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Los Escuadrones del Apocalipsis

Jinetes rumanos en las waffen SS

Ion Valeriu Emilian - Jean Marcilly

Los Escuadrones del Apocalipsis - Jinetes rumanos en las waffen SS - Ion Valeriu Emilian - Jean Marcilly

396 páginas
medidas: 14,5 x 20 cm.
Ediciones Sieghels
2018
, Argentina
tapa: blanda, color, plastificado,
 Precio para Argentina: 590 pesos
 Precio internacional: 17 euros

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La Segunda Guerra Mundial ha sido el último escenario bélico donde la tradición caballerezca prevaleció en una porción nada despreciable de los combatientes. Entre ellos, lugar de honor ocuparon guerreros como los que protagonizan este libro. En medio del escenario de la guerra moderna, el cuerpo de jinetes-voluntarios Calarachi, siguiendo su milenaria Tradición, hacía del hombre y del caballo casi un ser único. Durante cinco años, hombres y caballos se enfrentarán, con el pecho desnudo y el torso descubierto, a todo el rigor de la guerra, lanzando la última carga de caballería de la historia y no retrocediendo ni un palmo ante la fantástica avalancha de los carros de combate “T34”.
¡Incomparables caballos! ¿Acaso no es verdad que, a gran distancia, sabían distinguir el ruido del motor de los aviones amigos y el de los enemigos? Hombres sin par, que supieron renovar las hazañas de los dacios, tan queridos de Alejandro Magno.
Estos centauros del siglo XX son los escuadrones del Apocalipsis que cabalgaron hasta el Cáucaso y estuvieron a punto de perderse en Afganistán, paraíso de los caballos y de los hombres libres.
El hombre que los capitaneó accede por fin a contar su epopeya, una maravillosa historia de amor entre caballos y hombres, una fantástica historia de guerra que pareciera sacada de otras épocas, un libro como ningún otro, que la excelsa pluma de Jean Marcilly resalta aun más hasta dejarlo en un puesto de privilegio entre la innumerable bibliografía bélica existente.
El líder de este cuerpo, Ion Emilian, nos lleva a cabalgar con él y marca su impronta en modo indeleble, dejando en alto el honor de Rumania, un patria que a pesar de que perdió en la contienda aun más hombres que los norteamericanos, ninguna película los recuerda, como lo hacen hasta el hartazgo en el bando contrario. Sin embargo, este hombre, apasionado por un ideal, se lanzó tranquilamente a empujar con el pecho de sus caballos los tanques soviéticos, que retrocedieron hasta el Cáucaso, y llegó a ser la fuerza más avanzada, la más en vanguardia de toda la campaña de Rusia.
El propio Stalin, intentando aprovecharse de su prestigio, lo condecora a título postumo con la Medalla de la Victoria, pretendiendo que murió luchando por el Ejército rojo. ¡Se engañan! Emilian, mientras tanto, caracoleaba en Dollersheim (Austria), entre numerosos elementos procedentes de la Führer Reserve, vestido con el uniforme de Haupsturmführer, ostentando en el pecho las Cruces de Hierro de primera y segunda clase, en la manga izquierda el «pasador de Crimea» con el que lo condecoró el mariscal Von Manstein en persona, y la insignia de los combates cuerpo a cuerpo. En un bolsillo de su guerrera guardaba la orden por la que se lo destinaba a la 170 División hanseática. En los hombros y en el cuello de su guerrera lucía los emblemas de su grado y las «runas» de la Waffen SS.
Ante el intento de sepultar su ejemplo y acallar su lucha, Emilian contesta:
"Mi guerra no se acabará hasta que yo rinda el alma a Dios. Mientras esté a caballo continuaré la lucha. El día en que mis rodillas no puedan presionar los flancos calientes de un caballo, será para mí como si el dragón hubiera derribado a San Jorge; me invadirán las tinieblas y no me quedará nada por lo que merezca la pena conservar la vida.
He amado al caballo más que a mi propia existencia, porque el caballo era mi libertad y el único ser a quien poder confiársela dignamente. He aquí por qué comencé a caballo la campaña de Rusia en 1941 — como voluntario — y por qué la terminé a caballo en 1945.
Siempre a la cabeza de mis Calarachis, esos fabulosos jinetes del Apocalipsis, duros y tiernos, soñadores y salvajes. Hombre extraños, en verdad, que llegaron en sus monturas a los confines de Asia, después de haber tomado por asalto Sebastopol, atravesado el Don y orillado el Cáucaso.
Y todo esto sin dejar de combatir, a galope suelto, sobre las ásperas crines ondeando al viento, batidos por la aviación de caza, la artillería y los blindados.
Me siento orgulloso de haber mandado a esos hombres, así como de contar hoy algunas de sus hazañas, aunque tema ofender su pudor. Ellos, espontáneamente, hicieron el don de lo que más amaban en el mundo: su caballo y su vida, para entregarse al gusto absoluto de la libertad. Escribir este libro es una forma sobresaliente de hacerlos revivir".

 

ÍNDICE

HAdvertencia al lector10
Prefacio11
Primera parte: La cabalgada fantástica
I.- Yo he muerto en 1945...15
II21
El 2.° de Calarachis. — Mihai Coliopol. — La guardia en el Dniéster. — Tataresco. — El abandono. — El capitán Epure lava la mancha.
»Morne esprit, autrefois amoureux de la lutte,
l´espoir, dont l’éperon attisait ton ardeur, ne veut plus t’enfourcher! Couche-toi sans pudeur, vieux cheval dont le pied a chaqué obstacle butte .
III33
Antonesco, tercer hombre del Eje. — La «Ritterkreutz» y los cadetes de Saumur. — La noche más corta.
IV41
La entrada en la guerra. — El mirador. — El primer
muerto. — La goma. — «Dac». — El tesoro. — La
bandera de Raicha
V49
Los cazadores y los cirios. — El primer tiro de Bakanu. — Balazos en la nuca. — Los prisioneros. — «Usted primero, querida señora.»
VI59
El «acorazado de las estepas». — Garbis de corabia. — El «Padrecito». — Campos de maíz. — La pala y el miedo. — Yo quisiera morir. — La ocasión hace al ladrón. — Inainte! (¡Adelante!)
VII75
El cabo Gutza pierde la cabeza. — Las medallas de Raicha. — Patrou Kertchoumi. — El tártaro de Tashkent. — Primera tarde sobre el Dniéster.
VIII87
Las cruces — Un salto al paraíso. — La lavandera
IX95
Peones en un tablero de ajedrez. — Un lecho. — Todos los tiros dan en el blanco. — Un gran jefe. — Cuatro cadáveres y un saco.
X103

Espectadores. — Cómo la caballería toma por asalto una línea de casamatas. — Dlnu pak, el dios de los hombres-caballos, se retira a su tienda. — Nicolás Tanoviceano: del «rugby» al lanzallamas.
XI113
Ametrallados por los fotógrafos. — El arco del triunfo. — El paso del Dniéster. — Entrada en Ucrania. — El regreso de los caballos. — Dos mártires. — Sara la ogresa.
XII125
Los calarachis desenvainan los sables. — El sueño de mi vida. — Bodas de sangre.
XIII133
Genia, El cáñamo y el cosaco calvo. — En casa del Conde de Kaminski. —La espía. — La bandera roja. — El paso del Bug. — Los húngaros. — El adiós a los caballos. — La clave de un sueño. — No hay «Ritterkreutz» para el abominable coronel Damaceanu.
XIV149
«Firu..., firu» — Las piedrecitas. — La fiesta de la rana. — Detenidos sobre el Dniéper. — «Las flores del mal». — Muerto por el país. — «Que se ponga la medalla en el culo». — Mljailovka. — ¡Los asesinos, en cueros!
XV167
La piel del diablo. — Matanza de flamencos. — Los zaporogos. — «Dahlia» atraviesa el dnieper. — La estepa de los nogayos.— La muerte del general Schobert. — Ese camello de Oriente...—El abandono de «Dahlia». — Los «ratas». — La cruz de Pistol. — Coliopol derriba su «Rata».—El capitán Eugenio Petit.
XVI183
La batalla del mar de Azov. — «Filiberta». — La Comuna de París. — La sirena desfigurada. — El fin de la jornada.
XVII195
En el puesto de mando del general Wittke. — Sepp Dietrich. — La ejecución. — Los «guardias del retrete». — El general Manstein. — La muerte del capitán Petit. — Elisabethal 36. — El comisario político judío, maestro de la banda de música.
XVIII207
El destacamento Korne.—La Mar Podrida.—Crimea.— Feodosia, la blanca.— ¡Atacados por la Marina! — La «Fosa tártara».
XIX217
Tártaros.— Navidad en Crimea.— Los rusos recuperan Feodosia. — «Si entregas un pañuelo...» — Sekehe Eli. — David contra Goliat. — Uno contra quince. — La saga del subteniente Mihai Coliopol.
XX227
Los partisanos. — El Teniente Constantinesco lo sabía. — La caballería rumana no hace prisioneras.
XXI233
La matanza de Feodosia. — Dyavar Yourt. —La conspiración. — Resurrección del pope Félix. — La multiplicación de los popes. — El padrino. — Los diálogos con tatiana. — Un tropiezo. — La violación de la suegra. — Karasubasar. — El champán del capitán Corbeanu. — La captura de Duca.
XXII249
Los rusos han avanzado. — La loma de Kiet. — Bombardeados con piedras. — Los sarnosos. — El sacrificio del jinete Taché d’islaz. — Nicolas Batatoresco. — Pascuas sangrientas. — El padre Sfarayala en Koljós Erny.—La historia de amor del teniente Ra-
dou y la bella Niura. — Herido.— El hospital de Simferopol. — El permiso. — Con el tío Domingo entierro lo mejor de mí.
XXIII281
La conquista del Kubán.—El poste «Europa-Asia».— ¿Dónde nos detendremos? — Los kalmucos. — Dyemil y el gran sueño. — El punto mas avanzado de la cruzada.
Segunda parte: Los jinetes del apocalipsis
XXIV293
Von Pannwitz y los cosacos. — Cóctel de gasolina. — La retirada. — Los crucificados. — «Valientes rumanos, venid con nosotros.»—Los carros de Shutov II.— «La Paloma». — Detrás de los rusos. — «Dac» está habitado. — Los heridos. — Rostov. — Carnicerías en el Don. — Regreso al país.
XXV317
— Movilizado nuevamente. — Al general Korne lo cambian de destino. — Radio Londres : La voz de Judas. — Permiso obligatorio. — La conspiración.— La denuncia. — «Aquí, el capitán Emilian: Pueblo, te han traicionado».—El adiós al ecuadron. — «Las hojas secas se amontonan en la pala»(canción) . — La palabra de honor.
XXVI333
En guerra junto a los rusos contra los alemanes. — S. S. de caballería. — «Florian Geyer». — «Piel del Diablo». — Trianón Versalles. — Libre de imaginar.— Barquero de alemanes. — Mischa, mi comisario político. — Ilona la virgen. — El barbero de Moscú. —Un vodka singular. — «Eres un hombre excelente, Mischa.» — Los órganos de Stalin.— ¡Maldita gente rumana! — Mischa se va. — Yo he muerto en la cota 672.
Tercera parte: El jinete de la sombra
XXVII359
Ministro. — Dollersheim. — «Haupsturmführer Waffen SS». — El capitán Ruelle. — Sepp Dietrich. — Los Van Houten. — La «Unidad de los Vagabundos». — Los americanos. — Acorralados en Altheim. — Escupo sobre un coronel de los Estados Unidos.—«¡Mis respetos, general Patton!»
XXVIII369
De un campo a otro. — Veinticinco años de prisión. — Cero todavía, coronel Dan Ionesco
XXIX373
Campo n.° 63. — Simón Wiesenthal.— Míster Fox.— La organización C. I. C. — El A. C. R. A. S. (Asociación Cristiana de Rumanos de la Alta Austria). — «El Bogavante».—Emilian contra Emilianov.— «Le estrecho a usted la mano.»
XXX383
Atacado por la prensa.—El doctor Wolf.—Mi hermano Marcelo. — Mi madre. — No acaba la «piel del diablo»... Quizás esto sea una desgracia.

Advertencia al lector

 

Al leer los acontecimientos que se dan a conocer en este libro, algunos lectores se asombrarán de que se revele imprudentemente la identidad de muchas personas.
El autor desea precisar que los protagonistas que se citan han sido fusilados o han muerto en prisión o viven en el exilio con nombres falsos.
Al autor le ha parecido justo mencionarlos a todos, como se merecen.
Las puertas de la Historia no se han cerrado definitivamente sobre la vergüenza y el oprobio de un momento.
Rumania ha conocido lo peor.
No tardará en llegar el día en que Rumania sea de nuevo libre.
Entonces se sentirá orgullosa de llamar por su nombre propio a cada uno de sus verdaderos hijos.

Prefacio

 

Ion V. Emilian no sabe decir «yo». Es preciso, por tanto, que yo lo diga en su lugar.
En su vocabulario no hay más que cuatro voces: Hombre, Caballo, Patria, Libertad.
Conocía perfectamente a todos sus voluntarios calarachis, asombrosos jinetes campesinos, de los que citaba sin vacilar el origen, el nombre y el lugar del nacimiento. Testimoniaba así que para él la tierra confiere un título de nobleza aun al más humilde.
Este hombre, apasionado por un ideal, se lanzó tranquilamente a empujar con el pecho de sus caballos los tanques soviéticos, que retrocedieron hasta el Cáucaso, y llegó a ser la fuerza más avanzada, la más en vanguardia de toda la campaña de Rusia. He sabido — no por él, sino por otros — que fue condecorado catorce veces, especialmente con la distinción más alta que se confiere en Rumania: con la Orden de Miguel el Bravo. Emilian no quiere oír hablar de esto. Para él, las únicas cruces respetables son las de los muertos.
Si cita la Cruz de Hierro es porque quisieron arrebatársela; si cita la soviética Medalla de la Victoria es porque Stalin se la concedió a título póstumo...
En un mundo que se alimenta de carne de caballo expendida regularmente en las carnicerías, Ion V. Emilian no tiene sitio. Ha perdido su sitio, como ha perdido su país. Sin caballo, sin patria, lucha y se agita en busca de días nuevos que alumbre la libertad.
¿Llegará la hora en que este caballero surgido del fondo de las edades eche pie a tierra? En su lengua, descalecare es una voz privilegiada que está a la cabeza de todas las voces. Significa «descabalgar», pero también define el impulso de «disponerse a erigir, instituir, fundar», como si la acción de saltar de la silla implicase la obligación de elevar algo estable y sólido en el lugar en que se descabalga.
Nadie duda de que Ion V. Emilian, milagrosamente evadido del Apocalipsis y de las tinieblas, es un Descalecator. Su alma y el alma de su patria forman una sola entidad espiritual.
Por dondequiera que, errante, cruza Ion V. Emilian vibra la tierna y pura Rumania marcada a fuego tan profundamente como jamás se atrevió nadie a marcar los caballos.
Jean Marcilly