies Christophersen

120 páginas
medidas: 14,5 x 20 cm.
Ediciones Sieghels
2015
, Argentina
tapa: blanda, color, plastificado,
 Precio para Argentina: 180 pesos
 Precio internacional: 12 euros

Thies Christophersen (1918 - 1997) se desempeñó, a lo largo de la Segunda Guerra Mundial, como agrónomo enviado a los laboratorios de la planta Bunawerk en Auschwitz, para realizar tareas de investigación en el área de la fabricación de caucho sintético por encargo del Kaiser Wilhelm Institut, en 1944. Gozaba de libertad para moverse dentro las instalaciones del campo y tomar diversas fotografías. Visitó todos los campos que constituían el complejo Auschwitz y años mas tarde escribió: "Durante toda mi estadía en Auschwitz nunca observé la más leve evidencia de ejecuciones masivas en cámaras de gas". En base a sus propias vivencias y a entrevistas que sostuvo con otros testigos citados en su libro, algunos de ellos judíos, afirma que si hubiera habido cámaras de gas en Auschwitz él las habría conocido.
Por contar su verdad en un libro se convirtió en perseguido político y tuvo que abandonar Alemania. Christophersen estuvo dispuesto a presentarse al juicio en Alemania si el sistema le permitía seleccionar y presentar expertos testigos de su elección. Pero los tribunales alemanes no tuvieron el valor de permitir tales testigos.

 

ÍNDICE

 

Propaganda de atrocidades contra Alemania. La enfermedad de nuestro tiempo 7
Prefacio del abogado Manfred Roeder 11
El silencio impuesto 21
Kok Saigis 27
La vida del campamento 31
Olga 37
¿Campo de exterminio? 41
ANEXOS
Cartas 82
¿Qué pasó en Dachau? 87
La mentira de los 238.000 asesinados en los hornos crematorios. Por Ludwig Paulin
Apéndice: Demostración de que la acusación judaica de haber sido gasificados por Hitler 6 millones de judíos es una gran mentira 104
Kreisky vs. Wiesenthal 107
Circular de Manfred Roeder tras el juicio 111

Propaganda de atrocidades contra Alemania

 

La influencia devastadora de la propaganda hace difícil a los seres humanos, también a los bienintencionados, reconocer y juzgar los sucesos reales del acontecer contemporáneo. Ya lo hemos comprobado en los últimos años de la primera Guerra Mundial y en la época posterior.
“En mayo de 1945, pocos días después del derrumbe, tuve una entrevista memorable con un importante representante del enemigo. Se me presentó como profesor universitario de su país, que deseaba conversar conmigo acerca de los fundamentos históricos de la guerra. Fue una conversación de alto nivel la que mantuvimos. Repentinamente cortó la discusión, señaló los volantes que estaban delante de mí sobre la mesa, con los cuales fuimos inundados en los primeros días siguientes a la capitulación y que se ocupaban principalmente de las “atrocidades” de los KZ.1
“¡¿Qué dice usted a esto?”, así me preguntó. Yo respondí: ¿Oradour y Buchenwald? En mi caso usted echa abajo puertas abiertas. Soy abogado y condeno a la injusticia donde la encuentre, pero sobre todo cuando se comete de nuestro lado. Pero sé hacer una diferencia entre los hechos y el empleo político que de ellos se hace. Sé lo que es propaganda de atrocidades. Después de la primera Guerra Mundial he leído todas las publicaciones de vuestros peritos sobre estas cuestiones, los escritos de la Oficina de Northcliff, el libro del ministro de finanzas francés Klotz De la guerra a la paz, en el que describe cómo fue inventado el cuento de las manos de niños cortadas a hachazos y qué provecho se extrajo del mismo, los escritos esclarecedores de la revista Crapouillot que compara la propaganda a atrocidades de 1870 con la de 1914/18 y finalmente el libro clásico de Ponsonby: La mentira en la guerra. En él se revela que ya durante la guerra pasada se disponía de talleres en los que se componían montañas de cadáveres artificiales mediante fotomontaje con muñecas. Estas fotos eran distribuidas. Al respecto se dejaba en blanco el texto al pie. Más tarde era insertada de acuerdo con la necesidad telefónicamente a través de la Central de Propaganda.”
Al decir esto saqué uno de los volantes que supuestamente representaba montañas de cadáveres de los KZ y se lo mostré a mi visitante, que me miró perplejo. Proseguí entonces. “No puedo creer que en esta guerra, en la que todas las armas fueron perfeccionadas de tal manera, esta arma venenosa, que decidió la primera guerra, haya podido ser descuidada. ¡Más aún, lo sé! En los últimos meses antes del derrumbe estuve leyendo diariamente la prensa extranjera.
Ahí se informaba desde una Central acerca de las atrocidades alemanas. Se procedía al respecto con un determinado turno. Le tocaba a un territorio ocupado tras el otro: hoy Francia, mañana Noruega, después Bélgica, Dinamarca, Holanda, Grecia, Yugoslavia y Checoslovaquia, etc. Por de pronto eran centenares de muertos en los campos de concentración, luego, cuando 6 semanas más tarde le tocaba nuevamente el turno al mismo país, miles, luego diez, luego centenares de miles. Pensé entonces: ¡Al millón no podrá llegar esta inflación de cifras!”
Ahora tomé otro volante: “¡Aquí tiene usted el millón!” Entonces mi visitante ya no pudo contenerse: “Veo que me he topado con un entendido. Ahora también quiero decir quién soy. No soy ningún profesor universitario. Soy de la Central de la que usted habló. Desde hace meses practico lo que usted describió acertadamente: propaganda de atrocidades y con ella hemos obtenido la victoria total.” Yo respondí: “Lo sé, ¡y ahora usted debe terminar! “ El contestó: “No, ¡ahora recién empezamos bien! Continuaremos con esta propaganda de atrocidades, la aumentaremos, hasta que nadie aceptará ya una buena palabra de los alemanes, hasta que esté destruido todo lo que han tenido en otros países en cuanto a simpatías, y hasta que los alemanes mismos se habrán puesto de tal modo confusos que ya no sabrán lo que hacer! “ Terminé la conversación diciendo: “¡Entonces cargará sobre sí con una gran responsabilidad! “
Extraído del libro del Profesor Dr. Friedrich Grimm: Politische Justiz die Krankheit unserer Zeit (La justicia política, la enfermedad de nuestra época) Verlag Bormer Universitäts Buchdruckerei Gebr. Scheur GmbH, Bonn 1953.

1 Konzentrationslager: campos de concentración (N. del T)

Prefacio del abogado Manfred Roeder

 

“Quédese por amor de Dios en la lucha contra la pornografía y la depravación de las costumbres, pero no se mezcle en la política. Y ¿para qué ocuparse todavía del pasado? ¿No será que quiere justificar el nacionalsocialismo o negar los crímenes del pasado?
Tales consejos vinieron de muy buenos amigos cuando por primera vez hube puesto en relación las palabras Auschwitz y propaganda de atrocidades. Y un pastor honestamente preocupado escribió: “Debo decir que su vuelta hacia el radicalismo de derecha político me ha asustado un tanto. Pero seguirá en mi estima, ya que lo conozco.”
Me alegré por la confianza. Me asusté por la comprobación de que todo abogar por la verdad y la justicia para Alemania se equipara con radicalismo de derecha. Sí, ¡cómo me gustaría dejar en paz el pasado si todas las partes prometieran solemnemente un recíproco perdón y olvido, como se hizo en el convenio de paz después de la Guerra de los 30 Años! ¡Nada podía ya ser tocado y perseguido. ¡En verdad un mérito real12
mente heroico en el espíritu de Cristo!
¿Pero cómo se presentan las cosas ahora? ¿Dónde hay perdón, dónde hay olvido, dónde hay curación? Sólo de parte alemana, especialmente de los expulsados, ofrecido siempre de nuevo y confirmado por los hechos. ¿Pero qué hace el lado contrario?
El Gobierno del Reich alemán fue destituido ilegalmente. Oficiales alemanes, que no hicieron sino cumplir con su deber y que en su carácter eran inmensamente superiores a los aliados, fueron estrangulados sádicamente, pero ni un solo soldado o guerrillero adversario fue puesto ante la justicia por crímenes de guerra. La jurisdicción y el hallazgo de la verdad alemanes fueron imposibilitados. Sólo los vencedores pudieron administrar justicia y escribir la historia. En todo otro país fue prohibido de inmediato la persecución de crímenes de guerra. Supuestos hechos de alemanes, por el contrario, no sólo fueron perseguidos en la forma más brutal y dejando de lado todos los principios legales internacionales, sino que fue expresamente anulada la prescripción de los así llamados crímenes de guerra y genocidio alemanes, para que hasta el día del juicio final pueda ser tomada venganza sobre los alemanes. Así, guerrilleros disimulados se transformaron en héroes populares y los oficiales alemanes que se defendieron contra ellos, en criminales de guerra.
El Gobierno Federal dispuso que una documentación de 14 volúmenes de crímenes cometidos contra prisioneros de guerra y civiles alemanes no sea publi13
cada, y que debía ser destruida.
La presidente de ministros de Israel, Golda Meir, ha hecho saber ahora con claridad inequívoca que “relaciones completamente normales entre Alemania e Israel” nunca las podrá haber. ¿Cómo se puede dejar en paz un pasado que a diario es removido nuevamente y utilizado contra nuestro pueblo?
Todas las escuelas siguen difundiendo las mentiras de atrocidades sobre los KZ. Así precisamente ahora se realiza bajo el patrocinio del presidente de ministros de Hessen una exposición “KZ Sachsenhausen” en Wiesbaden con las mentiras propagandísticas hace tiempo refutadas. Escolar tras escolar es hecho pasar a través de la misma para que lea horrorizado que en Sachsenhausen fue construido en 1943 una cámara de gas, a pesar de que hace tiempo fue comprobado que jamás existieron cámaras de gas sobre suelo alemán. Con estremecimiento se lee que “día y noche el olor dulzón de carne humana quemada” flotaba sobre el campo. A pesar de que la Cruz Roja Internacional visitó regularmente los KZ hasta marzo de 1945 y jamás pudo comprobar instalaciones de gasificación o de cremación o el olor dulzón.
Además se afirma que en el patio de revista de Sachsenhausen cada hombre SS tenía el “derecho” de abatir o matar a golpes a un preso! Lamentablemente ocurrieron crueldades, pero perpetradas casi exclusivamente por los propios detenidos, los Kapos2. Cuando un hombre SS u otro empleado alemán cometía
una falta contra los presos o contra su propiedad, se lo
ponía ante un tribunal de guerra. ¿Qué interés puede
tener el presidente de ministros Osswald en patrocinar
semejantes falsedades contra Alemania? Toda nuestra
juventud escolar es envenenada con estas mentiras sobre
sus padres, para que el odio entre las generaciones
se tome abismal. Así se destruye a un pueblo, de
acuerdo a la receta de los, conspiradores mundiales.
¿Y nosotros, que lo sabemos mejor, hemos de callar? Y
el que entonces aun afirma que esto es cristiano, a mis
ojos no es más que un infame cobarde y canalla.
El Ministro de cultura de Hessen ha hecho escribir
a la judía Hannah Vogt un libro sobre el pasado de
Alemania Schuld oder Verhdngnis (Culpa o Fatalidad);
que ya apareció en su 11a. edición y que es distribuido
a todos los egresados de las escuelas principales.
Una judía difícilmente estará en condiciones de juzgar
con objetividad el pasado alemán. Pero este libro es
una obra maestra de montaje de la historia y de propaganda
de odio con ropaje “científico”, de tal modo que
puede ser colocado en un plano de igualdad con el del
agente del Komintern Willy Münzenberg, el maestro
sin par del azuzamiento contra Alemania y de la
propaganda mendaz, que gritaba a sus colaboradores,
cuando habían escrito un artículo contra Alemania:
“¡Demasiado blando, demasiado objetivo! Córtales la
cabeza. Haz que el mundo se quede con la boca abierta
de horror. Hazlos el hedor del mundo.
Haz que los hombres los maldigan y se sacudan de
horror”
No existe ningún documento que pueda ser tomado en serio que cifre las pérdidas totales de la población judía durante la última guerra en más de 200.000. En una noche en Dresde han perecido más alemanes indefensos e inocentes, niños, mujeres, ancianos y sobre todo heridos, que judíos en todos los KZ durante la época nacionalsocialista!!! Y dentro de las pérdidas totales judías hasta e están incluidos los casos de muerte natural. Con esto las pérdidas son porcentual y absolutamente mucho menores que las de cualquier otra potencia beligerante. ¡¡Y las organizaciones judías mundiales habían declarado a Alemania ya en 1933 la guerra santa hasta el completo aniquilamiento, cuando a ningún judío aún le había sido torcido un pelo!! Y, sin embargo, el mundo retumba del clamoreo por los judíos muertos. Pero ninguna voz se alza por Dresde y por los realmente asesinados 6 millones de alemanes del Este. Ninguna voz se alza por los millones de prisioneros de guerra alemanes y europeos asesinados, que combatieron a nuestro lado. Ninguna placa proclama por los 105.000 franceses que fueron asesinados sólo porque eran simpatizantes de los alemanes. No se realizan días conmemorativos por los holandeses, daneses, belgas, noruegos, rumanos, rusos, cosacos, ucranianos degollados bestialmente, que trabajaron o lucharon del lado alemán porque querían salvar a Europa del bolcheviquismo o porque consideraban el dominio alemán como el mal menor.
Para el Correo Federal Alemán es un motivo de despido inmediato cuando uno de sus trabajadores impugna la gasificación de judíos. Un tribunal de Hessen confirma este concepto legal porque tales expresiones, “que en su repugnancia no pueden ser superadas”, no necesitan ser tolerados por un dador de trabajo!
Pero todo sinvergüenza puede ufanarse hoy de que ha practicado sabotaje o traición contra Alemania.
Una lectora preguntó preocupada si no caería yo en un nuevo antisemitismo. ¡Muy al contrario! Yo tengo cuidado de que los judíos sean tratados como todos los demás y no puedan exigir derechos especiales. Porque sólo derechos especiales y mentiras, que son propagadas por determinadas camarillas de dominación mundial judías, traen nuevo antisemitismo. El señor Wiesenthal hace más por el antisemitismo que yo.
Todo judío decente celebrará nuestra búsqueda por la verdad y, por consiguiente, este escrito. Porque con la publicación de este informe sensacional no atizamos ningún nacionalismo u odio, sino que servimos a la verdad, y sólo la verdad nos hará libres a nosotros y a todos. Y sólo el delito realmente cometido puede ser reparado o perdonado. El delito inventado, empero, crea indefectiblemente nuevo odio y materia inflamable.
Pero aquí no se trata de calcular el alza o baja de las cifras de pérdidas o crímenes. Se trata del saneamiento moral de nuestro pueblo. Es que se nos acusa de los mayores crímenes de la historia de la humanidad: o sea, haber provocado voluntariamente una guerra mundial y asesinado a millones de seres humanos inocentes. Y si hubiéramos tenido tiempo y oportunidad, entonces también hubiéramos extirpado al resto de to17
dos los pueblos “sojuzgados”.
¡El que puede permanecer indiferente a este reproche, no tiene ni corazón ni inteligencia! Repentinamente se levantan ahora testigos y dicen: ¡pero si esto no es verdad! Alemania ni ha querido ni ha empezado la guerra, sino que ha sido forzada a ella por sus enemigos mortales. Hitler no ha querido matar a los judíos y nunca dio una orden para su exterminio, tampoco para el exterminio de otros pueblos. No había instalaciones de gasificación. Todo esto son invenciones de mentes patológicas. Casi todos los así llamados juicios de criminales de guerra y de KZ fueron sustanciados con testigos perjuros y documentos falsificados!
Todo acusado se alegra cuando se le descarga, o cuando hasta resulta que el crimen que se le imputa ni siquiera ha sido cometido.
Nosotros los alemanes, por ende, debiéramos estar llenos de alborozo si hoy se presentan testigos que pueden probar que Auschwitz no fue una maquinaria de muerte, sino una gigantesca empresa de armamentos. Que los internados por regla general eran tratados decentemente y que los extraños podían en todo momento visitar el Campo. La mayoría de nuestros compatriotas reaccionaron, por cierto, en forma bien distinta. Hacen de cuenta que se les quiere quitar la más hermosa vivencia de postguerra: su complejo de culpabilidad. Con uñas y dientes se aferran a la culpa alemana. Es verdaderamente un fenómeno único en la historia de la humanidad. En cualquier otro pueblo semejante reacción sería inconcebible. Se lo puede de18
signar solamente como una profunda enfermedad del alma. Porque no es normal que alguien quiera a toda cosa ser culpable.
Aquí reside el real problema y el verdadero motivo de la publicación de este folleto. No se trata de comprobar de qué lado se ha cometido más delitos. Esto está decidido para todo el que se ha ocupado tan sólo superficialmente con las fuentes disponibles. ¡Es una rotunda absolución para Alemania! El libro del yerno de Roosevelt, coronel Dall, La Política de Guerra de Norteamérica ni fue ya necesario para ello. Pero ha revelado por encima de toda duda la culpa exclusiva de Roosevelt y Churchill de esta guerra y su criminal conspiración contra la paz. ¡El que ahora todavía afirma lo contrario, es sencillamente malintencionado!
¿Por qué nosotros los alemanes estamos tan enamorados de la leyenda de los 6 millones de judíos gasificados? Hablo aquí por experiencia, porque yo mismo he creído en ella.
Nosotros los alemanes somos caviladores y por naturaleza temerosos de Dios. Por eso necesitábamos una explicación profunda, religiosa acerca del por qué nuestro pueblo ha caído en esta inmensa miseria. La simple idea de que los otros eran más fuertes e inexorables no es suficiente para el alma alemana. Sin causa, así creemos nosotros, nadie llega a encontrarse en tamaña penuria. Es el célebre problema de Job, a quien sus amigos reeducadores también le hacen creer que cada golpe del destino es un castigo de Dios. Por eso en la catástrofe de 1945 también sólo pudo verse el juicio de Dios por los pecados y los crímenes cometidos. El cuento de los 6 millones de seres inocentes humanos asesinados sencillamente sació este hambre “por una explicación metafísica y por eso fue asimilado tan ávidamente. Más claro resulta aún si puede ser fundamentado bíblicamente: ¡No sólo hemos matado a cualesquiera seres humanos, sino al pueblo elegido! Sí, como me escribió una lectora textualmente, hemos tocado el ojo derecho de Dios. ¡Qué explicación tan maravillosa! Ahora sabemos por qué.. Ahora podemos expiar por ello y mediante la sumisión frente a todos los judíos y prestaciones de dinero reconquistar aunque sea algo del favor de Dios o esperar gozosos como pecadores arrepentidos el perdón. Por eso el alemán se aferra a los “judíos asesinados” como a la salvación de su alma, porque sin esta explicación nuestro terrible hundimiento no tendría un sentido más alto y sería aun más difícil de soportar.
Por eso no recriminemos al pobre con nacional que cree en las atrocidades de los KZ. Nosotros terminamos con las dos grandes mentiras sobre las cuales descansa toda la evolución de postguerra: no existe un pueblo elegido según sostienen los judíos; y, sobre todo, no existe un pueblo alemán criminal, abyecto! Y lucharemos sin compromisos contra todo el que continúe sosteniendo uno de estos productos de la mentira y con ello empuja a nuestro pueblo más hondamente dentro de su desgracia.
Ha llegado el momento de levantarse y asir el destino por las fauces. Nosotros lo venceremos, porque cumplimos el encargo de Dios Por eso estoy inmensa20
mente agradecido a Thies Christophersen, quien con su valiente escrito marcha delante de nuestro pueblo como luminoso ejemplo y es un garante de que daremos vuelta al curso del tiempo.

2. Prisioneros encargados de la dirección de los cautivos. (N. del T,)