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Julius Evola: El hombre y la obra

 

Adriano Romualdi

 

Orden y Disciplina en la Europa Viril - Oscar Panadero García

140 páginas
medidas: 14,5 x 20 cm.
Ediciones Sieghels
2020
, Argentina
tapa: blanda,
 Precio para Argentina: 490 pesos

 

 

Julius Evola, a pesar de la censura del silencio que ronda su figura, cuenta en su activo con veinticinco obras, muchas de las cuales han sido objeto de varias reediciones y de traducciones al alemán, francés e inglés -por no hablar de sus propias traducciones, ensayos y artículos en diversas revistas.
La tragedia de la obra de Evola es que ha tenido como público un medio humano sordo, insensible a sus deberes más nobles y a sus aspiraciones más vitales.
Sin embargo, la juventud nacional lee a Evola. Partiendo de la idea de Nación, es a través del mito gibelino como se ha abierto a la idea de Imperio y de Europa. Mas allá de un nacionalismo vago, "Los hombres y las ruinas" les da una verdadera conciencia política conservadora-revolucionaria; más allá del crepúsculo del cristianismo ha proyectado su fe en ese realismo metafísico cuyo esplendor helado centellea en las páginas de un libro como "Cabalgar el tigre".
Sería imperdonable dejar inutilizadas las enseñanzas que Evola nos ha transmitido y que, expuestas de forma crítica, podrían constituir los fundamentos ideales de una derecha política digna de ese nombre.
En realidad, cada idea, cada autor, tiene su hora. Las minorías, que son la punta de lanza de las fuerzas nacionales, sienten que después de muchos años ha llegado la hora en que la Derecha salga al fin de la rutina del sentimentalismo chismoso para convertirse en Weltanschaung, visión del mundo.
La hora de las negaciones absolutas y de las afirmaciones soberanas.
La hora de Evola.

 

ÍNDICE

Introducción..............................7
I.- La juventud: Arte y Poesía de vanguardia..............................11
II.- El período filosófico...............................19
III.- El hombre como potencia..............................27
IV.- La Doctrina del Despertar..............................35
V.- Rebelión contra el mundo moderno..............................45
VI.- El Fascismo y el Eje..............................55
VII.- El mito de la Raza..............................65
VIII.- Los hombres y las ruinas..............................73
IX.- Cabalgar el Tigre..............................81
X.- Consideraciones generales sobre la obra de Evola..............................91
Conclusión: Adiós a Evola..............................99
Apéndice: Adriano Romualdi, por Julius Evola..............................103
Bibliografía esencia de Adriano Romualdi..............................107

INTRODUCCIÓN

ACTUALIDAD DE EVOLA

Este año (1) Julius Evola celebrará su setenta aniversario. Una fecha que nadie recordará, que pasará desapercibida, sin celebraciones, sin que la prensa se haga eco de ella, sin despertar la menor resonancia en el pequeño mundo de la cultura. Esto podría parecer singular si pensamos que Evola cuenta en su activo con veinticinco obras, muchas de las cuales han sido objeto de varias reediciones y de traducciones al alemán, francés e inglés -por no hablar de sus propias traducciones, ensayos y artículos en diversas revistas, todos centrados sobre los problemas tratados en sus obras maestras.
Pero, a decir verdad, ¿quien iba a acordarse de un autor tan embarazoso, tan aislado y tan difícilmente etiquetable y cataloga­ble, extraño a todas las cliqués, las mafias y las academias a las que se reduce desde hace lustros la cultura italiana? Desde luego los intelectuales no, esos incorregibles ignorantes que razonan por casilleros y para los que Evola no encaja en ninguna de sus casillas.
Tampoco para los universitarios, esos profesionales de una especializa­ción cada día más miope, esa casta arrogante y celosa de su técnica, especie de avatar de aquella de los embalsamadores de momias del Antiguo Egipto. Tampoco la derecha, esa derecha a la cual Evola ha suministrado en el curso de su existencia una incomparable panoplia de argumentos, de sugestiones de las que nada ha aprendido y que ha hecho de la nulidad y de la inercia su bandera.
Ahora bien, la tragedia de la obra de Evola -si se puede utilizar una palabra que nada gustaba a la naturaleza liberada del autor- es, que ha tenido como público un medio humano sordo, insensible a sus deberes más nobles y a sus aspiraciones más vitales. Esto explica sin duda que los libros de Evola hayan tenido una mayor resonancia en Alemania -donde existía una derecha digna de ese nombre con asientos sólidos, no solo políticos sino también culturales- de la que tuvieron en Italia, donde tras la fachada del fascismo, continuaba circulando una cultura de tipo liberal-democrático cuando no abiertamente cripto-marxista. La "cultura fascista" permanecía bajo el barniz de los ditirámbicos homenajes al Duce, al Régimen y al Imperio, como una mezcla de socialismo "patriótico", de liberalismo  "nacional" y de catolicismo "italiano". Desaparecida la identidad Italia/Fascismo y reducida a la nada en 1943 la idea tradicional de patria, los socialistas "patrióticos" se convirtieron en social-comunis­tas, los liberales "nacionales", en liberales de todo pelaje, y los católicos "italianos" en demócratacristianos.
De hecho la notoriedad de un autor está unida a circunstancias y a un clima cultural más o menos propicio. Es así como los mediocres y la gente sin envergadura llegan a pasar como los representantes de una época dada, mientras que los autores impor­tantes pueden permanecer desconocidos durante largos años. Ese fue el caso de Schopenhauer, ignorado durante mas de cuarenta años en una atmósfera saturada de idealismo hegeliano; de Gobineau, que encuentra sus primeros lectores en Alemania tras su muerte; de Nietzsche que vivió en la más completa obscuridad bajo el techo de plomo del positivismo alemán.
En Italia, la ausencia de una verdadera consciencia ideológica de Derecha ha hecho de Evola un aislado, un hombre cuyos libros circulan y se venden, a juzgar por sus numerosas reediciones, pero cuya voz no encuentra eco en ningún periódico, universidad, ni partido.
A excepción de las nuevas generaciones, este es el hecho nuevo: de unos años a esta parte, mientras las viejas barbas repetían fatigosamente las fórmulas cojeantes de un "cualunquismo" pa­triotero, conformista y catolizante, la juventud nacional lee a Evola. Partiendo de la idea de Nación, es a través del mito gibelino como se ha abierto a la idea de Imperio y de Europa. Mas allá de un nacionalismo vago, "Los hombres y las ruinas" les da una verdadera conciencia política conservadora-revolucionaria; mas allá del crepúsculo del cristianismo ha proyectado su fe en ese realismo metafísico cuyo esplendor helado centellea en las pági­nas de un libro como "Cabalgar el tigre".
En realidad, cada idea, cada autor, tiene su hora. Las minorías, que son la punta de lanza de las fuerzas nacionales, sienten que después de muchos años ha llegado la hora en que la Derecha salga al fin de la rutina del sentimentalismo chismoso para convertirse en Weltanschaung, visión del mundo.
La hora de las negaciones absolutas y de las afirmaciones soberanas.
La hora de Evola.

NOTAS
1. 1968

CONCLUSION

ADIOS A EVOLA

Aquel que entra en casa de Evola con la intención de encontrar un inspirado, un profeta, o para oír las enigmáticas sentencias o máximas, se sentiría defraudado.
Encontraría simplemente a un hombre cuyos cabellos todavía no han blanqueado, de silueta -pese a su forzada inmovilidad- aún imponente, de maneras distinguibles y afables, y de rostro curioso, inteligente y atento.
Más que un gurú, es un aristócrata -con cierta sutilidad muy a lo Antiguo Régimen-, una de esas figuras de viajero-filósofo del siglo XVIII.
Cualquiera que lo observe de cerca, no dejará de notar que esa expresión atenta es el signo de una perpetua vigilancia: la de una personalidad que vela sobre ella misma según una disciplina continua, "naturaleza intelectual privada de sueño".
Esa disciplina trasparece en ciertos detalles -el rígido horario de cada una de sus jornadas, su voluntad de hacer hora tras hora, lo que debe ser hecho-. A cualquier precio, incluso las horas sobre un lecho de hospital tras una grave operación en condiciones imposibles. Es un modo de ganarse día tras día un poco de eternidad; de imprimir a cada ocupación, incluso la más modesta, un carácter exhaustivo; de volver "entero el fragmento y recto lo curvado".
Es la vía descrita en "Cabalgar el tigre":
"Tomar su propia medida en una contemplación espe­cial de la muerte, vivir cada día como si fuese el último, imprimir a su ser una dirección, semejante a una fuerza magnética que quizás no se manifieste en esta existen­cia por la completa ruptura, propia a la iniciación, del nivel ontológico, pero que no dejará de manifestarse llegado el momento".
Pocos elementos pueden llamar la atención del visitante: una casa en el último piso de un inmueble en el centro de Roma y en el que el ruido de la circulación llega a ensordecer; los cuadros de juventud en las paredes, con sus colores vivos; algunas estatuas orientales, y la gobernanta a quien Evola se dirige en alemán.
Sólo lo estrictamente necesario en cuanto a lo personal y a lo biográfico: razón por la cual sólo existen de Evola un puñado de fotografías. Sus vínculos familiares son si no inexistentes, si al menos invisibles. Se podría decir de él lo que Porfirio escribía de Plotino: "De su origen, de sus padres y de su patria no gustaba hablar, del mismo o modo, no permitía jamás a un pintor o a un escultor representarle: como si tuviese vergüenza de tener un cuerpo".
Una ola sutil pero continua de visitantes se pasa por casa de Evola todos los días.
Si tuviese alguna vanidad, podría tener alrededor de él a su grupo de "discípulos" que le llamarían "maestro". Pero ese termi­no, que le han aplicado a menudo, lo ha rechazado siempre de modo cortés pero firme. Nadie ha estado autorizado por Evola para considerarse como su discípulo, y el que esto escribe menos que nadie.
Frente al entusiasmo de los "incondicionales" Evola ha tenido siempre algo bajo mano con que "enfriarlos": un poco de esa ironía que siempre acompañaba su conversación. Un día, al oír que un grupo de sus admiradores consagraba el lunes a la lectura de Los hombres y las ruinas, el Miércoles a la de "Rebelión" y el viernes a Cabalgar el tigre, les interrumpió para preguntarles no sin malicia: ¿"Y que día dedicáis a “Metafísica del sexo"?.
Aun cuando rechaza la fórmula de "cenáculo", Evola ejerce una notable influencia sobre aquel que le encuentra. Es una influencia indirecta, que se manifiesta a través de un aura de seriedad, objetividad y distancia por la que resulta muy difícil no ser tocado.
Un día nos habló de aquellos que están en el banquete de la vida como convidados de piedra y que pese a estar allí, pertenecen a otro mundo. No es el menor de los méritos de Evola el preocuparse por orientar, con la consabida seriedad, a aquellos que deben vivir "aquí y ahora", mientras su atención estaba en otros mundos más lejanos y más fríos.
La soledad de Evola es enorme, pero en esta soledad existe tanta seguridad y tanta autenticidad que solo puede quedar uno fascina­do ante ella. En estos tiempos, en los que el anticonformismo se ha convertido en una moda, quizás sea este el único anticonformista que nos queda.
"Si Tartufo volviese entre nosotros, estaría contra Evola" dijo alguien un día parafraseando la célebre frase. Y es cierto que sus ideas tienen una fuerza tal que levantan a la vez la irritación de los tartufos del antifascismo y la perplejidad de la Derecha bien pensante.
Esta es una razón de más para hacerlo conocer. Sería verdade­ramente imperdonable dejar escapar la satisfacción de provocar al mismo tiempo la incomprensión de los mediocres y la cólera de los imbéciles.
Pero lo más imperdonable, sería dejar inutilizadas las enseñan­zas que Evola nos ha transmitido y que, expuestas de forma crítica podrían constituir los fundamentos ideales de una derecha política digna de ese nombre.

APENDICE: ADRIANO ROMUALDI
Por Julius Evola

Con la muerte, sobrevenida en circunstancias brutales, de nuestro muy joven amigo Adriano Romualdi, la nueva generación de derecha y de inspiración "tradicional" acaba de perder a uno de sus representantes más cualificados. En esos medios, era uno de los pocos en poseer una cultura extensa y diversificada fundada sobre el conocimiento directo de varios idiomas. Su estilo era limpio y preciso y sabía siempre extraer lo esencial de un proble­ma. Los diferentes ensayos que ha escrito, comenzando por su amplia introducción al libro de Günther sobre la religiosidad indoeuropea, merecerían ser reeditados y publicados en un solo volumen. Adriano Romualdi quiso también consagrar un ensayo -el mejor que conozco- a mi actividad y mis libros. Publicado por el editor Volpe, que tenía por él una gran estima, esta obra ha sido reimpresa hace dos años. Creo saber que Adriano Romualdi tenía en proyecto otra nueva versión, más sistemática, de su presenta­ción del viejo mundo indoeuropeo que ejercía sobre él una fuerte atracción y en el que se reconocía de forma particular. El proyecto de un estudio viviente basado en una documentación rigurosa.
Comprendía lo que llamamos "Mundo de la Tradición" y sabía que era de ese mundo de donde había que extraer los  fundamentos de una seria política cultural de derecha. Admirador de Nietzsche -del mejor Nietzsche-, Adriano Romualdi afirmaba la preeminen­cia de los valores aristocráticos, guerreros y heroicos. Estaba, por esta razón, especialmente atraído por la idea de una Orden, por el espíritu templario y la mentalidad prusiana hasta sus supervivencias mas recientes. También se inclinaba por los inicios de la romanidad, la de Catón y los cónsules, del jus y del fas, y no tuvo el menor inconveniente en decir que esta Roma fue la Prusia de la antigüedad. Los materiales que había reunido con seriedad y perseverancia habrían podido constituir la base de muchos ensayos importantes. Su entrada en la Universidad, recién nombrado profesor en Palermo, le ofrecía ya una esfera de influencia más vasta y la posibilidad de dar una formación espiritual a un cierto número de jóvenes.
No hay duda de que el mundo de la acción atraía más a Romualdi que el de la contemplación. Quizás esto fuese en él un límite. No consideraba la trascendencia tal y como la entiende la metafísica. A este respecto recuerdo una conversación mantenida con él tres días antes de su muerte (venía a verme frecuentemente y a trabajar en mi biblioteca).
Al hablar de la máxima que dice que "la vida es un viaje durante las horas de la noche" tuve la idea de preguntarle qué pensaba del mundo de ultratumba. Me respondió que para el evocaba una supervivencia de tipo "larvado" (para retomar el adjetivo que empleó). Le indique que, según las antiguas tradiciones en las que creía, no era el único fin posible. El Hades ciertamente, era considerado como un destino ineluctable para la mayoría de los hombres, pero se le opone la concepción de una inmortalidad privilegiada y luminosa, con el simbolismo de la isla de los héroes, de los Campos Elíseos, y de otros lugares análogos al Walhalla de las creencias nórdicas. Evocamos las enseñanzas concernientes a la multiplicidad de los destinos, determinados por aquello que cada uno ha realizado durante su vida, por lo que cada cual ha puesto por encima de él y esencialmente, por un impulso lúcido hacia la trascendencia. En uno de los textos más característicos, es dicho que tras tres días de "desvanecimiento" el alma del muerto tiene la experiencia de la Luz Absoluta. Es decisivo saber identi­ficarse con esa luz, reconocer la propia naturaleza. Sólo entonces la "liberación" será alcanzada.
Espero que Adriano Romualdi, tras haber dejado aquí abajo su envoltorio efímero, haya conocido este despertar. En el fondo, e incluso si no tenía una conciencia precisa, tal era el fin al que tendía su actividad. Mas allá de sus simpatías por el mundo de la acción, del combate, de las "afirmaciones soberanas y de las negaciones absolutas" (al decir de Donoso Cortés) hacia la que avanza nuestra época confusa y en crisis, este componente no podía dejar de estar presente en él. Mucho era lo que había madurado.

Julius Evola

BIBLIOGRAFIA ESENCIAL DE ADRIANO ROMUALDI

La presente lista comprende los libros, opúsculos, ediciones y traducciones de Adriano Romualdi. No son mencionados los diferentes artículos y recensiones aparecidos en las revistas italia­nas L'italiano, II Conciliatore, La Torre, Ordine Nuovo, Vie della Tradizione, I1 Giornale d'Italia, La Destra, Intervento, L'Italia che scrive, Civiltá, etc.
Para una bibliografía completa ver la obra de Renato del Ponte: Bibliografía Romualdiana. aparecida en la revista Arthos n. 4/5 (Sept-Dic.1973 y Enero-Abril 1974) pag. 243-245.
Introducción y ensayo "Una visión del mundo" en: M. Prisco, G. Giannettini y A. Romualdi, Drieu La Rochelle: Il Mito dell 'Europa. Edizione del Solstizio, Roma. 1964.
Platone (Vol I de la colección "Crítica della democrazia") Volpe, Roma 1965.
Introducción a F. Nietzsche. Oltre il Nihilismo, Volpe, Roma  Nietsche. Edic. di Ar. Edizioni Europa, Padua-Roma 1971 (II
1967 (II edic. 1971) (colección "Europa").    edic. Ar.1981)
Introducción a St. Loup, I volontari europei delle Waffen SS, Volpe, Roma 1967 (IIª edic. 1971) (colección "Europa").
Introducción a C. Malaparte, La razza marxista, Volpe, Roma 1968 (Colección "Europa").
Julius Evola: L´uomo e l´opera, Volpe, Roma 1968 (IIª edic. 1971, IIIª edic. 1979)
Introducción a: P. Drieu La Rochelle, Idee per una rivoluzione degli Europei, Volpe. Roma, 1969 (IIª edic. 1971) (colección "Europa").
Introducción a H. F . K. Günther, Humanitas, Edic. di Ar, Padua 1970.
Ensayo "Sul problema indoeuropeo" en Introducción a H. F. K. Günther, Religiosita Indoeuropea. Edic. di Ar. Padua. 1970.
Prefacio y comentarios a: A. Hitler, La bataglia di Berlino, Edic. di Ar, Padua 1971 (colección "Europa").
Introducción a: A. de Gobineau, L'ineguaglianza delle razze. Ed. del Solstizio, Roma 1972 (colecc. "Europa").
Sull problema de una tradizione europea, Edic. de Vie della Tradizione. Palermo, 1973.
La destra e la crisi del nazionalismo, Edic. de "Il settimo (II edic. 1981). Traducción francesa de G. Gondinet, Cercle Culture et Liberté, Paris 1982.
Idee per una cultura di destra, Edic. de "Il Settimo Sigillo". Roma 1973.
Ensayo: "Spengler profeta della decadenza" en introducción a: O. Spengler, Ombre sull Occidente, Volpe. Roma, 1973 (Colec­ción L'architrave).
Edición italiana de K. Zentner, La Storia illustrata del III Reich, 16 fascículos ilustrados de 48 pag. Silva y Ciarrapico, Roma, 1973-74.
Le ultime ore dell'Europe, Ciarrapico, Roma, 1976.
Il Fascismo comme fenomeno europeo, Edic. L´Italiano, Roma, 1976.
Gli Indoeuropei, Edic. di Ar, Padua 1978. (colecc. Quaderni del cigno).
Correnti politiche e ideologiche della destra tedesca dal 1918 al 1932. Ed. L´Italiano, 1981.

Bibliografía realizada por G. Gondinet.