Mircea Eliade es la referencia indiscutida cuando de historia de las religiones comparadas se trata. A lo largo de sesenta años publicó más de 1300 textos y su bibliografía resulta de lo más variado e interesante que sobre el fenómeno religioso se puede encontrar. Sobre el final de su carrera, al observar cómo una gran cantidad de temas que se esperaba desarrollar en libros individuales no llegarían a concretarse, decide seleccionar material utilizado en conferencias y artículos diversos en esta colección llamada "Ocultismo, brujería y modas culturales". En él se retrata, con un breve vistazo, la cultura y la religión de todo el mundo a lo largo de más de 2000 años. Pues Eliade ha sentido el deber de, como historiador de las religiones, hacer asequible a cualquier tipo de publico el sustrato de experiencia religiosa o espiritual que guardan los más diversos fenómenos de la vida. Basado en una enorme cantidad de fuentes e información diversa selas arregla para demostrar como una determinada experiencia espiritual se vuelve a revivir en distintas épocas y en las más diferentes regiones del mundo.
En "Las modas culturales y la historia de las religiones" Eliade intenta mostrar qué es lo que tiene que decir sobre su ambiente contemporáneo un historiador de las religiones. Pues hay casos en los que sólo un historiador de las religiones puede descubrir el significado secreto de una creación cultural, sea antigua o contemporánea. Demuestra que tales tendencias populares se desarrollan a partir de raíces arcaicas y reaparecen periódicamente en determinados mitos, símbolos y rituales.
En "El mundo, la ciudad, la casa" nos introduce al modelo cosmogónico de la construcción de las ciudades en la antiguedad, cuando el hombre sentía aun la necesidad de «convertir en cosmos» el lugar donde se ha de vivir, pues para el hombre de la sociedad arcaica el hecho mismo de vivir en el mundo tiene un valor religioso. El mismo simbolismo cosmológico, formulado en términos arquitectónicos, espaciales, informa la casa, la ciudad y el universo.
En "Las mitologías de la muerte" analiza la comprensión que el hombre tradicional tiene de su destino. En muchas culturas tradicionales el advenimiento de la muerte es presentado como un accidente, pues los primeros hombres, los antepasados míticos, desconocían la muerte, que es la consecuencia de algo que ocurrió en el tiempo primordial. Cuando se aprende cómo apareció por primera vez la muerte en el mundo, también se llega a comprender la causa de la propia mortalidad.
Con "Lo oculto y el mundo moderno" Eliade esboza una historia muy breve del interés por lo oculto, desde mediados del siglo XIX hasta nuestros días, para poder apreciar luego el cambio radical que estamos presenciando en el mundo occidental contemporáneo. En una época dominada por los triunfos del racionalismo científico, el historiador de las religiones tiene una posición privilegiada para poder valorar el extraordinario éxito de movimientos ocultistas en nuestra era.
En "Algunas observaciones sobre la brujería europea" se analiza desde una nueva mira la gran popularidad de la brujería en la cultura y en las subculturas occidentales modernas. No es posible entender satisfactoriamente la brujería sin la ayuda de otras disciplinas: los estudios sobre el folclore, la etnología, la sociología, la psicología y la historia de las religiones. Los materiales a disposición de los historiadores de las religiones son muy adecuados para situar la brujería en su contexto adecuado.
Finalmente, en "Espíritu, luz y simiente" Eliade examina en forma académica varias experiencias, mitologías y especulaciones relacionadas con la «luz mística». Se pretende demostrar que sólo mediante la comparación de fenómenos religiosos similares es posible captar su estructura general y sus particulares significados específicos. Las experiencias y las ideologías de la luz mística», a causa de su amplia distribución en el tiempo y en el espacio, además de la rica documentación que poseemos, es un tema particularmente importante para la historia de las religiones comparadas y para todo hombre en búsqueda de la trascendencia, pues la experiencia de la Luz tiene el poder de cambiar radicalmente la condición del sujeto abriéndolo al mundo del espíritu.