Rubio, hermoso, joven, era tímido y tranquilo cuando estaba posado en tierra. En el aire fue el más mortífero piloto que jamás el mundo haya visto. Un cazador por naturaleza, en la guerra encontró su mejor ambiente: perseguir y luchar con el adversario hasta la muerte.
Cuando finalmente Richthofen fue derribado en una de las más feroces batallas aéreas de la primera guerra mundial, el comandante en jefe de la aviación germana expresó: “Valía tanto como tres divisiones sumadas”.
Los aviadores británicos a quienes él tanto combatió lo enterraron con todos los honores de la guerra y lo inmortalizaron escribiendo: “Un valiente, un noble adversario y un verdadero hombre de honor. Que descanse en paz”.
En el combate individual Richthofen nunca fue superado. Al mismo tiempo, fue el inventor de la guerra aérea moderna, con el uso de aviones en masa.
Su triplano Fokker, de color rojo, fue el terror de los cielos.
Floyd Phillips Gibbons, corresponsal de guerra del Chicago Tribune durante la Primera Guerra Mundial, perdió un ojo al ser alcanzado por fuego alemán mientras intentaba rescatar a un soldado norteamericano. A pesar de ello, en 1927 decide narrar, paso a paso, la historia de Manfred von Richthofen, el mayor as alemán de la Primera Guerra Mundial, al que honra por su caballerosidad en esta apasionante e inolvidable historia.