Libreria Argentina Libreria Argentina Libreria Argentina

 

El fetiche de la Constitución

La Constitución del 53, estatuto de la dependencia

José María Rosa

El fetiche de la Constitución – La Constitución del 53, estatuto de la dependencia – José María Rosa

200 páginas
medidas: 14,5 x 20 cm.
Ediciones Sieghels
2021
, Argentina
tapa: blanda
 Precio para Argentina: 820 pesos

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Una de las grandes banderas del liberalismo argentino, fomentador de los intereses foráneos antes que los argentinos, fue, durante gran parte de nuestra historia, la Constitución. Pareciera ser ésta una expresión mágica: bastaría pronunciarla para que cesaran los males del país. Como Rosas no creyó en ella, la Constitución fue la gran bandera para luchar contra el tirano, y era de ley que cada vez que Rosas se enzarzaba en una guerra extranjera algún general se aliaba al enemigo con el patriótico propósito de dar una Constitución a los argentinos. Así lo hizo Lavalle apoyando a los franceses en 1838. Paz en apoyo de los ingleses en 1845, y acababa de hacerlo Urquiza al pasarse a los brasileños en 1851. Este verdadero fetiche goza de un enorme prestigio que sin embargo es derrumbado como un castillo de arena por José María Rosa en el presente ensayo. No sólo devuelve a la realidad histórica el propio acto constitucional, sino que deja en ridículo a sus antecedentes en el pensamiento de Alberdi, a sus representantes y a las improvisadas reuniones que le dieron forma.
J.M. Rosa hace notar lo fuertemente racista que eran las ideas de Alberdi. Para éste la población de Argentina era inferior a la anglosajona, y en su "gobernar es poblar", borrado de algunas ediciones modernas, dejaba implícito que el criollo instruido no valía un inglés analfabeto: no era un problema de educación sino de estirpe. Hasta tal punto llegan sus delirios, que incluso proponía que el extranjero diligente y hábil fecundara nuestras mujeres e hiciera prosperar la tierra. De espaldas a la realidad, basándose en una Inglaterra que evidentemente desconocía totalmente, soñaba con nuestros ríos adornados con las banderas de los distintos países ondeando, poniendo al Támesis como ejemplo mientras allí no podía ondear otra bandera que no sea la inglesa, o ignorando que el Acta de Navegación de Cronwell que cerraba los puertos a los barcos extranjeros fue el origen del poderío marítimo inglés.
Tampoco su adorada Constitución de California tenía mucho que ver con la realidad. Aquello que él creía la fuente del progreso no era más que letra muerta en un lugar que sólo se respetaba la ley del revólver y que si tenía progreso este se debía más a la fiebre del oro que a su Constitución. Prácticamente lo contrario de lo que él entendía era la realidad: los habitantes tenían solamente los derechos “inherentes a la condición humana”. Aquello de hablar, escribir y publicar libremente sus pensamientos, que la “reaccionaria” Constitución de Chile permitía al argentino Alberdi, la “civilizada” de California prohibía a los extranjeros.
Su proyecto para una Constitución era en su mayor parte una traducción literal de la norteamericana. Pero como este amante de lo anglosajón ni siquiera sabía inglés, apenas si pudo basarse en la pésima traducción de García De Sena, siendo la máxima expresión de lo a contramano de sus teorías el que una disposición norteamericana para tolerar la trata de negros en los estados del sur, se convirtiera (por obra conjunta de García de Sena, Alberdi y el Congreso de Santa Fe) en nuestro artículo constitucional que fomenta la inmigración.
En realidad, poco importó que Alberdi renegara en 1863 de sus ideas de 1852 (que encima las volverá a tener en 1880) sino el que su pensamiento encarnó al de la clase dirigente que entregará el país después de Caseros. Su máxima será que la paz nos vale el doble que la gloria, que es preferible vivir sin honor, pero con dinero (siendo este último en realidad nada más que para la clase dirigente).
La presente edición incluye el primer estudio de José María Rosa sobre la Constitución del 53, como estatuto de dependencia, que apareció en 1942 en 3 ediciones sucesivas de la Revista del Instituto Juan Manuel de Rosas. Pudiéndose apreciar en "Nos, los representantes del pueblo" cómo aquellos supuestamente honorables constituyentes no eran más que figurones de poderes más oscuros que lo que el democrático discurso pretendía. Bien puesto tenían el mote de "alquilones" con que los llamaban, pues no solo muchos de los representantes no eran siquiera nativos de la provincia que los "enviaba", sino que había desde los que nunca habían pisado el suelo del lugar que representaban hasta los que no sabían señalarlo en un mapa siquiera.
Con "Las Diez Noches Históricas" deja en evidencia la premura con que todo se tejió; "entre gallos y medianoches" se diría justamente pues las sesiones comenzaban a las 19 hs y solían terminar a las 00 hs. Es un "mérito" inédito y no loado el que, en promedio, aprobaran un artículo cada once minutos y medio, comprendiéndose debate, votación, rectificación y asentamiento en el acta, además de los numerosos cuartos intermedios y los debates ajenos a la tarea constitucional. Con la particularidad de que algunas aprobaciones ni siquiera figuran en acta, lo que de hecho los convierte en ilegales.
El resultado de este desaguisado fue el esperable. Esta "intelectualidad" que vivió siempre de espaldas al pueblo, sordos y ciegos a la realidad que los rodeaba, que discutían la excelencia de esta o de aquella forma de gobierno a copiar de Francia o de Estados Unidos, mientras las provincias combatían entre sí, sólo fue capaz de dar palabras “lindas pero inaplicables”, un texto escrito que se aplica a veces y se olvida las más, que no sirve al pueblo sino a las fuerzas plutocráticas.
Desde ya que el país no entró en la vía del progreso como prometieron, ni hubo la paz que valía más que la gloria, ya que las guerras se sucedieron año tras año en forma más cruenta aún que en la época de Rosas. Esta minoría culta no comprendió el estatuto no escrito que regía en la época del Restaurador y que unía espiritualmente al país. Ni siquiera al sufragio popular que existía en Argentina durante la época de los Caudillos mientras en Europa sólo votaban unos pocos, incapaces de comprender lo que no estaba escrito en los libros extranjeros de derecho teórico.
La paradoja fue que los liberales terminaban gobernando con el estado de sitio que votaron en la Constitución que el Dictador no les dió y que les terminaba dando un poder mayor del que Rosas tenía, pero sin la valentía de confesar la suma del poder público ni el prestigio del Gran Caudillo. El presidente es así un dictador por seis años, pero es un mal dictador pues puede gobernar de espaldas al pueblo. Y es elegido, no por la voluntad del pueblo, no por eclosión maravillosa y magnífica del démos, como fue elegido Rosas, sino por fuerzas tenebrosas que se mueven tras bastidores.
Con el fetiche de la Constitución, la “organización” sucedió a la “Restauración”: organización de las fuerzas tenebrosas que ahogaron todo impulso de restaurar los antiguos valores espirituales y económicos de la Patria.

 

ÍNDICE

Dedicatoria9
I.- Bases11
Gobernar es poblar11
El capital extranjero16
Libre navegación19
Moral de “Bases”.20
Su trascendencia23
II.- El proyecto de Alberdi25
Segunda edición de “Bases”25
El proyecto de constitución.26
Manuel García de Sena28
Semillero de pleitos29
De la trata de negros al fomento de la inmigración.33
La constitución de California.35
III.- La alfajorería de Merengo41
La comisión de negocios constitucionales41
Hoy y aquí46
“Circuleros” y “montoneros”48
IV.- Las diez noches históricas51
De febrero a abril51
Oposición de Zuviría52
¡Qué dirán los pueblos!57
Unanimidad por mayoría59
Las diez noches históricas60
Velocidad constituyente62
Omisiones graves63
El 1º de mayo65
Hijos y entenados67
“Las naciones se crían en solo día...”69
V.- La Constitución de 185371
¿Para quién la Constitución?71
La gente decente73
La Constitución que acabó en 185276
La Constitución importada79
El derecho argentino82
El país legal84
VI.- Quiebras constitucionales87
“Ad-Hoc” (1860)87
La Primera Quiebra Constitucional (1861)88
La estabilidad Constitucional (1862-1930)89
El sufragio después de Caseros90
Voto Universal y Obligatorio (1912)91
Segunda quiebra: la revolución de 193092
La doctrina de los “gobiernos de facto”93
Sucesores “constitucionales”: el voto y la abstención.95
El “Fraude patriótico”97
La neutralidad y el pueblo99
Tercera Quiebra. El Ejército en el gobierno. Surge el coronel Perón100
Juicio a la Suprema Corte101
La Constitución de 1949102
La revolución de 1955: restablecimiento de la Constitución del 53104
Otra convención constituyente105
Gobiernos “constitucionales” y “de facto”105
ANEXO: Historia de la Constitución del 53
I.- Nos, los Representantes del Pueblo109
Los hombres del fraque109
El “countes landsdale”113
“Por voluntad y elección de las provincias”116
“Reunidos en Congreso General Constituyente”122
II.- Alberdi y las Ideas Constitucionales del 53135
La biblioteca del Congreso135
Filosofía política de las “Bases”136
El racismo de las “Bases”139
El capital foráneo141
Libre navegación142
Moral alberdiana144
III. El anteproyecto constitucional de Alberdi145
Don Manuel García de Sena147
La Constitución de California149
La alfajorería de Merengo151
“Circuleros” y “montoneros”154
III.- Las Diez Noches Históricas157
I.- La sesión del 20 de abril157
“¡Alquimistas de la política!”160
“¡Que van a decir “los pueblos!”163
Unanimidad por mayoría165
II.- Entre el último canto de gallos y media, noche166
Tiempo marcado167
Supresión de la palabra “democrático”168
Fuera de “toda razón y justicia”169
La inmigración deseable172
Catolicidad del presidente173
Victoria por hambre175
El famoso artículo 29177
“Basta aplicarle de aquella solución... ”183
III.- “ESE ES EL PUEBLO”184
Argentinidad de la Constitución186
Artículos que no figuran en actas191
La Constitución no existe legalmente192
La Constitución no existe virtualmente194

Dedicatoria

 

Dedico este libro a la Juventud Argentina
Pongo como explicación del mismo estas palabras de Jauretche.

“Se ha falsificado la historia para que la inteligencia nacional estuviese en el Limbo, mientras operaban otras inteligencias al servicio de una política planificada, desde luego porque toda política implica un plan. Pero desde el Limbo no se puede pensar el futuro. Las naciones están en el mundo y no en el Limbo y desde el mundo – la realidad – construyen su destino. Pasado, presente y futuro son historia. La política de la historia falsificada tendió precisamente a cegarnos la visión de los fines históricos con fines ideológicos, de no dejarnos ver los nacionales para limitarnos a los que llamaron “institucionales”. De allí nuestros demócratas que no acatan a las mayorías, y nuestros liberales que reprimen la libertad. Se ha incorporado a nuestra educación el dogma de que la finalidad de la emancipación Argentina fue construir determinado régimen político, determinada forma institucional, y no ser lisa y escuetamente una nación donde la sustancia predomine sobre las formas. Sería demasiado grosero suprimir la nación, simplemente se le atan las manos haciendo de los instrumentos de su defensa, las redes que la aprisionan” (Política nacional y revisionismo histórico, 1959).

JOSÉ MARÍA ROSA