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Rosas Frente Al Imperio Británico

Historia íntima de un triunfo argentino

José Luis Muñoz Azpiri

 

Rosas Frente Al Imperio Británico - Historia íntima de un triunfo argentino - José Luis Muñoz Azpiri

244 páginas
medidas: 14,5 x 20 cm.
Ediciones Sieghels
2020
, Argentina
tapa: blanda, color, plastificado,
 Precio para Argentina: 670 pesos

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Los argentinos no hemos valorado debidamente no sólo la riqueza de nuestra historia patria sino, siquiera, la excepcional suerte que tuvimos al poder contar con una rara cantidad de historiadores que, al fuerte sentimiento nacional, le sumaron una excelente capacidad como escritores, hombres de cultura, pensadores y, lo que es más importante para la ciencia histórica, rigurosos investigadores de documentación fehaciente. Como poseedor de todas estas cualidades, es injusto que no se valore debidamente los trabajos de José Luis Muñoz Azpiri. Gracias a su impresionante aportación de documentación histórica, la historiografía nacional puede beber de obras como "Historia completa de las Malvinas” o “Rosas frente al Imperio Inglés", valiosísimos aportes al patrimonio histórico nacional y a la historia de nuestra soberanía.
Como integrante del cuerpo diplomático argentino, Muñoz Azpiri representó al país en reuniones internacionales y fue jefe, durante un lapso importante, del Archivo General del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto. En dicha función, entre otras cosas, realizó la importante obra de rescatar documentos inéditos, y, durante dos años de trabajo, estudió, clasificó y fichó más de cuatro mil documentos prácticamente perdidos u olvidados, en especial los relativos a la política exterior de la Confederación Argentina durante el período 1825-1852, muchos de ellos perdidos o destruidos durante los incendios de 1866, 1867. Su tarea no se limitó al archivo de la propia cancillería argentina, sino que se extendió a otros archivos nacionales y europeos. Los documentos que se utilizarían a tal respecto, aparte de los del consulado general en Londres, ya examinados y clasificados, pertenecían a la legación y consulado británicos en Buenos Aires, a la legación argentina en Inglaterra y a los consulados y viceconsulados argentinos en el Reino Unido, entre 1829 y 1852, relacionando dichas pruebas con las referentes a las representaciones en Uruguay, Brasil, Estados Unidos y Francia. La fuente aprovechable surgiría de manuscritos originales, borradores, copias de originales y traducciones, libros copiadores e impresos interpolados.
Al cabo de dos años de tarea, estimó apropiado considerar el dar a luz un trabajo acerca de la política de la Confederación con Inglaterra mediante la reproducción parcial de los documentos más importantes y la utilización del fondo informativo de los demás. Con ello cumple con su deseo de contribuir a señalar, con el apoyo de una documentación fehaciente, una nueva y breve guía en los derroteros diplomáticos de la Argentina.
Como fruto de esta titánica tarea surge con aun más luz la inmensa figura de Juan Manuel de Rosas y su defensa de la soberanía argentina frente al ataque de Gran Bretaña.
Con esta obra que bien se subtitula "Historia íntima de un triunfo argentino” salen a la luz documentos y hechos sobre los que “Cien años de enconado silencio no pueden amortiguar todavía la intensidad dramática que encierra este recodo de la historia patria, envuelto, hasta ahora, en las sombras de la cobardía y el encubrimiento”.
Cada una de las afirmaciones históricas que hace Muñoz Azpiri se halla avalada por el apéndice documental incluido en la segunda parte del libro, cuya atenta lectura permitirá tener una cabal idea del alto sentido de responsabilidad nacional y del decoro con que fueron dirigidas las gestiones de paz que culminaron en el Tratado Arana-Southern, que puso fin a la intervención inglesa en el Plata durante el gobierno de Rosas. Dicho conflicto amenazó la integridad del país y sometió a dura prueba su honor y patriotismo.
La obra de Muñoz Azpiri recupera para nuestro acervo histórico el riguroso estudio de problemas “escandalosamente intactos” hasta el presente.

 

ÍNDICE


Prólogo9
I.- El “presidente” Rosas15
II.- El rio de la bandera. “O juremos con gloria morir”23
III.- La batalla diplomática. Las “misiones inútiles”39
IV.- La crisis de 1848 y los progresos de la intervención47
V.- “Y los libres del mundo responden...55
VI.- La “operación de los tres Henries”65
VII.- El pasajero de la “Alecto”75
VIII.- Audiencia en la siesta85
IX.- Los “papeles” de Rosas91
X.- La osadía de “una colonia de segundo orden”97
XI.- Un minue bajo los sauces105
XII.- La victoria argentina121
Apéndice documental
I.- Instrucciones de George Gordon, Conde de Aberdeen, primer secretario del Foreign Office, a Mr. Gore Ouseley, Ministro británico en Buenos Aires137
II.- Texto de la convención139
III.- Aprobación de la Junta de Representantes143
IV.- Acta de canje144
V.- Tramite de la Convención145

Prólogo

 

El Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Argentina conserva en su Archivo General, situado en la avenida San Juan, de Buenos Aires, la mayor parte de la do­cumentación sobre la política internacional de la Nación, des­de las primeras misiones enviadas al exterior por la Junta de Mayo, hasta las negociaciones celebradas en nuestros días. Se trata de un repositorio histórico de sumo valor, con testi­monios inéditos en su casi totalidad, y con manuscritos cuyo destino concreto se desconocía hasta ahora, como los que des­cubriera el autor en 1947, relativos al Gobierno de Paraná.
No toda la documentación diplomática se encuentra en este depósito. Algunos cuerpos importantes se hallan en el Archivo General de la Nación, cuyas existencias, con todo, no se extienden más allá del comienzo de la presidencia de Mitre; otros permanecen aún en poder de particulares, anti­guos altos funcionarios del ministerio, y muchos desaparecie­ron en los incendios de 1866 y 1867, en la Casa de Gobierno, o se han perdido. Los originales de los tratados y principales instrumentos diplomáticos se encuentran en el edificio de la cancillería, en poder de la División de Tratados y Legisla­ción Extranjera; la mayor parte de este material ha sido pu­blicada, y su revelación carecería de novedad. Entre tales testimonios se hallan la Misión de Alvear y Díaz Vélez al Alto Perú (1825 y 1827), ordenada por Diego Luis Molinari y dada a luz por el antiguo subsecretario de Relaciones Ex­teriores, Ernesto Restelli, y la generalidad de los tratados, convenciones, pactos, acuerdos, protocolos, concordatos y re­glamentos que han visto la luz pública, por parte oficial o privada, en nuestro país o el extranjero. Hasta hace unos años, el archivo era depositario de un oficio de San Martín acerca de la campaña “que diera por resultado la indepen­dencia del Perú”, firmado por el Protector, y de uno de los originales de la capitulación del Callao, mediante el cual se prueba que fue un general argentino quien abatió el baluarte de los Borbones en América, piezas ambas que fueron salva­das del olvido por circunstancias accidentales.
A principios de 1946, el autor tuvo oportunidad de en­trar en contacto con esta riqueza documental y conocer la parte aprovechable, desde un punto de vista historiográfico, de la misma. Comprobó que la casi totalidad de las existen­cias testimoniales a su cargo se encontraba inédita. Disposi­ciones reglamentarias, inspiradas en acertados fundamentos administrativos, el menos desdeñable de los cuales era la des­organización del depósito, impedían el acceso a los investiga­dores privados, salvo rarísimas excepciones. Comenzó, por tanto, a clasificar sistemáticamente el material en custodia, empezando por la ordenación, estudio y “fichado” de los do­cumentos pertenecientes al consulado argentino en Inglate­rra, entre 1825 y 1852, e inaugurando en tal forma la ofi­cina de investigación histórica del Archivo. Seguidamente, estudió y clasificó más de cuatro mil documentos relativos a la política exterior de la Confederación Argentina.
Al cabo de dos años de tarea, estimó apropiado conside­rar la posibilidad de dar a luz un trabajo acerca de la polí­tica de la Confederación con Inglaterra, mediante la repro­ducción parcial de los documentos más importantes y la utilización del fondo informativo de los demás. Al proponer tal iniciativa a sus superiores, aludió a los lunares y lagunas que había descubierto en las obras de este tipo, ninguna de las cuales trataba el tema con exclusividad ni objetividad, y al deseo de contribuir a señalar, con el apoyo de una docu­mentación fehaciente, una nueva y breve guía en los derro­teros diplomáticos de la Argentina. Los documentos que se utilizarían a tal respecto, aparte de los del consulado general en Londres, ya examinados y clasificados, pertenecían a la legación y consulado británicos en Buenos Aires, a la legación argentina en Inglaterra y a los consulados y viceconsu­lados argentinos en el Reino Unido, entre 1829 y 1852, rela­cionando dichas pruebas con las referentes a las representa­ciones en Uruguay, Brasil, Estados Unidos y Francia. La fuente aprovechable surgiría de manuscritos originales, bo­rradores, copias de originales y traducciones, libros copiado­res e impresos interpolados. El viaje del autor a Europa, en 1948, obligó a postergar la realización del propósito.
El presente trabajo, compuesto con el criterio de la cró­nica monográfica, y no del cuerpo documental, como hubiese sido el primitivo anhelo, se refiere a la Convención Arana-Southern, firmada en Buenos Aires, el 24 de noviembre de 1849 —a la cual designamos con el nombre de Paz de Obli­gado—, y toma su origen en la citada documentación. Un Apéndice transcribe los borradores del trámite del tratado, redactados, en su mayor parte, de puño y letra por Rosas y Arana, y copiados en 1947. Los manuscritos se encontraban en precario estado de conservación, con huellas de los incen­dios de 1866, y su referencia topográfica, que ha sido alte­rada en las reorganizaciones últimas, era: “Confederación Ar­gentina 1848-1850, Caja 23, leg. 3”. Dichos textos brindan un testimonio apropiado del “modus operandi” de la Confe­deración en un tratado internacional (¿convendrá acaso in­corporar dicha cartilla a nuestros anuarios y reglamentos di­plomáticos?). Documentos de diversa índole, todos ellos ori­ginales e inéditos, sustentan la información de las demás páginas. Tales piezas, aparte del interés historiográfico, jurí­dico o diplomático que despiertan, brindan sugestivo material narrativo y anecdótico para la “petite histoire”, o sea para un aspecto de la historia menuda y real, excesivamente des­estimado hasta estos días en que el mercado de la “historia destilada” y la sociología rapsódica ha comenzado a limitarse por sí propio en ambas orillas del Plata, después de abara­tarse en manos de periodistas y repetidores. No es la nuestra, con todo, una obra superflua, ya que toca problemas “escan­dalosamente intactos” hasta el presente, como diría Ortega, y representa el primer libro escrito exclusivamente sobre el tema en el país.
La Paz de Obligado puso fin a la intervención inglesa en el Plata durante el gobierno de Rosas. Dicho conflicto ame­nazó la integridad del país y sometió a dura prueba su honor y patriotismo. Problemas de alta entidad jurídica, tales como los de la libre determinación de las naciones americanas, la no intervención dentro del sistema hemisférico, y la sobera­nía de los ríos interiores, cuestión esta última hoy casi olvi­dada y cuyo último eco se reflejara en las discusiones de la Constitución argentina de 1949, se debatieron a lo largo de la negociación del tratado. Las luces proyectadas sobre este punto son aún insuficientes y el episodio permanece todavía en la penumbra. No resulta aventurado afirmar que las tres cuartas partes de nuestro pueblo desconoce aún la sustancia y desarrollo del conflicto, equivalente a una segunda guerra de la independencia nacional, que fuera resuelta, merced al tesón y energía de Rosas, con una victoria argentina. Y, sin embargo, acontecimientos políticos de excepcional envergadu­ra, como la caída de la monarquía de Luis Felipe y la con­siguiente convulsión de media Europa, se relacionaron con el conflicto. Obligado, San Lorenzo, Quebracho, India Muerta, Laguna Limpia y Vences, con su cortejo de desolación y de sangre, trazaron el derrotero cruento del drama y aconteci­mientos políticos, como el envío de seis misiones europeas al Plata, la conmoción de los gobiernos y cancillerías de Ingla­terra, Francia y América, y debates parlamentarios en los que participaron Peel, Russell, Aberdeen, Palmerston, Disraeli, Cobden, Guizot, Thiers y Lamartine, fueron su urdim­bre política. Cien años de enconado silencio no pueden amor­tiguar todavía la intensidad dramática que encierra este re­codo de la historia patria, envuelto, hasta ahora, en las sombras de la cobardía y el encubrimiento.
No querríamos finalizar esta noticia sin una advertencia ilustrativa. Acaso en algunas de estas páginas se deslicen ses­gos críticos que induzcan a vincular la obra con problemas políticos y de nacionalidad, y no, como debiera ser, con el tema de la justicia y el derecho. Corresponde, por tanto, prevenir que la resistencia de 1845 no se emprendió contra In­glaterra, sino contra Downing Street y su particular interpre­tación de los privilegios que asignaba a la nación elegida la “versión autorizada” de la Biblia, de la época del rey Jacobo, escritura sagrada victoriana, además de hebraica. Pero aquí, también, como en otras ocasiones y lugares, el espíritu del Nuevo Testamento hubo de oponerse al Antiguo. Voces pre­claras del reino, como las de Cobden, Lord Molesworth, Unquart y del propio Palmerston, junto con la de órganos de difusión pública, como el “Morning Chronicle”, se alzaron en defensa del derecho vulnerado y la justicia de la causa argen­tina,; un primer ministro, inclusive —Russell—, repudió la agresión, y en sus sentimientos fue acompañado por la tota­lidad de los residentes británicos en nuestro país; el periódico inglés de Buenos Aires, “British Packet”, que dirigía George Thomas, consideró a la invasión como una “aventura de fili­busteros” y la combatió sin tregua ni desmayo, y, lo que es mucho más enaltecedor y notorio, hubo súbditos de la Corona que cayeron en la batalla de Obligado en defensa del honor de nuestra bandera, legando, en tal forma, un imperecedero testimonio de fe en la firmeza y lealtad de los vínculos anglo-argentinos. La nación se alzó en armas solamente contra la política del Foreign Office y Whitehall y los intereses de las pandillas de caballeros de industria que pululaban en Liver­pool y Manchester. Por extraña paradoja, que adquiere, en nuestro caso, valor de símbolo, la tierra clásica de la libertad vino a acoger finalmente los restos mortales de quien enca­bezara dicha resistencia contra sus políticos y flotas, en de­fensa de la integridad y el honor de un suelo que resolvió recompensar tal suma de abnegación y devociones con los venenos de la proscripción, el odio y la calumnia.

Referencias
El Instituto de Investigaciones Históricas de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, conserva copias dactilografiadas de documentos aislados sobre la Misión Southern, tomadas de originales de nuestra Cancillería, agrupa­dos bajo el título de: “Convención para restablecer las relaciones de amistad. Ministerio de Relaciones Exteriores. Biblioteca. Divi­sión Política (carpeta VII, leg. 2, “Gran Bretaña”, 1849). Tales copias fueron extraídas por disposición del Dr. Emilio Ravignani.
Noticias ocasionales y aisladas sobre la Convención, pueden leerse también en algunos legajos del Archivo General de la Na­ción, entre ellos los titulados: “Gran Bretaña, Bloqueo Anglofrancés y Sitio de Montevideo, 1842-1852, X-l-3-10, División Nacio­nal, Sec. Gobierno, sala 10, cuerpo 1, nº 13”.
“Secretaría de Rosas. Relaciones Exteriores; síntesis de notas elevadas al gobierno, 1848-1851, 43-2-10”, y
“Relaciones Exteriores y Culto, 1848, 17-9-2”.
El Archivo de la Nación conserva, además, 11 rollos de microfotografías del Archivo del Consulado de los Estados Unidos en Buenos Aires, entre 1811 y 1906, donde asoman datos de interés sobre el tema (el rollo 8 abarca los años 1843 a 1850). Dichos do­cumentos fotográficos fueron donados al país, en 1956, por el Ar­chivo Nacional de Washington. Ref.: C. 16, A 5 no 1811.
Las abreviaturas “Arch. Canc.”, indican “Archivo de la Can­cillería, y “S”, “Southern”.