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Clave espiritual de la astrología musulmana según Ibn Arabí

 

Titus Burckhardt

Cabalgar el Tigre - Julius Evola

92 páginas
medidas: 14,5 x 20 cm.
Ediciones Sieghels
2023
, Argentina
tapa: blanda
 Precio para Argentina: 3840 pesos

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Para el investigador serio, decidido a llegar a las raíces de los principios tradicionales, este pequeño libro es una mina de oro. Está elaborado específicamente desde la perspectiva de la tradición contemplativa islámica, plasmada por escrito por Muhyiddin Ibn ‘Arabi, quien fue uno de los máximos exponentes de la metafísica y la cosmología musulmanas. De esta forma logra desplegar el espectro intemporal de los órdenes del ser en su relación con el tiempo y el espacio en “nuestro” mundo.
En este volumen, Titus Burckhardt ha destilado el simbolismo esencial que subyace a la astrología espiritual, a diferencia de la astrología adivinatoria: “...para la curiosidad individual, todo “oráculo” sigue siendo equívoco y puede incluso reforzar ... el error...”. Ya que “... el hombre no puede descorrer el velo de su ignorancia más que por, o a través de, algo que trasciende su voluntad individual”. Al hacerlo, señala con gran claridad la diferencia fundamental entre este punto de vista tradicional y el punto de vista “individualista” e “historicista” que la opinión occidental contemporánea ha heredado de la marea del aristotelismo, que invadió la Edad Media y ha dominado su visión del mundo desde entonces.
Por el contrario, de la enseñanza “platónica” surge el proceso, o “impregnación de la presencia divina”, que afirma que el mundo de la materialidad depende inequívocamente para su ser y existencia de la causa primera principal, y como tal no es más que su reflejo más lejano o expresión exteriorizada. Del mismo modo que la luz causa e impregna la sombra, la presencia divina penetra, por pericoresis, en el corazón de toda materialidad.
No es mera casualidad que Ibn ‘Arabi sea llamado “Hijo de Platón” (Ibn Aflatun) debido a este punto de vista fundamental dentro de la revelación del Islam, que afirma la dependencia del mundo sensible del mundo inteligible, y de éste a su vez del principio ontológico de la Unidad. Para comprender el punto de partida de esta perspectiva de la astrología espiritual hay que hacer un esfuerzo definitivo de reorientación; pues los “modernos” estamos casi sin saberlo educados en el empirismo filosófico totalitario del aristotelismo.
La recompensa por el esfuerzo no sólo puede abrir algunas puertas muy valiosas sobre el significado real de la astrología en el sentido tradicional, sino que esas mismas puertas bien pueden conducir fuera de la prisión del “historicismo” a ese “momento favorable” en el que, como persona integral, ni nos negamos a nosotros mismos nuestro propio momento histórico, ni consentimos que se nos identifique únicamente con él.
Esta visión tradicional, auténtica, de la astrología sin duda contribuirá a situar esta ciencia, hoy prácticamente perdida en Occidente, en su verdadera dimensión, lejos de la confusión y arbitrariedad que presenta la imagen con que se ha popularizado en los últimos tiempos.

 

ÍNDICE

Prólogo7
I13
II25
I. Signos móviles35
II. Signos fijos35
III. Signos sintéticos36
III41
IV55
V67

Prólogo

 

Dado que el término astrología significa la aplicación práctica de la astronomía al uso humano, nuestra respuesta a ella debe necesariamente depender de nuestra comprensión de lo que significa ser humano.
¿Qué es ese “momento favorable” que Buda nos insta a aprovechar? ¿Por qué felicita a quienes “han aprovechado su momento” y lamenta a aquellos “para quienes el momento ha pasado”? La explicación reside en la visión tradicional del tiempo.
La iluminación, o la meta de la existencia humana, es instantánea en relación con el largo viaje cósmico del tiempo que pasa. Es una comprensión de la Realidad que llega “en un instante” como un relámpago. Este momento favorable o instante paradójico suspende la duración y sitúa al receptor en un presente intemporal. Este presente intemporal es paradójico en la medida en que es cualitativamente diferente de ese ilusorio presente “profano” que apenas existe entre dos no-entidades, el pasado y el futuro, y que aparentemente cesa con nuestra muerte. La experiencia “profana” tampoco tiene nada que ver con la prolongación, más allá del tiempo, que supone el “momento favorable”, el que puede ser asimilable a una mirada “fuera” del tiempo.
Para quienes hemos sido educados en los “valores” de la cultura industrial occidental moderna, la visión tradicional del tiempo es tan difícil de comprender como su despliegue representado por el simbolismo tradicional de la astrología.
Para el investigador serio, decidido a llegar a las raíces de los principios tradicionales, este pequeño libro es una mina de oro. Está elaborado específicamente desde la perspectiva de la tradición contemplativa islámica, plasmada por escrito por Muhyiddin Ibn ‘Arabi, y despliega el espectro intemporal de los órdenes del ser en su relación con el tiempo y el espacio en “nuestro” mundo.
En este volumen, Titus Burckhardt ha destilado el simbolismo esencial que subyace a la astrología espiritual, a diferencia de la astrología adivinatoria: “...para la curiosidad individual, todo “oráculo” sigue siendo equívoco y puede incluso reforzar ... el error...”. Ya que “... el hombre no puede descorrer el velo de su ignorancia más que por, o a través de, algo que trasciende su voluntad individual”. Al hacerlo, señala con gran claridad la diferencia fundamental entre este punto de vista tradicional y el punto de vista “individualista” e “historicista” que la opinión occidental contemporánea ha heredado de la marea del aristotelismo, que invadió la Edad Media y ha dominado su visión del mundo desde entonces. Tanto es así que pocos pensadores occidentales contemporáneos conocerían siquiera, y menos aún tomarían en consideración, el principio, tan fundamental para la tradición representada por Platón, como es el de la Perichoresis. Este proceso, o “impregnación de la presencia divina”, surge de la enseñanza “platónica” que afirma que el mundo de la materialidad depende inequívocamente para su ser y existencia de la causa primera principal, y como tal no es más que su reflejo más lejano o expresión exteriorizada. Del mismo modo que la luz causa e impregna la sombra, la presencia divina penetra, por pericoresis, en el corazón de toda materialidad. El aristotelismo afirma que los universales sólo tienen existencia en la medida en que caracterizan a las cosas concretas individuales, lo que implica que los universales sólo existen en la mente humana que los “abstrae” de las “cosas”. Esta inversión de la enseñanza de la academia de Platón (que Aristóteles abandonó) dio lugar al divorcio final de la mente de la materia y el espíritu del cuerpo y el alma debido a la irreconciliabilidad de la “cosa” individual con la doctrina tradicional de la total permeabilidad o efusión de la presencia divina reconocible como los Universales.
No es mera casualidad que Ibn ‘Arabi sea llamado “Hijo de Platón” (Ibn Aflatun) debido a este punto de vista fundamental dentro de la revelación del Islam, que afirma la dependencia del mundo sensible del mundo inteligible, y de éste a su vez del principio ontológico de la Unidad. Para comprender el punto de partida de esta perspectiva de la astrología espiritual hay que hacer un esfuerzo definitivo de reorientación; pues los “modernos” estamos casi sin saberlo educados en el empirismo filosófico totalitario del aristotelismo.
La recompensa por el esfuerzo no sólo puede abrir algunas puertas muy valiosas sobre el significado real de la astrología en el sentido tradicional, sino que esas mismas puertas bien pueden conducir fuera de la prisión del “historicismo” a ese “momento favorable” en el que, como persona integral, ni nos negamos a nosotros mismos nuestro propio momento histórico, ni consentimos que se nos identifique únicamente con él.

KEITH CRITCHLOW