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Marx, ese desconocido

Julien D’Arleville (Mauricio Carlavilla)

Cabalgar el Tigre - Julius Evola

196 páginas
medidas: 14,5 x 20 cm.
Ediciones Sieghels
2023
, Argentina
tapa: blanda
 Precio para Argentina: 5920 pesos

Hay muchas biografías de Carlos Marx, el fundador del Comunismo. Pero probablemente ninguna llega como ésta a desentrañar la verdadera personalidad de esta figura central de nuestra época. Porque si poco, en realidad, se conoce su doctrina, a pesar de su actual aceptación e influencia, incluso en la intelectualidad mundial, menos se sabe de su vida. El autor de esta biografía no deja de comentar en el capítulo «Marx, ese desconocido filósofo» lo esencial de la doctrina marxista, pero se ocupa especialmente de la persona de Marx de su ascendencia rabínica, de su conducta como hijo, como esposo, como padre...
Muchos enigmas se aclaran y con ello adquiere todavía mayor dimensión el secreto de la influencia extraordinaria de la doctrina marxista, impuesta hoy, al cabo de un siglo de su publicación, en naciones que suman mil millones de habitantes, y que se proyecta, amenazante, con increíble poder de sugestión, sobre todos los rincones del planeta.


JULIEN D’ARLEVILLE (pseudónimo de Mauricio Carlavilla)

 


 

ÍNDICE

Advertencia previa7
¡¡¡Marx!!!23
Marx, ese desconocido descendiente de rabinos27
Marx, ese desconocido hijo37
Marx, ese desconocido antiteo57
Marx, ese desconocido filósofo79
Marx, ese desconocido esposo113


Advertencia previa

 

La obra del Sr. MARX (Sr. PROUDHON) no es simplemente un tratado de economía política, un libro ordinario, es una Biblia: «Misterios», «Secretos arrancados al seno de Dios», «Revelaciones», nada falta. Mas, como en nuestros días los profetas son discutidos más conscientemente que los autores profanos, es necesario que el lector se resigne a pasar con nosotros por la erudición árida y tenebrosa del ‹‹Génesis», para elevarse con el Sr. MARX (Sr. PROUDHON) hasta las regiones etéreas y fecundas de su super-socialismo.
Karl MARX

Las ediciones de las obras completas de MARX baten todos los récords; igual las de cada una de ellas; sus cifras de tirada son fantásticas.
La bibliografía sobre MARX y el Marxismo es inmensa. El número de sus ediciones y sus tiradas, también. Puede asegurarse que, sumadas las ediciones de las obras de MARX y las marxianas, totalizando millones y millones de ejemplares, sobrepasan en muchos, en muchísimos, los publicados a través de siglos relativos a cualquier ciencia, filosofía o religión.
La rauda e inmensa conquista marxista de las inteligencias y, en consecuencia, la creación y expansión del Mundo marxiano, sin par en la Historia, tiene una primera causa eficiente: su colosal y universal «predicación», hecha principalmente a través de libros. Una vez más es traducido en hecho el apotegma leibnitzniano: «Nada sucede sin causa suficiente».
Poco más de un siglo tiene de duración el período de la «predicación» marxiana. Mas, realmente, si hace poco más de un siglo que ven la luz los primeros trabajos comunistas de MARX, aquel más importante, El Capital, inacabado por su autor, el primer tomo, único publicado en vida, lo es el 14 de septiembre de 1867; es decir, hace 105 años.
Si exceptuamos el Manifiesto Comunista (1848), con dimensiones de folleto, que tuvo cierta difusión entre los no muy numerosos miembros de la I Internacional, el resto tardará más de un siglo en llegar al gran público. En vida de MARX y bastantes lustros después, toda su producción editorial es un completo fracaso. Todas las angustias del autor y de su coautor, ENGELS, ante aquel absoluto silencio de la crítica y ante la carencia de compradores de Das Kapital tienen constancia conmovedora en la correspondencia entre ambos y con sus íntimos. Como al pueblo hebreo se le ha llamado el «Pueblo del Libro», por la Tora; al Islam la «religión del Libro», por el Corán; al comunismo se le debería llamar también «religión del Libro», por El Capital. Mas, a juzgar por el fracaso propagandístico de tantos años, nadie hubiese profetizado a El Capital, ni tampoco al Manifiesto, mucho más difundido y más pronto, que llegase a ser «Libro de todo un mundo»; de un Mundo, ya que si geográfica y demográficamente no lo es aún el comunista, con justificada licencia se le llama «mundo», por exceder con mucho las ordinarias medidas demográficas y geográficas de las agrupaciones humanas.
La «gran» tirada de El Capital, 1.000 ejemplares, en su primera edición, por cuyos derechos recibe a cuenta del editor, MEISSNER, de Hamburgo, la también «gran» cantidad de 60 libras, tarda en venderse cuatro años... se agota en 1871. El Capital no anuncia en su primera salida el best seller que después de mucho tiempo ha de llegar a ser. Durante muchos años, decenios y decenios, es un libro sólo para iniciados; para ser leído por algún fanático empedernido, rayando en heroico, al resultar incomprensible para cuantos no se hallen profundamente versados en el abstruso hegelianismo y Economía Política. Es incomprensible la obra por su materia en sí. La Economía, como ciencia, está en su embrión aún; y además, por no existir trabajos amplios y sistemáticos de crítica del Capitalismo desde el punto de vista comunista; pues, aun cuando los predecesores de MARX han revelado sintéticamente ya cuanto él dirá, plagiándolos —e insultándolos a la vez —, esa crítica es fragmentaria y está dispersa, mezclada con «idealismos» y «utopismos», sin formar un cuerpo doctrinal, sin sistema y, sobre todo, sin esa «música interior» y «lógica interna», que MARX le infunde con su «mística» del odio, con incendiaria llama de «profetismo» y «mesianismo». «MARX, que no poseía la elegancia ni el talento oratorio de LASSALLE, es un escritor oscuro, pesado, y desde luego poco original. Sus ideas habían sido expresadas, a veces en los mismos términos, un siglo antes, por el inglés William Thompson; él ha tomado también mucho de Saint-Simon y de los socialistas franceses», como afirma su hermano de raza, el sabio catedrático francés, Salomón REINACH, en su sintética y finísima Historia de la Filosofía; una de las primeras (1926) en la cual aparece MARX con categoría de filósofo, y no como en otras, muy pocas, cual simple miembro de la «Izquierda hegeliana» (). O como dirá el denodado antifascista, antiguo Jefe del Gobierno de Italia, cuando el Tratado de Versalles, Francisco NITTI:
«Nada es original en la obra de MARX, y todo cuanto él escribe está ya en sus predecesores: el antiliberalismo, el materialismo histórico, la lucha de clases, el sobre trabajo y la plusvalía, la crítica del desorden de la producción bajo la forma capitalista, y, en fin, la sucesión de las épocas históricas con la victoria final del Proletariado, el Paraíso perdido y recuperado, todo está en los autores que preceden a MARX, a quienes, siguiendo su método preferido, los insulta tanto más cuanto más los asimila. Lo que hay de nuevo y pujante en la obra de MARX no es la novedad de sus ideas, puesto que él no las tiene nuevas, sino la energía mental con que elabora y coordina concepciones hasta entonces dispersas por todas partes, las cuales él sintetiza en un sistema de lógica hegeliana. Es un esfuerzo para renovar viejas hipótesis y antiguas utopías bajo un nuevo aspecto. Así, se puede afirmar hoy que lo más vivaz y lo más importante en la obra de MARX no son sus elucubraciones doctrinales de carácter económico, ni los absurdos históricos y las pretendidas demostraciones algebraicas, sino solamente el Manifiesto Comunista, en el cual ha creado una ideología política y determinado una mística» ().
Queden ahí esas palabras de dos hombres con indiscutida e indiscutible autoridad, como anticipo necesario, dejando para otro lugar el estudio de MARX, ese desconocido plagiario...
La naturaleza intrínseca de su obra la condenaba infaliblemente al repleto museo, más bien panteón, de las utopías sociales. De salvarse algo de su ingente labor, hubiera sido más o menos del cúmulo de datos y elementos críticos, concretos, extraídos por él durante sus largos años de «rata de biblioteca» en el British Museum. El juicio expuesto lo formulamos a base de puro análisis, considerando al Marxismo como su fundador quiso calificarlo y rotularlo: científico...
Mas no se nos reproche rechazar para nuestros juicios la validez del apotegma leibnitzniano, pidiendo sólo para los ajenos su reconocimiento. Hay en la obra de MARX causa suficiente. Ya la insinúa el finísimo NITTI: La obra de MARX ha determinado una mística...
Durante decenios y decenios, la llama encendida por MARX quedó reducida sólo a un rescoldo bajo las cenizas del olvido y el desprecio, guardado vivo por pocos, muy pocos «iniciados»... Pero bastó con brindarle la Gran Guerra Civil de la Humanidad, la primera guerra mundial, para que del rescoldo marxiano, casi extinto ya, brotase una chispa — ISKRA — que incendió al más grande Imperio de la Tierra: Rusia.
Y el esotérico MARX, a partir del triunfo de la Revolución de octubre, primero en la Unión Soviética, luego, más paulatinamente, en Occidente, va siendo elevado a los altares laicos de la Sociología, la Economía, la Filosofía... y ya torrencialmente, después del año 1945, después de las grandes conquistas imperiales del Marxismo, se le deifica... Ya se intenta, previamente «canonizado», elevarle a los iconoclastas altares de las iglesias «cristianas»...
Cuando, aventada de los cerebros la presente obnubilación de las inteligencias, producida por la fascinación de la monstruosa Boa constrictor del Comunismo, si un San Jorge la mata un día, vueltos en sí los hombres, recobrada su capacidad crítica frente al Himalaya de la marxología, se darán cuenta de haber sido víctimas de un fenómeno, nada intelectual, sino patológico.
No una gran sofística comparable con las grandes del pasado, sino la estupefacción masiva de las gentes ante las increíbles conquistas del Comunismo, dotado ya de una demografía y una geografía suficientes para conquistar y esclavizar al mundo entero, y, si se resiste, con sobrada potencia destructiva para acabar con toda vida en el Planeta, reduciéndolo a Luna, determina este fenómeno inédito en la Historia del pensamiento universal: una doctrina científica y filosóficamente deleznable, profesada casi esotéricamente por una pequeña secta, la secta de los comunistas, al mero impulso del Terror, sustituye a la Teología y la Filosofía que hicieron de Occidente la cuna de la sabia aristocracia universal.
MARX, insignificante pensador, ignorado y despreciado por la Historia del Pensamiento desde sus primeros escarceos de 1843 hasta 1917; durante 74 años, en absoluto; bastantes más, prácticamente, hasta 1945, como por ensalmo, deviene Maestro de los maestros.
No exageramos; incluso entre la mayoría de sus sectarios, la mayoría del grupo intelectual también, MARX es el perfecto desconocido; muchos de los intelectuales que se titulan «marxistas» no han leído al Maestro; todo lo más, el Manifiesto y algunas síntesis, paráfrasis o glosas, guardando solamente en sus memorias para la tribuna ciertas frases lapidarias suyas ().
En fin, no nos resistimos a insertar el testimonio fresco, sincero, verídico de un marxista, célebre durante muchos años, filósofo ortodoxo del Partido Comunista de Francia, que compartió con otro, GARAUDY, la filosófica «Cátedra» oficial del mismo, con las «debidas licencias» del Kremlin, durante casi tres decenios. Nos referimos a Henry LEFEBVRE, bien conocido en Francia y fuera de ella por sus numerosas obras parafrásicas de MARX, ENGELS, LENIN y STALIN, litúrgicas y ortodoxas y, en su conjunto, sin tacha. Hoy, como es bien sabido, LEFEBVRE y no mucho después GARAUDY, han sido «relegados a las tinieblas exteriores», al ser ambos expulsados del Partido Comunista.
Por el indesmentible testimonio de LEFEBVRE, podremos comprobar cuándo y hasta dónde ha llegado el conocimiento del Marxismo en las más altas cumbres de la cultura francesa. Y si así ocurría en Francia, país tenido por «Atenas» moderna, fácil será deducir cuál sería y hasta qué fecha no empezaría en el resto del «bárbaro» mundo.
Escribe así:
«¿Qué fecha podemos nosotros ponerle al Materialismo Dialéctico como sistema filosófico y científico? ¿En qué año, en qué día de la vida de MARX podemos nosotros decir: el Materialismo Dialéctico está ahí, formulado, completo?
»Cogido en este engranaje, yo he creído poder fijar en 1857 a 1858 la fecha de la constitución del Materialismo Dialéctico, a causa de las cartas de MARX a ENGELS que le muestran releyendo a HEGEL para profundizar la dialéctica y aplicarla metódicamente al estudio de la sociedad burguesa. Como tantos otros, yo he postulado el “Materialismo Dialéctico” como filosofía, omitiendo los textos sobre el fin de la Filosofía como tal. Pero, precisamente, estos textos me perturbaban un poco; y de ahí ciertas oscilaciones y flotamientos que no han dejado de serme reprochados como una falta de firmeza, sin percibir o sin querer reconocer su real sentido» ().
El problema que hace «oscilar» y «flotar» a LEFEBVRE resulta de la antinomia irreductible entre una filosofía que niega la Filosofía, que se niega por lo tanto a sí misma. Tal problema, que afecta en primer término a los filosofantes marxistas, caso LEFEBVRE, caso GARAUDY, etc., por insoluble, problema no resuelto aún, contribuye decisivamente a que no sean tenidos por filósofos MARX y ENGELS, dentro de la pura especulación académica.
Siga LEFEBVRE mostrándonos las consecuencias prácticas en la «Atenas» de Occidente:
«En 1938 y 1939, aparecieron al mismo tiempo que otros volúmenes los Morceaux choisis de Hegel, la traducción de los Cahiers de Lenine sobre HEGEL y la dialéctica, precedidos de una larga introducción, y el pequeño volumen: Le Materialisme Dialectique. Diez años de trabajo encarnizado, solo o en colaboración con GUTERMAN.
»El pequeño libro sobre Le Materialisme Dialectique se hallaba escrito desde 1934 ó 1935. En 1933 ó 1936, el Decano DELACROIX, espíritu de tipo amplio y fuerte, que desbordaba con mucho la especialización estrecha, me pidió un estudio para la colección “Nueva Enciclopedia Filosófica” sobre esta “doctrina extraña” (¡Doctrina “extraña” para las altas cumbres de la cultura francesa, la “cultura” por excelencia...! nos permitimos destacar; y esto en 1938 o 1939).
»Su colega en la Sorbonne, Abel REY — ampliamente citado con elogios en algunas críticas por LENIN. — insistía cerca del Decano DELACROIX para que concediese un lugar en esta colección a la filosofía marxista revolucionaria. El asombro sorprende agradablemente al Decano, cuando ve entrar en su despacho de la Sorbona, donde le había convocado, a un hombre demasiado bien educado, y no como él esperaba ciertamente, un feroz bolchevique con el cuchillo entre sus dientes; asombro que me encanta aún. Poco tiempo después, yo le llevaba copia de dos cuadernos que tenían la extensión deseada. Desgraciadamente, durante tal período, el Decano DELACROIX murió. M. Emilio BRÉHIER, profesor de filosofía de la Sorbona, tomó la dirección de la «Nueva Enciclopedia Filosófica». Él no amaba nada al Marxismo y no consideraba a MARX como un filósofo, sino como un vigoroso panfletario —sic, en la última parte de su Historia de la Filosofía —. Él me lo hizo saber muy bien. Con pretextos absurdos o de parcialidad política, discute mi texto, me pide modificaciones importantes. Siguieron largas conversaciones; el volumen se arrastra. No apareció sino muchos años más tarde, por lo tanto, en las mismas fechas — las fechas exactas se me escapan — que la Historia del Partido Comunista bolchevique o poco después que ella y que el famoso capítulo de STALIN sobre “Materialismo Histórico y Materialismo Dialéctico”, es decir, a finales de 1938 o principios de 1939» ().
Dentro de los estrechos límites impuestos a este libro, el caso referido por LEFEBVRE, de veracidad incuestionable, ha de bastar para mostrar el estado del conocimiento de las doctrinas marxianas en el mundo entero en fecha tan próxima como es la del año de la Segunda Guerra Mundial. Porque si eso sucede en la misma Francia, dentro de ese «faro cultural» de la Sorbonne, con cuya «luz» se ha venido alumbrando el mundo «intelectual»; en la Francia, gobernada desde tres años antes, 1936, por un Gobierno de Frente Popular, en su mitad formado por marxistas, presidido por un marxista, BLUM, ¿qué sucedería y cuál sería la «ciencia» marxiana en el resto de la «Inteligencia» mundial?...
Incluso en la misma Unión Soviética, si en ella es reconocida como «filosofía» la de Marx —LENIN dixit —, los escarmientos sufridos por cuantos osaron elaborar filosofía (caso DEVORIN, etc.) aun limitándose al estricto desarrollo de los «sagrados» textos marxianos, nadie se atrevía, y eso con muchos riesgos, más que a encadenar textos y a formular ceñidas paráfrasis. Fue necesario que el propio STALIN hiciese suya la famosa Historia del Partido Comunista (b), y por lo tanto, también hiciese suyo el 2.°
Apartado del Cap. IV sobre «Materialismo Histórico y Dialéctico» () para que ya existiese un texto «canónico» y sistematizado con vigencia en la U.R.S.S. y en todos los rangos de la Komintern o III Internacional. Con la «desestalinización», el Diamat ha caído en el olvido y el desprecio, como su pretendido autor, STALIN; por lo tanto, no existe de nuevo un texto «canónico» del «Materialismo Dialéctico e Histórico», viéndose obligados los «filósofos» soviéticos a volver al encadenamiento de textos literales y, a costa de sus riesgos, a elaborar paráfrasis.
A extraer, Historia en mano, que la «magia científica y dialéctica» marxiana sobre las «inteligencias» se debe a su «predicación», se demuestra que MARX, como filósofo, no determina el triunfo político ni las conquistas del Marxismo. Es lo inverso: son el triunfo de la Revolución comunista de 1917 en Rusia, el colosal de 1945, con la conquista de media Europa, y el de 1947, con el triunfo del Comunismo en China, los determinantes del triunfo ideológico mundial del Marxismo en conciencias e inteligencias. Mucho mayor en profundidad y extensión de cuanto son capaces de suponer cuantos aún se creen no contagiados, porque el Marxismo inconsciente y el vivido por los cultos y semicultos de Occidente, resulta mucho más eficiente para su desarme moral y material, causa primera y capital de esa pasmosa entrega de la Sociedad y los Estados burgueses, consumada diaria e inadvertidamente, tanto en su interior como en su exterior, ya que, donde no hay consciencia, no puede darse rectificación o reacción.
En fin, volviendo a lo ideológico, como ya decíamos, con MARX y el Marxismo se da un fenómeno sin antecedente ni par en la Historia de las ideologías, incluso en la de las filosofías, que asombrará un día, no sabemos si lejano, a los historiadores y críticos, caso de sobrevivir ellos, por frustrarse providencialmente el apocalíptico final de la especie humana: ni Atila ni Gengis Jan, a pesar de sus similares conquistas lograron siquiera de sus aterrorizados súbditos ser tenidos por filósofos... En cambio, ahora, en el «siglo de las luces», o si se quiere «de la Razón» y «de la Ciencia», estos nuevos Gengis Kan, los LENIN, TROTSKY, STALIN, MAO, por reclamarse ellos hijos ideológicos de MARX, han logrado que la «Inteligencia» laica e incluso una parte de la «eclesial», reconozcan a MARX mundialmente como filósofo, y hasta como el «único Filósofo», como se le reconociera en la inmensidad de su Imperio, en el resto del mundo; amenazado de ser conquistado o aniquilado.
Si Dios evita ese tan amenazante Apocalipsis o el Reino del Comunismo sobre todo el planeta, y con ello se disipa la mágica fascinación provocada en las «Inteligencias» por la epopeya conquistadora del Marxismo, y liberadas ellas de su trance obnubilatorio, recobran su libertad de juicio y crítica, los futuros sabios, al contemplar nuestro presente intelectualoide, lanzarán la carcajada más homérica que haya resonado en los espacios.
Con lo expuesto, el más mínimo residuo de capacidad crítica bastará para comprender que el fenómeno del Marxismo no entra de ningún modo en cualquier esquema científico, político ni social. Osamos arrostrar la «suficiente» sonrisa del intelectualoide, y conscientes de ser objeto de su «conmiseración» decimos: el fenómeno del Marxismo es mágico; algunos grandes sabios, ya los citaremos, le llaman fenómeno religioso, pero con idéntica significación objetiva.
Siendo así, como la experiencia enseña, nada o muy poco han de poder contra esa mágica fe ni razón ni ciencia, ni siquiera dotadas con las mejores armas de la dialéctica y la experiencia.
Esa mágica fe, prácticamente, objetivamente, responderá siempre:
Credo quia absurdum = Creo porque es absurdo.
Convencidos, vamos a mostrar a ese desconocido MARX hombre, con la piadosa intención de provocar en algunos de nuestros lectores desobnubilados una carcajada o, por lo menos, una leve e irónica sonrisa, con las cuales resulten inmunizados para la polución marxista respirada por ellos a su pesar.
Para nuestro intento desintoxicador, cual triaca, vamos a recurrir casi en exclusiva, no a los contados polemistas y detractores de MARX, sino al propio MARX; luego, a su alter ego, ENGELS, a su padre y madre, a sus mayores entusiastas... No creemos pueda pedir mayor prueba y estricta objetividad la más exigente hipercrítica marxiana.
Estimamos con tal método que sólo con él, dentro de su síntesis y escasa dimensión, nuestra modesta obra pueda profundizar mucho más en MARX que sus biografías precedentes. Es una realidad en distinta medida, pero en todas grande, la no explotación de la máxima cantera biográfica: la Correspondencia completa entre MARX y ENGELS. Ciertamente, algo se ha explotado desde que fuera publicada, con pretensiones de «completa», en los primeros años de la segunda década, por decisión del Partido Socialdemócrata de Alemania. Mas, como se comprobó más tarde, tal colección de cartas había sido deliberada y meticulosamente «purgada» de cuanto resultaba en algo desfavorable para la «egregia» figura de MARX, ya tan férreamente consagrada y estereotipada mundialmente. Pureza científica marxista se llama la figura. En la «correspondencia completa», los testamentarios de MARX y ENGELS, KARL KAUTSKY a la cabeza, dejaron en el archivo sin incluir centenares de cartas; a otras muchas les cercenaron frases e incluso párrafos enteros, y en otros centenares más modificaron todo lo comprometedor. Y si esto hicieron los jefes de la Social-democracia germana, con desprecio de la crítica existente y libre, puede suponerse lo que han hecho los del Kremlin al publicar cierta «selección» de tal correspondencia; prácticamente, la única en circulación y a mano de los biógrafos.
Resulta incomprensible la invalidación de la edición actual de la cercenada y falsificada «correspondencia» realizada por Moscú. Porque lo cierto es que hace años, un centro oficial soviético, el Instituto Marx-Engels, publicó en alemán una colección de cartas completa, sin cercenes ni falsificaciones, con el título de Marx-Engels Gesamat-Ausgabe, que generalmente se cita, y nosotros citaremos, en su sigla: MEGA. Estas cartas, cambiadas entre los dos amigos durante más de cuarenta años, en las cuales se expresaron con toda libertad y crudeza, mencionando sus actividades y pensamientos más íntimos, difícilmente, es cierto, se hallan hoy al alcance de quien tenga vocación para adentrarse denodadamente en la tupida selva de más de 4.000 cartas, encerradas en cuatro volúmenes.
Cuando, en 1913, fue publicada por primera vez la edición alemana cercenada y adulterada de la «Correspondencia», LENIN escribió:
«El lector ve desarrollarse ante sus ojos con asombrosa vida la Historia del movimiento obrero del mundo entero, en los momentos más importantes y en sus puntos más esenciales. Más preciosa aún es la historia de la política de la clase obrera. Bajo los pretextos más diversos, en los distintos países del viejo mundo y en los del nuevo, en momentos históricos diferentes, MARX y ENGELS debaten principios esenciales relativos a la manera de presentar las tareas políticas de la clase obrera. Y la época comprendida por la correspondencia es justamente aquella en que la clase obrera se desgaja de la democracia burguesa; la época del nacimiento del movimiento obrero independiente, la época de la definición de las bases de la táctica y de la política proletarias» ().
Más lejos, LENIN agrega:
«Si se trata de definir con una palabra el foco de toda la correspondencia, ese punto central en el cual converge toda la red de ideas expresadas y debatidas, esa palabra será: dialéctica» ().
Aun cuando, en marxista, LENIN se abstiene de ver al hombre-MARX en su correspondencia, no creemos que se hubiese abstenido si llega a vivir en el período 1929-1931, cuando el Instituto Marx-Engels, luego Marx-Engels-Lenin, publica los cuatro tomos de la correspondencia completa. Por él respondió STALIN, al purgar a los judíos RIAZANOV y ADORATSKY, primero y segundo directores del Instituto Marx-Engels y personalmente compiladores de la Correspondencia completa. El triste final de los dos eminentes marxólogos puede ser la práctica respuesta dada por los verdugos stalinianos, allá por los años 1936-38, a la «incomprensible» publicación de las cartas de MARX y ENGELS constitutivas de tan «sacrílego» atentado a su «divinización».
Ahora, en Francia, «Ediciones Sociales» empiezan la publicación de esa Correspondencia completa y sin purgar ni adulterar, que constará de veinte volúmenes, de unas 600 páginas cada uno, habiéndose publicado sólo el primero a finales de 1971, comprendiendo de 1835 a 1848; el cual, por más accesible, citaremos para dicho periodo. Admiremos el valor de los editores franceses, a quienes no arredra el triste fin de los RIAZANOV y los ADORATSKY, deseándoles mejor fin, si sus anhelos fueran colmados con el triunfo del Comunismo en nuestra patria, la bella Francia...
Estas raras incongruencias comunistas nos permiten revelar, no al legendario MARX, sino a MARX, ese desconocido...
Ciertamente, por desgracia, en miniatura... Que la lente de muchos aumentos de la imaginación de nuestros lectores les permita ver en ella siquiera toda su estatura y sus más esenciales rasgos.
Amén.