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Rompiendo las cadenas

La División ucraniana de las Waffen SS

Carlos Caballero Jurado

 

Rompiendo las cadenas - La División ucraniana de las Waffen SS - Carlos Caballero Jurado

 

García Hispán Editor
1992
376 págs.,
15x21 cms.
 Tapa: blanda con solapas,
encuadernación rústica
 Precio para Argentina: 140 pesos
 Precio internacional: 20 euros

 

 

 

 

 

 

Cuando el 22 de junio de 1941 comenzó la campaña de Rusia, pocas personas podían llegar a pensar en la movilización que esta acción iba a generar a nivel mundial. Cientos de miles de voluntarios de todos los países, clases sociales e incluso de ideas políticas muy dispares, se unieron al ejército alemán en su lucha contra el comunismo.
A lo largo de los últimos veinte y cinco años nuestra editorial ha querido poner sobre la mesa del debate histórico esta evidencia, muchas veces silenciada por los llamados "historiadores oficiales", a través de títulos que nos han llevado a narrar las mil y unas batallas donde lucharon voluntarios belgas, letones, croatas, musulmanes, franceses, rumanos, y un largo etcétera, junto a la Werhmacht.
Pero si de por sí estos grupos de valientes tuvieron una significación especial, a nivel sobre todo de Europa Occidental, es destacable el esfuerzo realizado por aquellos voluntarios de lo que hemos conocido por la URSS, y en este caso hablamos en este libro de los VOLUNTARIOS UCRANIANOS. En ellos se unía el coraje y valor de servir a su patria, a su añorada Ucrania Libre y al mismo tiempo luchar contra el verdadero invasor, la Rusia comunista.
Si bien en Ucrania los alemanes impusieron durante su ocupación un gobernante que resultaría especialmente nefasto, no es menos cierto que miles de voluntarios ucranianos lucharon encuadrados en el Ejército Alemán, y ello a sabiendas en muchos casos que cuando lo hacían, la guerra estaba perdida y que en caso de caer prisioneros de sus enemigos, la muerte sería inmediata.
Este libro es la historia épica, dramática y heroica de aquellas unidades que, nacidas como División SS Galitziana, llegarían a lo largo de la guerra a denominarse 1º Ejército Nacional Ucraniano. Su constitución, su encuadramiento, sus combates más importantes, y un largo etcétera de historia militar a la que nos tiene acostumbrados el historiador Carlos Caballero.
Este libro que apareció en 1992, vuelve ahora casi dos décadas después a estar de plena actualidad para descubrir un poco más una historia ocultada durante décadas.

 

ÍNDICE

Glosario        7
Introducción          11
Capítulo I. El sueño de la Independencia    25
Capitulo II. Ucrania entre las dos guerras mundiales        55
Capitulo III. Preparativos de "Barbarroja"     75
Capítulo IV. ¿Liberación o Colonización?   87
Capítulo V. Los Batallones y Regimientos de Policía ucranianos         107
Capitulo VI. El Ejército de Liberación Ucraniano    133
Capítulo VIL Los orígenes de la División SS Galitziana      155
Capítulo VIII. Formación de la "14 Galizische SS Freiwilligen División".. 181
Capítulo IX. Los primeros combates   193
Capítulo X. El infierno de Brody            201
Capitulo XI. Testimonios de Brody       215
Capitulo XII. Reorganización de la División y combates en Eslovaquia ....243
Capitulo XIII. Demasiado tarde           257
Capitulo XIV. En Eslovenia y Austria   275
Capitulo XV. El Ejército Nacional Ucraniano           291
Capitulo XVI. Exilio y Resistencia          307
Apéndice I 325
Apéndice II 327
Apéndice III            337
Apéndice IV           345
Apéndice V            347
Apéndice VI           353
Apéndice VII          355
Apéndice VIII         357
Cronología 361
Bibliografía y hemerografía      375

INTRODUCCIÓN

 

Cuando este libro empezó a prepararse, ya se había inicia­do el proceso de descomposición de la URSS, por obra y gracia de la "perestroika" de Gorbachov. La independencia de los Países Bálticos era algo cantado. Pero nadie podía imaginar un hundimiento tan rápido, vertiginoso diríamos, de la URSS, hoy trasmutada en una Comunidad de Estados Independientes (CEI), cuyo futuro resulta por completo imprevisible.
Esto significa que el presente volumen de nuestra colección "Legionarios Europeos" se inicio antes de que Ucrania accediera a su actual Independencia. Sin haberlo pretendido nosotros, re­sulta que este nuevo volumen (al igual que ya había ocurrido con los dedicados a los legionarios árabes y croatas que lucha­ron junto al III Reich, cuya publicación coincidió respectivamen­te con la "Guerra del Golfo" y el inicio de la guerra serbo-croa­ta fruto de la descomposición de Yugoslavia), sin haberlo pre­tendido, repetimos, este nuevo volumen se situó en la más rabiosa actualidad. La historia "se ha puesto en movimiento" y es muy posible que esto mismo ocurra con futuros libros de nuestra colección.
Esto supone un valor añadido para estos libros que, lejos de ser la narración de una página caduca del pasado, se convier­ten en instrumentos de análisis de la realidad contemporánea más vibrante (1).

Creemos -este libro tratara de demostrarlo- que si el III Reich hubiera planteado su guerra contra la URSS como una "guerra revolucionaria", explotando las contradicciones políticas internas de la URSS, la victoria se hubiera inclinado del lado alemán en el mismo año 1941, todo lo más en 1942. ¿Que queremos decir con "guerra revolucionaria"? Pues que el III Reich debía haber planteado, bien una genuina cruzada contra el comunismo stalinista, para liberar de el a sus principales victimas (los pueblos de la URSS), o bien una guerra contra el "imperialismo" ruso. En el primer caso, el objetivo implicaba la incorporación de todos estos pueblos a la lucha, aceptándolos inmediatamente en las filas de la Wehrmacht, como se hacia con los voluntarios anticomunistas de Europa Occidental. Y en el segundo caso, la meta suponía incentivar a todas las nacio­nalidades no rusas a que se unieran a las tropas alemanas.
Ni una cosa ni otra se hicieron. La creación de las unidades militares de voluntarios del Este fue frenada de forma contun­dente hasta que la suerte de la guerra empezó a inclinarse del lado de Stalin y los occidentales. La razón de esta política es que muchos dirigentes del III Reich (no todos, desde luego) no aspiraban a liberar a la URSS del comunismo, ni a liberar a los no-rusos del "imperialismo moscovita", sino que pretendían realizar una guerra de conquista colonial, que asegurara un "lebensraum" (espacio vital) a la raza germánica. A esta "guerra de conquista colonial" respondieron los pueblos soviéticos como cabía imaginar: enfrentándose a la Wehrmacht con todo su empeño, no por solidaridad con Stalin y su odioso sistema (es muy significativo como Stalin sepulto durante aquellos años toda la fraseología marxista y "recupero" las más gloriosas tra­diciones nacionales rusas) sino para evitar ser reducidos a la condición de pueblo colonial.
Ciertamente, el análisis de la campaña de Rusia demuestra que el peso de la resistencia contra los alemanes lo llevaron los rusos (aunque también hubo rusos dispuestos a colaborar con el III Reich) y que otras nacionalidades mostraron mucha menos fe en el nuevo lenguaje de Stalin. Entre estas nacionalidades no rusas, se hicieron más serios esfuerzos para que los dirigen­tes del III Reich los admitieran como aliados en la lucha con­tra Stalin. El éxito de este empeño vario según los casos.
En este contexto, el caso de Ucrania resulta absolutamente revelador y altamente significativo. Si los alemanes hubieran fijado como objetivo de su campaña del Este, de forma total­mente clara y categórica, la liberación de las "nacionalidades oprimidas por Moscú" y el "freno al imperialismo moscovita", Ucrania se habría volcado -con su inmenso potencial demográfi­co y económico- en el apoyo de la causa del Eje. Si los alema­nes hubieran realizado una genuina "campaña contra el comu­nismo", la masa de los ucranianos también les habría apoyado. No se hizo ni lo uno ni lo otro. Todo lo contrario, se trato de convertir a Ucrania en una "colonia modelo".
Lo sorprendente es que, pese a todo, los ucranianos hicieron todo lo humanamente posible por ser aceptados en la cruzada contra el comunismo. Sabemos que la "historia-ficción" constitu­ye las más de las veces un ejercicio inútil, pero cabe pregun­tarse: ¿qué habría pasado si el III Reich hubiera apelado a todos los pueblos de la URSS para que se levantaran en pie de guerra por su independencia desde el principio de la Opera­ción "Barbarroja"? El ejemplo de los hechos que actualmente estamos viviendo creemos que da validez a nuestra hipótesis: Stalin y el comunismo habrían sido borrados de la faz de la tierra. ¿No ha bastado la política de reformas de Gorbachov y el fracaso del golpe de agosto de 1991 para deshacer la URSS? ¡Con mucho más motivo se habría logrado lo mismo si, cuando Stalin estaba arrinconado en Moscú por los "panzers" alemanes, el III Reich hubiera hecho un llamamiento a los pueblos escla­vizados por el dictador! Pero en esas fechas la imaginación de muchos dirigentes alemanes parecía dedicarse a elucubrar sobre una vasta colonización germánica en los territorios de los esla­vos, con estos convertidos en ilotas.
También habrá quien objete que la adopción de una política netamente pro-ucraniana por parte del III Reich no hubiera sido viable, que respondía más a deseos de soñadores ajenos a la realidad que a una posibilidad practica; pero los datos can­tan: los alemanes se hicieron con el control casi absoluto del suelo ucraniano y de la población ucraniana. Si bien hubiera resultado difícil o imposible, el intentar -por ejemplo- sublevar el sentimiento nacionalista de los rusos contra Stalin, dado que este mantuvo el control de la inmensa mayoría de Rusia, en cambio si que hubiera resultado perfectamente factible jugar la baza ucraniana. De hecho, se da el caso curioso de que los alemanes si que trataron de explotar el nacionalismo anti-ruso de nacionalidades caucasianas o centroasiáticas (territorios demasiado lejanos que no pensaban integrar en su "lebens­raum"), que fueron las primeras en ser admitidas para formar unidades de voluntarios del Este, pero obviamente esta política no pudo cuajar, ya que los germanos no controlaban ni los territorios ni la población a la que se dirigía este mensaje pro­separatista, todo lo contrario de lo que ocurría en Ucrania (2). Aun más, estos pueblos (desde los tártaros a los georgianos) a los que se dirigía un discurso pro-separatista por parte de la propaganda alemana, podían albergar razonables dudas sobre los propósitos alemanes, ya que podían ver como Ucrania, lejos de ver reconocida su independencia, era privada hasta de las más mínima autonomía. Si Alemania quería convencer a los pueblos no rusos de la URSS de que llegaba como liberadora y restauradora de su Independencia, Ucrania debía ser el escapa­rate de esta propuesta. Ocurrió justamente lo contrario.
Fue Clausewitz quien escribió la tantas veces citada frase: "la política es la continuación de la guerra por otros medios". Normalmente se interpreta en un solo sentido: la guerra es la política llevada a sus extremos; cabe, sin embargo, otra lectura: la guerra y la política forman un mismo fenómeno, inextrincable, y no se puede ganar una guerra por medios estrictamente militares, hace falta también fijar una política adecuada, para lograr la victoria. La Wehrmacht asesto golpes demoledores al Ejército Rojo, golpes que habrían hecho capitular a cualquier otro Ejército. Pero para abatirlo había que hacer entrar en la batalla también un planteamiento político adecuado, que anula­ra definitivamente al Ejército Rojo. Como decíamos más arriba, el III Reich tenía dos opciones: bien provocar una rebelión general anticomunista, bien provocar un levantamiento de las nacionalidades separatistas. O una vía u otra, porque ¿podía ser una "política" aceptable por los pueblos de la URSS la de ser sometidos a colonización? No se puede ganar una guerra sin fijar una línea política adecuada, por mucho que se cuente con fabulosos generales, maravillosos granaderos y magnificas armas.
Los recientes sucesos en la ahora difunta URSS han puesto de nuevo en candelero el tema de la, pese a todo, amplia colaboración militar ucraniana con los alemanes durante la segunda guerra mundial. En septiembre de 1991, por ejemplo, un periodista francés recogía en el diario "El País" algunas acusaciones formuladas en Moscú contra los "separatistas" ucra­nianos: "Otro diputado recordó la 'mala conducta' de los ucra­nianos durante la ultima guerra, yendo hasta el extremo de afirmar que 'Stalin no los deportó a todos, como hizo con los tártaros de Crimea, solo porque eran demasiados'" (3). Durante decenios se ha escrito, en la URSS y por parte de los que simpatizaban con ella en todo el mundo, que los ucranianos que habían participado junto al Eje en la lucha contra el co­munismo eran "traidores", "agentes", 'vendepatrias", "criminales", etc., etc. Hoy las cosas se ven ya de otra manera y muy dis­tinta. El periodista que acabamos de citar decía que en Ucra­nia hoy día son poderosos grupos como "el de Stepan Jamara, que defiende a todos los que combatieron a los rojos, incluso al lado de los nazis". De hecho, a primeros de septiembre de 1991, las televisiones de todo el mundo transmitieron unas imágenes hasta entonces increíbles: una masa de nacionalistas ucranianos se había concentrado ante el Parlamento de Kiev, para forzar al gobierno de la República Ucraniana a adoptar la autentica bandera nacional ucraniana y empujarlo hacia la plena Independencia. En primera fila de esa masa, que final­mente asalto el edificio, se veían veteranos con extraños unifor­mes. Al día siguiente la prensa publico las fotos con el pie de "Ucranianos con el uniforme de su Ejército durante la segunda guerra mundial se manifiestan ante el Parlamento". En realidad esos uniformes eran los de las fuerzas de Policía ucranianas que los alemanes habían organizado, ya que, propiamente ha­blando, Ucrania no dispuso de Ejército propio durante la segun­da guerra mundial. Así que en cuestión de meses, aquellos hombres que debían haber enterrado sus uniformes solo Dios sabe donde, volvieron a endosárselos como durante el periodo 1941-44, para ponerse al frente de las masas ucranianas que luchaban por su Independencia.
Otros hechos de la misma significación no llegaron a la luz publica, pero fueron igualmente significativos: es el caso de un monumento conmemorativo a los caídos de la 14 División SS, integrada por ucranianos, elevado en el lugar donde se libro la Batalla de Brody. El monumento fue volado por enemigos del nacionalismo ucraniano (se supone que "sectores duros" de la KGB o del Ejército soviético) a mediados de agosto de 1991. Pero estamos seguros de que volverá a ser elevado, lográndose así que todos aquellos héroes tengan por fin, tras décadas de insultos, un monumento que recuerde su sacrificio.
También en esta misma orientación, debe citarse el Simposio Internacional que con el tema de "Las Fuerzas Armadas Ucra­nianas: su historia y la situación actual" se celebro en Lvov en septiembre del año pasado. Aunque orientado a presionar a las autoridades ucranianas a que se decidieran a crear un Ejército propio, lo cierto es que durante este Simposio se volvió a rei­vindicar el papel que, en la historia ucraniana, han desempeña­do las formaciones militares ucranianas que colaboraron en la cruzada contra el bolchevismo y que son estudiadas en este volumen.
Desde nuestra perspectiva, menos particularista, por ser aje­na al nacionalismo ucraniano, más europea, queremos rendir aquí un homenaje a aquellos jóvenes ucranianos que -a pesar de la política de ocupación que padecían- decidieron sacrificarse en el frente común, junto a los demás legionarios europeos, en la lucha contra el comunismo stalinista.

Alicante, mayo de 1992.

José García Hispán                                       Carlos Caballero Jurado

Editor                                                            Director de la Colección